El Pais (Galicia) (ABC)

Demi Moore , en un banquete de ‘body horror’

- ELSA FERNÁNDEZ-SANTOS

A sus 61 años, Demi Moore ya sabe en qué consiste luchar contra el tiempo, un esfuerzo físico y económico que no evita el cruel escrutinio del público. Cuando la actriz apareció en 2021 en un desfile de la casa Fendi con la cara retocada, los medios de comunicaci­ón convirtier­on en noticia la mofa que circuló por las redes sociales. Moore, como tantas actrices, conoce perfectame­nte en qué consiste el doble rasero con el que se mide su camino a la vejez. De hecho, la intérprete mejor pagada de los años noventa ya apenas trabaja. Para unos está demasiado mayor, para otros demasiado operada.

Este año ha sido bueno para ella, con todo. Y por partida doble. Su personaje en la serie Feud: Capote vs. The Swans, Ann Woodward, tenía algún momento memorable, pero la sorpresa llegó ayer en la sección oficial de Cannes con The Substance, una película de body horror (como se conoce en la jerga a este subgénero del cine de terror), donde demuestra que la gran exigencia que siempre distinguió su trabajo sigue intacta.

The Substance es una película inusual en la selección oficial de un festival como Cannes, mucho más gore y cómica que Titane (Palma de Oro en 2021), ambas afiliadas al cine de David Cronenberg, que hoy presenta aquí su último trabajo, The Shrouds. Quizá The Substance ha pasado el filtro porque está dirigida por una francesa, Coralie Fargeat, una directora de género que debutó en 2017 con Revenge, un filme que también sumergía al espectador en bidones de sangre. Fargeat es también la autora del guion, que convierte el pánico a envejecer en el embrión de una pesadilla de huesos rotos, pústulas, piel gangrenada y litros de sangre. Margaret Qualley y Dennis Quaid completan el reparto de una historia que transcurre en Los Ángeles. Allí, a la veterana estrella Elizabeth Sparkle (Moore) solo le queda un programa televisivo de fitness que también empieza a decaer. El terror a perder su cetro la lleva a interesars­e por un elixir de juventud un tanto misterioso. Fargeat presenta el kit de rejuveneci­miento con un eslogan que a casi nadie le sonará alejado: “Conseguirá­s la mejor versión de ti misma” . Ese es el leitmotiv de la película: cuidado con alcanzar la mejor versión de una misma. Esa versión fabulosa de Moore es una sagaz revisión

del mito de Jekyll y Hyde que desembocar­á en una mezcla de drama y parodia llena de giros ingeniosos, así como en un auténtico banquete de horror corporal cuyo indigesto crescendo no está exento de empatía hacia su protagonis­ta. Moore, además, hace un trabajo impresiona­nte, y no solo por las horas de maquillaje, o por su falta de miedo a mostrarse completame­nte vulnerable y desnuda.

The Substance está llena de gags visuales, pero cuando las alteracion­es físicas llegan al techo, con sus sonidos repugnante­s y sus excesos de órganos y fracturas, Fargeat no se olvida de humanizar a su monstruo. El efecto es que nunca nos olvidemos de quién era Elizabeth Sparkle, ni de su terrible sufrimient­o. Y eso es todo un logro.

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