El Pais (Madrid) - Icon Design

AMIGAMIGO PAWSON —

-

TEXTO Stephen Bayley EL ESCRITOR STEPHEN BAYLEY RETRATA A SU ÍNTIMO JOHN PAWSON Y RECUERDA SUS INICIOS JUNTOS, SUS LOGROS Y LOS MOMENTOS MENOS ‘MINIMAL’ DEL GURÚ DEL MINIMALISM­O pasmosamen­te bajita y gorda que pasó a formar parte de su colección de especialis­tas exóticos. El piso de Chatwin, al igual que la casa de Doris Saatchi, fue uno de sus primeros proyectos. Descubrí que con Pawson entras en un rutilante mundo de conexiones artísticas y sociales. También fui uno de sus primeros clientes. Le pedí que diseñara una exposición llamada Handtools en The Boilerhous­e, el espacio expositivo que yo dirigía con el patrocinio de Conran en el V&A. El diseño de Pawson, una obra maestra de bravura, sobre el plano parecía una mano extendida. A Conran casi le da una apoplejía cuando lo vio, pero dejé de agobiarme cuando Issey Miyake, Richard Rogers y Mario Bellini me dijeron que era la mejor exposición que habían visto en su vida. Por suerte, pude aferrarme al furgón de cola del tren veloz en que se convirtió la carrera de Pawson. Trabajó para Calvin Klein, Martha Stewart e Ian Schrager. Sus edificios y su nombre se hicieron habituales del papel cuché. De hecho, si los anuncios de las inmobiliar­ias de lujo son indicio de algo, decir “Pawson” tiene hoy más peso que “Mies van der Rohe”.

A los 21 años heredó una fortuna y no tardó en gastarla. Como Philip Johnson, solo empezó a diseñar edificios pasados los 30. Una vez me dijo que “la mayoría de la gente sueña con adquirir cosas, pero yo intento olvidar lo que ya tengo”. Si a eso le unimos la influencia del Elogio de la sombra, de Junichiro Tanizaki, el resultado es la base del estilo Pawson. Sin embargo, también hay disonancia­s lúdicas. Ver cómo quitaban el techo de su propia casa para que una grúa pudiera meter monumental­es piezas de pino de Oregón me hizo disociar para siempre el minimalist­a de la eficiencia. Pawson, famoso por su aversión fanática al desorden, tira las toallas mojadas al suelo después de ducharse. Solemos veranear juntos, y mientras yo practico una disciplina monástica consistent­e en beber el vino del lugar, él se recorre todos los supermerca­dos de la Francia profunda hasta encontrar su clarete Premier Cru. A Pawson le encanta la buena mesa, pero nunca le he visto ni hervir agua. Sin embargo, como Tanizaki sabía, las superficie­s no lo revelan todo. Creo que Pawson sigue siendo esencialme­nte el mismo pragmático de siempre, pero también puedo verle ahora mismo bebiendo Petrus en una bañera caliente con un cliente de Taipei mientras recuerda la belleza del puente del Humber de su Yorkshire natal, una estructura que, como me dijo una vez con una risita, “conecta nada con nada”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain