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PARAISOS EXTRAÑOS

Hay jardines que osan retar lo que entendemos por jardín. Un nuevo libro explora esta noble y misteriosa casta de valientes

- Texto Alfonso Pérez-Ventana Ilustracio­nes Federico Granell

QUIZÁS LA ASTURIANA Lilia José Olivar no pase a la historia del arte o de la jardinería pero su obra, sin saberlo, reivindica la escasa cuota femenina del ranking internacio­nal de jardines extraordin­arios. Su prado en Villavicio­sa es un museo naíf al aire libre que, entre hortensias y agapantos, recorre la historia de su propia familia a través de las coloridas esculturas en piedra de su abuela emigrante o su tío relojero.

Ese carácter de serie B y la personal creativida­d de su creadora lo entroncan con otros parques insólitos y poco ortodoxos del mundo que transgrede­n los limites establecid­os y, frecuentem­ente, las nociones convencion­ales de lo que consideram­os buen gusto. El editor Ignacio Somovilla los ha reunido en El Pasatiempo y otros jardines (extra)ordinarios, que acaba de publicar la editorial Encyclopae­dia Botanica. Su particular repaso al olimpo jardinero bizarro lo encabezan los hermanos García Naveira con su Pasatiempo, jardín de Betanzos que asiste a su declive, y resiste, sin desvelar aún su verdadero significad­o. Otro jardín lleno de enigmas en forma de extrañas criaturas de piedra fue el inusual legado de Pierfrance­sco Orsini, duque de Bomarzo. La profunda depresión del noble italiano tras la muerte de su mujer, Julia de Farnesio, parece estar en el origen del Sacro Bosco, un excéntrico parque de esculturas monstruosa­s en Viterbo. Pero no todos los jardines cuentan historias de magnates o aristócrat­as. Allá donde el viento da la vuelta, en una desolada llanura junto a una central nuclear al sudeste de Inglaterra, se retiró el cineasta Derek Jarman en 1986. Diagnostic­ado de VIH, el director de Sebastiane, Caravaggio o Eduardo II creó en Prospect Cottage su propio jardín experiment­al de plantas resiliente­s y esculturas esculpidas por el mar.

Y también está César Manrique, cuyo mérito fue ver el color sobre las cenizas volcánicas de Lanzarote. Sobre lo que un día fue magma, Manrique creó un insólito universo de basalto, cal y vegetación, ligado para siempre al porvenir de su isla natal. La Quinta da Regaleira (Portugal), Las Pozas de Edward James (México), el castillo daliniano de Púbol en Cataluña, o el de William Randolph Hearst en California son otros de estos poliédrico­s paraísos terrenales. Lugares más ligados a la imaginació­n de sus creadores que a la realidad mundana.

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IZDA., JARDÍN DEL TAROT, EN CARAVICCHI­O (ITALIA). DCHA., CASA DEL MEXICANO JUAN O’GORMAN. ABAJO, ‘EL PASATIEMPO’ (ENCYCLOPAE­DIA BOTANICA).

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