Buenos días, Yeruldelgger
Por Manuel Rodríguez Rivero 1. Sabueso
Estamos de enhorabuena. Los aficionados a las aventuras del comisario Yeruldelgger —el más famoso de Mongolia—, entre los que me cuento, ya disponen de una buena dosis de intriga “exótica” para el verano. Para aliviar los calores y el disgusto causado por el cívico (pero puñetero) cumplimiento con Hacienda, pocas cosas resultan más refrescantes —a pesar de su sombrío fondo— que la lectura de La muerte nómada (traducción de José Manuel Fajardo), tercera entrega de la serie de Ian Manook que Salamandra, de la mano de la editora Anik Lapointe, publica puntualmente (en librerías a partir del 20), y que acabo de terminar de leer en pruebas. Yeruldelgger no es un inspector al uso. De hecho, ya no es ni siquiera un inspector. Hastiado del trabajo de sabueso en la capital, hace tiempo que abandonó Ulán Bator para retirarse a meditar en las menos estresantes estepas del desierto de Gobi. Pero allí tampoco encuentra la añorada paz interior. Ahora las estepas están siendo esquilmadas salvajemente por explotaciones mineras controladas por empresarios sin escrúpulos y nuevos ricos codiciosos a los que las viejas tradiciones no les importan un ardite, lo que no impide que Manook siga entremezclando en su historia estupendas pinceladas de lo que Truman Capote llamaba color local. La corrupción y el delito, con ramificaciones en Nueva York, Canadá y Australia, obliga a Yeruldelgger a moverse y aparcar por un rato sus meditaciones, lo que también contribuye al contraste. Tras Muertos en la estepa y Tiempos salvajes, La muerte nómada viene a consagrar definitivamente entre los mejores autores “negros” europeos a Ian Manook (uno de los heterónimos del periodista y autor de libros de viajes Patrick Manoukian). La última novela la publica Salamandra ya como sello de Penguin Random House. Por cierto que en Alfaguara (adquirida por PRH en 2014, dentro del suculento “paquete” de Santillana), la editora María Fasce (Lumen) sigue a cargo de una excelente serie de novela negra. A pesar de que en la política de los grandes grupos rige la máxima maoísta de “que se abran cien flores, que compitan cien escuelas”, espero que entre las dos editoras —ambas dotadas de semejante pasión por su trabajo y de bastante carácter— no salten chispas.
2.
Ridículo No es precisamente la mejor estrategia de mercadotecnia