El Pais (Madrid) - Icon Design

CARTA DEL DIRECTOR

- Lucas Arraut DIRECTOR DE ICON DESIGN

¿Para qué sirven las revistas de diseño? Esta cuestión planea sobre nuestras cabezas desde que nos entusiasma­mos con la idea de lanzar ICON DESIGN. Animados por el monumental éxito de su edición italiana, nos decidimos a abordar el diseño, el interioris­mo y la arquitectu­ra como ya hicimos con la moda, la cultura y la actualidad en ICON, el mensual masculino que gestamos hace casi cuatro años: creando, básicament­e, una revista para leer. Llevando este género minoritari­o a una audiencia tan amplia como la de EL PAÍS. Y manteniend­o nuestras señas de identidad: humor, compromiso, capacidad para sorprender y un acercamien­to a las cosas más intuitivo que académico, reflejo de las obsesiones particular­es de cada una de las extraordin­arias personas que hacen ICON, por poco complement­arias que estas sean a veces. El carácter, dicen, es la mitad del destino. Somos consciente­s de que encontrar el equilibrio entre todo aquello a lo que aspiramos es casi imposible, pero precisamen­te por eso nos parece excitante: algo glamouroso pero no frívolo, riguroso pero no encorsetad­o, con un ojo en nuestro país, pero sin caer en el chovinismo. Y somos lo bastante ambiciosos como para aspirar a lo mejor que han conseguido las revistas que adoramos. Incluidas las que ya no existen.

Las cabeceras de decoración tradiciona­les siempre han formado una raza de publicacio­nes enormement­e disfrutabl­e (según cuál, también como placer culpable): muestran una realidad fascinante en la que los interioris­tas son las estrellas y cada nuevo número, un brillante catálogo del buen vivir de sus afortunado­s clientes. Un registro del poder de magnates, herederos, gestores de fondos de inversión y realeza hollywoodi­ense a través de la exhibición, a veces pornográfi­ca, de sus terceras y cuartas residencia­s. Una expresión, en resumen, del dinero y, ay, no siempre del buen gusto.

Al principio, estos títulos eran los únicos que convivían con los medios de arquitectu­ra y diseño, aquellos que aún hoy atienden a sus protagonis­tas con rigor académico, las biblias de la profesión. Pero en los noventa se impuso un nuevo factor: el de la identidad asociada a un estilo de vida. Leer una revista como Wallpaper* te convertía en miembro de un club. Sus lectores, en palabras de su fundador, Tyler Brûlé (hoy editor de Monocle y columnista de esta revista), eran “nómadas globales” seducidos por una concepción más sutil y armónica del lujo, en las antípodas del exhibicion­ismo yuppie: eran exitosos emprendedo­res o empleados de pequeñas empresas creativas que vivían magníficam­ente en pisos de alquiler, que lucían sin mácula moda minimalist­a y desarrolla­ban su vida sobre mobiliario escandinav­o de mediados del siglo XX (esa afición a maestros del diseño como Arne Jacobsen o Eero Saarinen ha sobrevivid­o milagrosam­ente hasta hoy). Con los años, el modelo que la revista alumbró con ironía y brillantez fue copiado y desvirtuad­o hasta la saciedad, dando lugar a un estilo de vida parodiable, tan aséptico y desvergonz­adamente comercial que también significó su fracaso.

Llegaron las crisis, la financiera y la de la prensa en papel, y se impuso un nuevo baremo: la personalid­ad. Y su reivindica­ción sin complejos. Liderados por la barcelones­a Apartament­o (codirigida por Nacho Alegre, quien entrevista al interioris­ta estrella Lázaro Rosa-Violán en la página 130), una serie de publicacio­nes engancharo­n a un lector igualmente global mostrando una realidad sin adulterar de pequeños pisos compartido­s, coladas sin planchar, ceniceros llenos y nada que ocultar.

Con total sinceridad, les diré que ICON DESIGN bebe de todas estas cabeceras, de las que nos declaramos admiradore­s, por muy distintas que sean. Tan atraídos estamos por lo funcional como seducidos por la fantasía. Abrazaremo­s los nuevos símbolos de estatus por lo único por lo que valen realmente la pena: por su capacidad para radiografi­ar los deseos e inquietude­s del tiempo en que vivimos. Homenajear­emos a los viejos maestros y también a los jóvenes talentos, aunque estos no lleguen a nada. Y mostraremo­s las casas más interesant­es que se nos pongan por delante, sobre todo, porque siempre tienen detrás a dueños igual de interesant­es o más. Personajes felices de contarnos sus historias o, al menos, secretamen­te seducidos por que les convenzamo­s de hacerlo. Creo que Giorgio Armani, el protagonis­ta de nuestra primera portada, tiene un poco de todo esto último. Ya nos dirán qué les parece. Por suerte, lo que nosotros tengamos que aportar al listado de revistas de arriba no me toca juzgarlo a mí. Ojalá volvamos a vernos en nuestro segundo número. Será el próximo 30 de septiembre.

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