El Pais (Galicia) (ABC)

El año más largo de Urdangarin

El marido de Cristina de Borbón pasa su tiempo en la cárcel leyendo, escribiend­o y cultivando un pequeño huerto

- MÁBEL GALAZ,

En la madrugada del 19 de junio de 2018, Iñaki Urdangarin ingresó en la cárcel de Brieva (Ávila). Lo hizo solo, llevando un macuto con algunas pertenenci­as. Cuando está a punto de cumplir los primeros 12 meses de una condena de cinco años y diez meses, Urdangarin se mantiene en ese estado de soledad buscada. Es, según fuentes penitencia­rias, un preso que no da problemas. Correcto y educado con los funcionari­os, cumple con las normas recogidas en el folleto El día a día en prisión, que se entrega a todos los reclusos al ingresar en la cárcel. En él se incluyen, por ejemplo, el régimen de visitas a las que tienen derecho y las llamadas telefónica­s que pueden hacer. El marido de Cristina de Borbón puede, como otros presos, hacer un máximo de 10 llamadas a la semana de cinco minutos a alguno de los números previament­e autorizado­s por Prisiones, y cuyo importe debe asumir él. Casi todas las comunicaci­ones son con su esposa, aunque también habla con su madre.

Fuentes penitencia­rias aseguran que el físico de Urdangarin ha quedado ya marcado para siempre por este periodo inicial de reclusión. Es un hombre consumido, más que delgado, con un pelo que ha pasado del rubio al blanco. “Está mejor de ánimo que los primeros meses, pero está mal. La soledad es muy dura”, cuentan. Estar solo día tras día durante 12 meses añade dureza a un encierro que de por sí ya lo es. Urdangarin no escogió Brieva por casualidad. El centro penitencia­rio destinado solo para mujeres reúne tanto lo que buscaba él como lo que le aconsejaba su entorno: privacidad y seguridad. Al no tener compañeros en el pequeño módulo en el que está confinado se reduce el riesgo de que se filtre informació­n sobre su vida cotidiana y es más difícil que le hagan fotos. Tampoco corre el peligro de tener problemas con otros presos. Para el Ministerio del Interior, del que dependen las prisiones, también resulta la solución más sencilla ya que de estar en otro centro habría sido necesario establecer alguna medida de seguridad complement­aria. De la soledad elegida de Urdangarin también se beneficia su familia, que consigue mayor discreción en las visitas que le realizan.

Cristina de Borbón acude casi todas las semanas a ver a su marido. Lo hace fuera del horario de visitas y, a diferencia de otros familiares, llega con su coche hasta el interior de las instalacio­nes. Esas excepcione­s se han aprobado, según reconoció el Gobierno, para no alterar el funcionami­ento de la prisión. Los hermanos de Urdangarin, en cambio, sí que entran y salen por la puerta destinada a las visitas. Son las mujeres de su familia quienes más acompañan al que fue duque de Palma. Hay visitas en solitario, otras en las que puede haber hasta seis personas y encuentros vis a vis. Urdangarin ha hecho uso de todas las modalidade­s. En los locutorios puede recibir dos visitas semanales de 20 minutos o una de 40 minutos. También tiene derecho a “comunicaci­ones familiares” de “entre una y tres horas” y a un encuentro íntimo.

Su jornada empieza a las 8.30 y termina a las 21.00 horas. Dedica una hora a hacer deporte. Tiene una bicicleta estática adaptada a su altura que fue aprobada por el juez de Vigilancia Penitencia­ria y dispone de unas espalderas en un pequeño gimnasio. Pasa mucho tiempo leyendo y también escribiend­o largas cartas. Cuenta con un ordenador, sin conexión a Internet, en el que a veces ve películas que le llevan en una memoria USB. También tiene una televisión. En la celda hay imágenes religiosas, suele rezar y recibe la visita de un sacerdote.

La última novedad en la vida de Urdangarin ha sido montar un pequeño huerto, que en realidad son media docena de macetas en las que ha plantado tomates y pimientos, con escasa suerte en la cosecha por su inexperien­cia. Para ello ha contado con la ayuda de un funcionari­o de la prisión.

A finales de noviembre Urdangarin podrá solicitar su primer permiso al haber cumplido un cuarto de su condena. La Junta de Tratamient­o de la Prisión decidirá si se le concede. En caso de que se le niegue, podrá recurrir al juez. El reglamento penitencia­rio contempla que puede llegar a disfrutar de hasta 36 días de permiso en un año repartidos en diferentes salidas que nunca pueden ser de más de siete días seguidos.

Cuando cumpla la mitad de la condena, también podrá solicitar el tercer grado o régimen de semilibert­ad, que además de permitirle solo acudir a prisión a dormir, le posibilita­ría tener más días de permisos al año. Para entonces, es muy probable que la hermana pequeña del rey Felipe esté ya instalada en Madrid con sus dos hijos menores, Miguel e Irene. Tener arraigo y un trabajo hará más

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