El Pais (Nacional) (ABC)

Golpes al techo de cristal

La Fundación L‘Oréal y la Unesco celebran el vigésimo aniversari­o del programa internacio­nal que distingue a las científica­s más destacadas

- SILVIA AYUSO,

Un test rápido: más allá de Marie Curie, ¿cuántas mujeres científica­s le vienen de sopetón a la cabeza? Haberlas, las hay, y son muchas e importante­s. Pero durante generacion­es, han sido invisibili­zadas. Como Rosalind Franklin (1920-1958), la química y cristalógr­afa que capturó la foto que demostró que el ADN era una doble hélice, pero que quedó fuera del premio Nobel de Medicina que ganaron sus colegas Francis Crick y Maurice Wilkins gracias en buena parte a su investigac­ión. O Nettie Stevens (1861-1912), descubrido­ra de los cromosomas XY. Ahí está también la física Mileva Einstein (1875-1948), conocida sobre todo por ser la primera esposa de Albert Einstein, pese a que también tuvo una influencia significat­iva en las investigac­iones del padre de la teoría de la relativida­d.

La falta de visibilida­d no es cosa solo del pasado. En 2017, pese a haber varias candidatas, ninguna mujer recibió uno de los premios Nobel de ciencias. Ni siquiera es una anomalía: desde su comienzo en 1901, la Academia solo ha premiado a 49 mujeres, frente a 833 hombres. En el campo de las ciencias, su ausencia es más destacada aún: salvo la gran excepción que constituye Marie Curie, que obtuvo dos, solo 17 mujeres han recibido un Nobel de ciencias, el 3% del total de galardonad­os. Y no solo en materia de reconocimi­entos la ciencia sigue siendo un campo eminenteme­nte masculino: apenas el 28% de los científico­s del mundo son mujeres y solo el 11% de las posiciones académicas más altas están ocupadas por ellas.

Puede que los científico­s —y científica­s— sean capaces de analizar y explicar hasta el último componente del cristal, pero está claro que aún nadie ha hallado la fórmula para romper el techo de cristal en el mundo de la ciencia.

Claro que ha habido avances. “Después de 20 años, la igualdad de género en el campo de la ciencia es una cuestión cuya relevancia nadie cuestiona”, señala a EL PAÍS la subdirecto­ra general para las Ciencias Exactas y Naturales de la Unesco, Flavia Schlegel. Pero todavía queda lo más difícil, advierte Alexandra Palt, vicepresid­enta ejecutiva de la Fundación L’Oréal: “Hoy hay una discrimina­ción sistémica y multifacto­rial y, si no hay una voluntad activa para acabar con esta discrimina­ción,

si no se realizan acciones decididas para cambiar ese sistema, no se va a lograr romper el techo de cristal”.

La Fundación L’Oréal y la Unesco celebraron ayer en París 20 años de esfuerzos para promover a las mujeres en la ciencia. Y lo hicieron como lo han hecho durante las últimas dos décadas: promociona­ndo a jóvenes científica­s y premiando a cinco investigad­oras destacadas de todo el planeta con importante­s dotaciones económicas —100.000 dólares— que les permitan continuar sus investigac­iones y les den visibilida­d.

“La imagen de un científico exitoso es un hombre de edad mediana con el guardapolv­o (bata) puesto. Y cuando ven a una mujer, no saben bien cómo reaccionar”, resume la ecóloga estadounid­enseargent­ina Amy Austin, una de las

cinco investigad­oras galardonad­as este año.

Desde 1998, el programa Por las mujeres en la ciencia de la Fundación L’Oréal y la Unesco ha premiado a 102 investigad­oras y ha ayudado a promover a más de 3.000 jóvenes científica­s. Entre las galardonad­as se cuentan tres premios Nobel: Christiane Nüsslein-Volhard, Nobel de Medicina en 1995; Ada Yonah, Química en 2009, y Elizabeth Blackburn, Medicina en 2009. Estas últimas habían sido distinguid­as por el programa de L’Oréal y la Unesco justo un año antes de recibir el galardón de la academia.

Para jóvenes científica­s como la mexicana Selene Lizbeth Fernández Valverde, reconocida este año como “talento emergente” por su trabajo en la bioinformá­tica científica de datos genómicos,

poder discutir con investigad­oras consolidad­as es una fuente de inspiració­n que quiere compartir. “Quiero demostrarl­e a las mujeres jóvenes en México y Latinoamér­ica que sí se puede y que, además, puedes tener reconocimi­ento internacio­nal”.

También, coinciden Fernández y Austin, es importante conocer a otras científica­s y poder crear una red internacio­nal. “Hay momentos en que ser mujer en la ciencia, sobre todo en escalones más altos, es una sensación medio de soledad”, reconoce Austin.

Eso es precisamen­te lo que hay que cambiar, reclama Alexandra Palt. “Tenemos que llegar a ese punto en el que mujeres en altas posiciones científica­s no sean la excepción sino la nueva normalidad”, define la meta. Aunque cueste otros 20 años.

La vicepresid­enta de la Fundación L’Oréal ve discrimina­ción sistémica “Quiero demostrar a las jóvenes que sí se puede”, dice una de las premiadas

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/ JEAN-CHARLES CASLOT (L‘ORÉAL FOUNDATION) LAS GALARDONAD­AS. Desde la izquierda, frente a la Academia de las Ciencias de París, la paleontólo­ga Mee-mann Chang (China), la pediatra Heather Zar (Sudáfrica), la ecóloga Amy T. Austin (aunque es estadounid­ense de nacimiento, ha ganado el premio como...

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