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PARAISOS EXTRAÑOS
Hay jardines que osan retar lo que entendemos por jardín. Un nuevo libro explora esta noble y misteriosa casta de valientes
QUIZÁS LA ASTURIANA Lilia José Olivar no pase a la historia del arte o de la jardinería pero su obra, sin saberlo, reivindica la escasa cuota femenina del ranking internacional de jardines extraordinarios. Su prado en Villaviciosa es un museo naíf al aire libre que, entre hortensias y agapantos, recorre la historia de su propia familia a través de las coloridas esculturas en piedra de su abuela emigrante o su tío relojero.
Ese carácter de serie B y la personal creatividad de su creadora lo entroncan con otros parques insólitos y poco ortodoxos del mundo que transgreden los limites establecidos y, frecuentemente, las nociones convencionales de lo que consideramos buen gusto. El editor Ignacio Somovilla los ha reunido en El Pasatiempo y otros jardines (extra)ordinarios, que acaba de publicar la editorial Encyclopaedia Botanica. Su particular repaso al olimpo jardinero bizarro lo encabezan los hermanos García Naveira con su Pasatiempo, jardín de Betanzos que asiste a su declive, y resiste, sin desvelar aún su verdadero significado. Otro jardín lleno de enigmas en forma de extrañas criaturas de piedra fue el inusual legado de Pierfrancesco Orsini, duque de Bomarzo. La profunda depresión del noble italiano tras la muerte de su mujer, Julia de Farnesio, parece estar en el origen del Sacro Bosco, un excéntrico parque de esculturas monstruosas en Viterbo. Pero no todos los jardines cuentan historias de magnates o aristócratas. Allá donde el viento da la vuelta, en una desolada llanura junto a una central nuclear al sudeste de Inglaterra, se retiró el cineasta Derek Jarman en 1986. Diagnosticado de VIH, el director de Sebastiane, Caravaggio o Eduardo II creó en Prospect Cottage su propio jardín experimental de plantas resilientes y esculturas esculpidas por el mar.
Y también está César Manrique, cuyo mérito fue ver el color sobre las cenizas volcánicas de Lanzarote. Sobre lo que un día fue magma, Manrique creó un insólito universo de basalto, cal y vegetación, ligado para siempre al porvenir de su isla natal. La Quinta da Regaleira (Portugal), Las Pozas de Edward James (México), el castillo daliniano de Púbol en Cataluña, o el de William Randolph Hearst en California son otros de estos poliédricos paraísos terrenales. Lugares más ligados a la imaginación de sus creadores que a la realidad mundana.