El alcornoque portugués se impone al olmo extremeño
Un ejemplar de 234 años de Portugal gana el premio al Árbol del Año de Europa
Portugal se ha impuesto a España y —aún no menos extraño— a Rusia en la elección europea del Árbol del Año. El premiado vive desde hace 234 años en Palmela, mide 16,2 metros y goza de excelente salud, pese a realizarle periódicamente diversas operaciones de adelgazamiento: es un soberano alcornoque que produce suficiente corcho para taponar 100.000 botellas.
La elección del Árbol del Año se realizó por votación popular en toda Europa y el resultado se dio a conocer el miércoles en el Parlamento Europeo coincidiendo con el Día Internacional del Bosque. La candidatura del alcornoque portugués cosechó 26.606 votos, 3.000 más que los siete olmos centenarios de la localidad extremeña de Cabeza de Buey. Con ser espectaculares ejemplares, no pudieron competir en longevidad ni en medidas (14 metros de altura) con el ejemplar portugués. El tercer lugar, con 21.848 votos, fue para El Viejo de los Bosques de Belgorod, un roble ruso de 188 años.
El árbol de Palmela también tiene su alias, El Alcornoque Silbador, por los trinos de los pájaros que descansan en sus ramas; aunque con tantos años, ya tiene edad para leyendas y más de un vecino dice que en ese árbol nadie pía. Para otros, sin embargo, es el Sobreiro Casamenteiro, el alcornoque casamentero, porque bajo su sombra se celebraban bodas gitanas durante días y días. Los más prosaicos deducen que debajo de tanta sombra y tanta rama que ocultan las casas vecinas ha nacido más de un amor y más de una boda con más o menos prisas.
El alcornoque premiado fue plantado en 1874 en el centro de Águas de Moura, en el municipio de Palmela. Está clasificado como árbol de interés público desde 1988, por lo cual ha resistido los ímpetus inmobiliarios de los tiempos. También está registrado en el Libro Guinness de los Récords como el mayor alcornoque del mundo. Su corteza ha sido desmochada en más de 20 ocasiones y la Autoridad Forestal Nacional lo considera el más productivo del mundo, ya que produce corcho para 100.000 tapones de botellas cuando la media es de 4.000.