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OBJETIVO: TRES HORAS Y MEDIA
Un maratón despierta en quien lo corre una mezcla de amor y odio. Aunque cueste explicarlo, todo el sufrimiento acumulado a lo largo de los 42.195 metros de carrera, todos los dolores, pinchazos y pequeñas lesiones que el cuerpo acumula desaparecen una vez que cruzamos la meta y las endorfinas invaden nuestro organismo para llenarnos de satisfacción y, por qué no decirlo, también de felicidad. Y hay algo aún mejor que ya nadie podrá quitarnos nunca: una buena dosis de autoestima por haber superado el reto. Cualquier runner que se precie no puede morir sin haber experimentado todo esto. Pero para llegar a la línea de salida con un mínimo de garantías conviene tener estudiados todos los detalles. El objetivo es llegar al día ‘D’y a la hora ‘H’ con los deberes realizados. Antes de empezar a ejecutar un plan de entrenamiento conviene someterse a un mínimo de tres semanas de preparación previa, a no ser que hayamos estado realizando algún tipo de actividad física con regularidad. Debo aclarar que aunque esta planificación está preparada para alcanzar un tiempo muy exigente, si algún deportista quiere llevar a cabo los entrenamientos para tiempos más cómodos, sólo tendrá que adaptar los ritmos a su condición física y al objetivo marcado. Horas antes de la salida, los atletas experimentamos una serie de sensaciones diferentes según se va acercando el gran momento. La importancia del reto, el deseo de que empiece la carrera y la incertidumbre sobre el desarrollo de la prueba y su resultado final propician que tengamos un gusanillo que recorre nuestro cuerpo y nuestra men-