El Pais (Madrid) - Icon Design
CARTA DEL DIRECTOR
¿Para qué sirven las revistas de diseño? Esta cuestión planea sobre nuestras cabezas desde que nos entusiasmamos con la idea de lanzar ICON DESIGN. Animados por el monumental éxito de su edición italiana, nos decidimos a abordar el diseño, el interiorismo y la arquitectura como ya hicimos con la moda, la cultura y la actualidad en ICON, el mensual masculino que gestamos hace casi cuatro años: creando, básicamente, una revista para leer. Llevando este género minoritario a una audiencia tan amplia como la de EL PAÍS. Y manteniendo nuestras señas de identidad: humor, compromiso, capacidad para sorprender y un acercamiento a las cosas más intuitivo que académico, reflejo de las obsesiones particulares de cada una de las extraordinarias personas que hacen ICON, por poco complementarias que estas sean a veces. El carácter, dicen, es la mitad del destino. Somos conscientes de que encontrar el equilibrio entre todo aquello a lo que aspiramos es casi imposible, pero precisamente por eso nos parece excitante: algo glamouroso pero no frívolo, riguroso pero no encorsetado, con un ojo en nuestro país, pero sin caer en el chovinismo. Y somos lo bastante ambiciosos como para aspirar a lo mejor que han conseguido las revistas que adoramos. Incluidas las que ya no existen.
Las cabeceras de decoración tradicionales siempre han formado una raza de publicaciones enormemente disfrutable (según cuál, también como placer culpable): muestran una realidad fascinante en la que los interioristas son las estrellas y cada nuevo número, un brillante catálogo del buen vivir de sus afortunados clientes. Un registro del poder de magnates, herederos, gestores de fondos de inversión y realeza hollywoodiense a través de la exhibición, a veces pornográfica, de sus terceras y cuartas residencias. Una expresión, en resumen, del dinero y, ay, no siempre del buen gusto.
Al principio, estos títulos eran los únicos que convivían con los medios de arquitectura y diseño, aquellos que aún hoy atienden a sus protagonistas con rigor académico, las biblias de la profesión. Pero en los noventa se impuso un nuevo factor: el de la identidad asociada a un estilo de vida. Leer una revista como Wallpaper* te convertía en miembro de un club. Sus lectores, en palabras de su fundador, Tyler Brûlé (hoy editor de Monocle y columnista de esta revista), eran “nómadas globales” seducidos por una concepción más sutil y armónica del lujo, en las antípodas del exhibicionismo yuppie: eran exitosos emprendedores o empleados de pequeñas empresas creativas que vivían magníficamente en pisos de alquiler, que lucían sin mácula moda minimalista y desarrollaban su vida sobre mobiliario escandinavo de mediados del siglo XX (esa afición a maestros del diseño como Arne Jacobsen o Eero Saarinen ha sobrevivido milagrosamente hasta hoy). Con los años, el modelo que la revista alumbró con ironía y brillantez fue copiado y desvirtuado hasta la saciedad, dando lugar a un estilo de vida parodiable, tan aséptico y desvergonzadamente comercial que también significó su fracaso.
Llegaron las crisis, la financiera y la de la prensa en papel, y se impuso un nuevo baremo: la personalidad. Y su reivindicación sin complejos. Liderados por la barcelonesa Apartamento (codirigida por Nacho Alegre, quien entrevista al interiorista estrella Lázaro Rosa-Violán en la página 130), una serie de publicaciones engancharon a un lector igualmente global mostrando una realidad sin adulterar de pequeños pisos compartidos, coladas sin planchar, ceniceros llenos y nada que ocultar.
Con total sinceridad, les diré que ICON DESIGN bebe de todas estas cabeceras, de las que nos declaramos admiradores, por muy distintas que sean. Tan atraídos estamos por lo funcional como seducidos por la fantasía. Abrazaremos los nuevos símbolos de estatus por lo único por lo que valen realmente la pena: por su capacidad para radiografiar los deseos e inquietudes del tiempo en que vivimos. Homenajearemos a los viejos maestros y también a los jóvenes talentos, aunque estos no lleguen a nada. Y mostraremos las casas más interesantes que se nos pongan por delante, sobre todo, porque siempre tienen detrás a dueños igual de interesantes o más. Personajes felices de contarnos sus historias o, al menos, secretamente seducidos por que les convenzamos de hacerlo. Creo que Giorgio Armani, el protagonista de nuestra primera portada, tiene un poco de todo esto último. Ya nos dirán qué les parece. Por suerte, lo que nosotros tengamos que aportar al listado de revistas de arriba no me toca juzgarlo a mí. Ojalá volvamos a vernos en nuestro segundo número. Será el próximo 30 de septiembre.