El Pais (Nacional) (ABC)

Celebrando la austeridad germánica

Una muestra en Berlín rastrea el origen histórico de la virtud nacional del ahorro

- ANA CARBAJOSA,

Una exposición que se inaugura hoy en Berlín rastrea el origen histórico de una de las caracterís­ticas de los alemanes: el ahorro. La muestra, titulada Ahorrar. Historia de una virtud alemana, se abre con titulares de periódicos europeos en los que se reseña la austeridad germánica. Se exhiben huchas antiguas y carteles de hace décadas que atestiguan que los alemanes ahorran desde siempre y desde que son pequeños. “El ahorro en el alemán es un acto natural, con motivacion­es no solo económicas sino también culturales”, explica Robert Muschalla, comisario de la muestra.

La austeridad alemana no nació ayer, ni la alergia a las deudas la inventó el ex ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble, ni el rigor presupuest­ario es patrimonio de ningún partido político. El ahorro en Alemania es una suerte de misión nacional, inculcada con mimo a través de generacion­es y cuyas raíces se exhiben sin pudor en una exposición que hoy inaugura el Museo de Historia de Alemania.

El título de la muestra Ahorrar. Historia de una virtud alemana, prepara al visitante para un viaje a la psique de un pueblo acostumbra­do a guardar para un mañana incierto. “El ahorro en Alemania es un acto natural, que no tiene solo motivacion­es económicas, sino también culturales, que a la vez explican las políticas actuales. Hay que mirar a la historia para poder comprender”, explicó Robert Muschalla, comisario de la muestra, el miércoles en la presentaci­ón de la exposición.

Al entrar, una selección de titulares de prensa extranjero­s colgados en la pared da una idea del abismo que separa la cultura alemana del ahorro del resto de Europa. “Hay que frenar el acoso de Angela Merkel o dejaremos que ganen las fuerzas de la austeridad”, reza un titular de The Guardian. “Condenando a Europa a la austeridad, Alemania se fragiliza”, se lee en otro de Le Monde.

Estas salas repletas de objetos que dan fe del ansia ahorradora germana permiten comprender la profundida­d del choque político que ha enfrentado durante la crisis del euro a Alemania con el sur del continente y que se remonta a más de un siglo. Porque mientras media Europa condenaba la austeridad alemana que supuestame­nte estranguló las economías y se convirtió para muchos observador­es en un obstáculo insalvable para emerger de la crisis, en Alemania, la ausencia de deudas, seguía y sigue considerán­dose una virtud a cultivar. El Schwarze Null, ese mantra al que se aferran uno tras otro los ministros de Finanzas alemanes y que hace referencia a la ausencia de déficit, es aquí sinónimo inequívoco de buen gobierno.

“En muchos países tomar dinero prestado e invertirlo se considera un acto importante para su desarrollo económico, pero en Alemania hay una relación diferente con el dinero”, explica Muschalla, quien sostiene que la austeridad forma parte del ADN germano. “Aquí mucha gente ahorra sin un fin claro, por el mero hecho de ahorrar”.

Se pueden observar hasta finales de agosto huchas, cartillas de ahorro y cualquier objeto relacionad­o con el arte de acumular dinero. También se muestra cómo la educación en el ahorro comienza desde la infancia, a los niños en el colegio se les enseña a no gastar y se les anima a abrir una cuenta en el banco.

Casi cien años separan un póster de 1918 de la asociación de banqueros, en el que se dice a los ahorradore­s que no se preocupen, que sus caudales están asegurados, de unas declaracio­nes idénticas del Gobierno alemán durante la crisis del euro. Han pasado generacion­es, pero el anhelo de seguridad permanece intacto.

Durante el siglo que separa el cartel de las declaracio­nes de la canciller, los alemanes han vivido dos guerras, la hiperinfla­ción, el auge del nazismo, la reunificac­ión y la resurrecci­ón económica hasta convertirs­e en el hegemón de Europa. A efectos de las cajas de caudales ha dado prácticame­nte igual. El afán por el ahorro se ha mantenido imperturba­ble a lo largo del tiempo en un país, en el que deuda y culpa comparten una misma palabra: schuld (responsabl­e). El recorrido de la exposición ilustra acerca del papel precursor que jugaron los fondos comunales para emergencia­s de los gremios mineros, se detiene en la primera institució­n bancaria dedicada al ahorro, que abrió en Hamburgo en 1778 y detalla la expansión del culto a la austeridad en la era de la industrial­ización.

Explica desde una perspectiv­a crítica, cómo el ahorro proporcion­ó la expansión del bienestar social, pero también cómo se explotó la virtud nacional para perpetuar las condicione­s de vida de los trabajador­es y sofocar las ansias revolucion­arias, que ahora ya sí tenían algo que perder: sus ahorros. “Mientras los franceses hacían la revolución, los alemanes ahorraban”, bromea Muschalla.

La muestra avanza y llega la Gran Guerra, que paradójica­mente permitió a los alemanes seguir ahorrando, porque debido a la escasez, tuvieron pocas oportunida­des para consumir. Muchos ciudadanos invirtiero­n comprando bonos de guerra, ligando sus ahorros al futuro del país y a la noción de misión colectiva que tanto empuje demostró tener.

Después vino la República de Weimar y la inflación desatada de los años veinte, pero tampoco las crisis doblegaron el espíritu ahorrador que los ideólogos nazis encajaron a la perfección en su horma ideológica criminal y antisemita. El ahorro de los trabajador­es alemanes era bueno y constructi­vo. El de los judíos, capital financiero, indeseable y expropiabl­e. Los nazis glorificar­on y populariza­ron la idea del ahorro como deber nacional y las cuentas en los bancos se dispararon. Y así hasta hoy, en un país que estrena Gobierno y cuyo nuevo ministro de Finanzas se ha apresurado a tranquiliz­ar a la población prometiénd­oles que el Schwarze Null, en esta legislatur­a, seguirá siendo intocable.

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/ MUSEO DE HISTORIA DE ALEMANIA Cartel de una caja de ahorros de 1953 que se muestra en la exposición. Su texto reza: “Por lo menos, unos céntimos para una emergencia. Ahorra en la caja de ahorros”. Una niña introduce sus ahorros en una máquina, en Berlín en 1910. Abajo, hucha de...
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