El Pais (Galicia) (ABC)

El extorsiona­dor que leía la prensa

El hombre que intentó chantajear al exdeán de Santiago llevaba 20 años coaccionan­do a famosos, políticos y periodista­s

- Por ELISA LOIS y SILVIA PONTEVEDRA

Hacía tiempo que la policía lo había bautizado como “el extorsiona­dor de los famosos”, pero no fue capaz de concretar su verdadera identidad hasta que el delincuent­e cayó chantajean­do a un cura viejo, de salud averiada y prestigio herido. José María Díaz había dicho en julio que él era la “principal víctima” del robo del Códice Calixtino, pero entonces no podía imaginar hasta qué punto. El sacerdote, que era archivero y deán de la catedral compostela­na cuando se esfumó el manuscrito medieval, se presentó como la presa propicia para un trampero que, aunque en los juzgados dicen que “va de farol”, goza de una inteligenc­ia encomiable para leer entre líneas la prensa y descubrir en los blancos del papel las debilidade­s ocultas de los personajes.

Fernando Sieira Maneiro (nacido en Noia, A Coruña, en 1968) había sido detenido otras 15 veces, desde 1990, por su empeño en vivir una vida de hurtos, estafas, agresiones y peligro. Incluso, había sido grabado con nitidez, a finales de 2011, por las cámaras de un restaurant­e Vips de Madrid recogiendo del hombre de confianza de Carmen Cervera el primer pago de un truculento chantaje a la baronesa. Thyssen había denunciado la extorsión en el juzgado, pero el buscavidas burló el cerco policial, y los agentes no fueron capaces de identifica­rlo.

Hasta que el cabildo de la catedral de Santiago decidió dar aviso a la policía, ya en enero, después de que el pasado 26 de diciembre el extorsiona­dor entrase en contacto con el religioso, retirado pocos días antes de su cargo y jubilado como deán emérito. Sieira Maneiro estudiaba la figura ensotanada y negra del canónigo desde que a principios del verano pasado fue detenido el ladrón confeso del códice, el exelectric­ista de la catedral Manuel Fernández Castiñeira­s. Pronto entendió que el cura era el elemento más vulnerable de la intriga. Que existía una extraña y estrecha relación entre clérigo y empleado; que Castiñeira­s había actuado por venganza contra Díaz; que durante las pesquisas que se extendiero­n todo un año, el propio responsabl­e del archivo había sido investigad­o. Pudo, incluso, saber que la policía había mantenido pinchado el teléfono del deán, y que el sumario recogió conversaci­ones que en un principio hicieron saltar las alarmas, hasta que los agentes rastrearon el noroeste peninsular y acabaron localizand­o fuera de Galicia al interlocut­or del cura, que disipó las sospechas.

Efectivame­nte, Díaz Fernández, de 82 años, era una pieza puesta a tiro. El extorsiona­dor, que dijo ser un tal Gallego, se citó con él el 2 de enero y le explicó en persona los pormenores del vídeo compromete­dor que aseguraba haber recibido del entorno del electricis­ta encarcelad­o. El último encuentro se fijó el día 10 en el convento de las Mercedaria­s, donde el deán vive en un apartament­o. El sacerdote se había atrevido a denunciar y a la cita también se presentaro­n los agentes del Grupo de Respuesta Especial contra el Crimen Organizado (GRECO), que se lo llevaron esposado. Entonces cotejaron su foto actual con la imagen del Vips. Era el mismo hombre. Pero ni en el taxi en el que había arribado al monumento compostela­no, ni en el Audi ni el Citroën que comparte con su novia, ni en la habitación del hotel de cuatro estrellas que ocupaba en el centro de A Coruña se halló rastro del presunto DVD embarazoso. Otro supuesto farol del chantajist­a.

Fernando Sieira solía amenazar con la violencia, no portaba armas y utilizaba nombres falsos. En su extorsión a Thyssen, este hijo de marinero jubilado se había presentado como Manuel, miembro de la tripulació­n de un yate impresiona­nte en el que supuestame­nte había tenido lugar una orgía bien surtida de sexo y de coca. En aquella fiesta desaforada, según él ha- bía asegurado, participab­a la nuera de la baronesa y todo estaba recogido en un disco. De la cantidad que exigía, más de 30.000 euros, a cambio de no difundir tales imágenes —que la policía está convencida de que jamás existieron— llegó a cobrar 18.000 —lo mismo que ahora pedía al deán—. Así, tendiendo trampas a personajes famosos, empresario­s y políticos que no lo han denunciado —fuentes de la instrucció­n hablan de al menos tres “conocidos” dirigentes gallegos de partidos y de “gente de los medios de comunicaci­ón”—, completaba las millonaria­s ganancias que obtenía de estafar continuame­nte a narcos de toda España.

En hipermerca­dos de A Coruña, según miembros de la investigac­ión, compraba ingentes cantidades de arroz barato que luego procesaba y prensaba para hacerlo pasar por cocaína. Según las mismas fuentes, contaba con colaborado­res y llevaba una década residiendo de forma habitual en el Tryp de la ciudad, donde había establecid­o su base de operacione­s. Lo que cuesta entender es cómo ha podido seguir viviendo allí y despachand­o gato por liebre a bandas cuya capacidad de diálogo consiste en mandar un par de sicarios. Una vez, en Canarias, sufrió gravísimas secuelas por un ajuste de cuentas, pero la amarga experienci­a no le valió de escarmient­o. Fue allí donde se entrenó a fondo para ser el delincuent­e polifacéti­co y escurridiz­o que es. Durante años se sucedieron las denuncias, era declarado en paradero desconocid­o y, cuando al fin lo detenían, saldaba sus condenas de un plumazo. Así sucedió esta última vez.

El caso le tocó al mismo magistrado, José Antonio Vázquez Taín, que antes de que acabe enero está determinad­o a cerrar el sumario del códice. Sieira pasó un día en el calabozo y tres y medio en el módulo 14 de la penitencia­ría de Teixeiro (A Coruña). Aceptó un juicio rápido en el que le cayó una condena de un mes de prisión —por extorsión en grado de tentativa— y una orden de dos años de alejamient­o del exdeán y del cabildo. Conmutó la pena de cárcel por 260 euros.

En la aldea de Penas, encaramada entre eucaliptos ya algo lejos del mar ronco que abraza el mítico castro de Baroña, en el municipio coruñés de Porto do Son, aquellos niños que compartier­on infancia con Fernando Sieira se repliegan entre los cuellos de sus zamarras, evitan la mirada y no contestan. En el bar 85, principal lugar de encuentro —mayormente de hombres— en el pueblo vecino, y algo más grande, de Abuín, se abre un vacío abismal cuando se pregunta por ese chico que un día dejó aquello para regresar, la semana pasada, transforma­do en noticia de telediario. “Era mal estudiante, pero demostró ser el más listo” o “es un chaval normal, estupendo”, es lo máximo que dicen, antes de hacer sentir a los reporteros como paparazi. En la casa familiar, una del montón entre treinta, todavía viven sus progenitor­es y algún hermano. Él va a veces. El padre de Sieira fue concejal socialista, trabajador emigrado en Nueva York y en la marina mercante del norte de Europa. El pueblo comprende su dolor y evita meterse en lo que no le incumbe. “Ovejas negras hay en todas partes”, zanjan sin más historias.

 ?? Foto: Anxo Iglesias ?? Arriba, Fernando Sieira, cuando fue grabado en 2011 por las cámaras de un restaurant­e Vips de Madrid donde recogió el primer pago de un chantaje a Carmen Cervera de su hombre de confianza. Abajo, José María Díaz, exdeán de la catedral de Santiago, en...
Foto: Anxo Iglesias Arriba, Fernando Sieira, cuando fue grabado en 2011 por las cámaras de un restaurant­e Vips de Madrid donde recogió el primer pago de un chantaje a Carmen Cervera de su hombre de confianza. Abajo, José María Díaz, exdeán de la catedral de Santiago, en...

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain