Las orcas ‘gladis’ hunden otro barco en el Estrecho, el séptimo desde 2020
Un petrolero rescató a los tripulantes de la embarcación siniestrada después de que los cetáceos golpearan el casco y provocaran una vía de agua
Es el primer barco hundido por orcas este año. Según Salvamento Marítimo, a las 9.00 del domingo, los dos tripulantes del velero Alborán Cognac solicitaron evacuación después de que su embarcación quedara maltrecha tras un encuentro con estos cetáceos a 14 millas del cabo Espartel, en la entrada sur del estrecho de Gibraltar, en aguas marroquíes. Los navegantes explicaron que habían sentido golpes en el casco y que tenían daños en el timón y, lo que era más grave, una vía de agua que podía enviar a pique el velero, de 15 metros de eslora. Ante la urgencia de la situación, se movilizó un helicóptero y se solicitó al petrolero MT Lascaux, que navegaba cerca, que acudiera a la posición del velero para prestar asistencia, informan fuentes del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible.
Al mismo tiempo, se avisó a Marruecos, se indicó a los tripulantes que se pusieran los chalecos salvavidas y que encendieran el sistema de identificación automática (AIS, por sus siglas en inglés), además de tener “las radiobalizas preparadas” por si fuera necesaria su localización. A las 10.00, los dos navegantes se encontraban sanos y salvos a bordo del petrolero, que los trasladó a
Gibraltar. El velero quedó a la deriva y, finalmente, se hundió.
Expertos que estudian el comportamiento de estos cetáceos en estas aguas aseguran que detrás de este nuevo incidente están las orcas ibéricas conocidas como gladis: 15 ejemplares de una población de unas 37 que viven entre el norte de la península Ibérica y el estrecho de Gibraltar. El primer suceso de este tipo se documentó en mayo de 2020 y, con el de este fin de semana, ya se han registrado siete naufragios de embarcaciones: cinco veleros y dos lanchas de pesca marroquíes.
Los encontronazos ocurren sobre todo en la costa atlántica de la península Ibérica, pero también en zonas adyacentes de Francia y Marruecos. Es la ruta migratoria de estos cetáceos, que siguen al atún, su principal fuente de alimento. Los últimos datos del Grupo de Trabajo Orca Atlántica (GTOA), que contribuye a su conservación y gestión, apuntan a que se han producido, al menos, 673 interacciones (cuando las orcas se acercan al barco con contacto o sin él), desde2020.
Los expertos sostienen que no se trata de ataques intencionados, sino de un comportamiento aprendido que puede tener relación con la curiosidad de las orcas, su afición al juego o con alguna forma de precaución que las lleva a querer parar la embarcación. “No van como un ariete a atacar el barco y a hundirlo, y lo podrían hacer si esa fuera su intención”, señala Alfredo López, biólogo marino y portavoz de GTOA. Tampoco se conoce si estas embestidas responden a algún detonante que desencadenara una conducta tan atípica de la especie.
Aunque la forma de actuar varía, se suelen acercar al barco, en muchas ocasiones sin que los tripulantes se percaten, para situarse debajo del bote. Entonces comienzan a tocarlo y a golpear el timón con la cabeza, de forma que lo pueden llegar a romper al hacer palanca. “Incluso se puede producir una vía de agua, y los veleros no suelen llevar bombas adecuadas para evacuar la cantidad que entra, por lo que el barco se puede ir a pique”, explica López.
Los preferidos de estas 15 orcas, que se dividen al menos en cuatro grupos, son los veleros, tanto monocascos (72%) como catamaranes (14%), de un tamaño medio de 12 metros, aunque también se observan interacciones con lanchas a motor (6%), semirrígidas (5%) y pesqueros (3%), según GTOA.
El Ministerio de Transportes ofrece recomendaciones en su web para la navegación por la zona delimitada en un mapa que adjuntan en el golfo de Cádiz y el Estrecho de Gibraltar. Son medidas a seguir durante todo el año, pero sobre todo entre los meses de abril y agosto, cuando más interacciones se producen, y siempre que sea posible y no generen un peligro mayor. Entre ellas, si no se ha podido evitar el encuentro, lo más adecuado es no detener la embarcación (ya sea a motor o a vela) y dirigirse a la costa, a aguas menos profundas. Además, las personas a bordo deben evitar acercarse a las bandas, porque los movimientos bruscos causados por las orcas pueden ocasionar lesiones o la caída al mar.
Tampoco se deben utilizar medidas disuasorias que puedan causar muerte, daño, molestias o inquietud a las ballenas, por ejemplo, disparando bengalas contra ellas, como ya ha ocurrido en alguna ocasión. Y, por último, notificar el avistamiento o la interacción al Centro de Coordinación de Salvamento más próximo a través del canal 16 o canal de trabajo.
“No van como un ariete”, explica un biólogo, que apunta que no son ataques
El Ministerio de Transportes advierte contra actuaciones para dañar al animal