“Nunca hubo tantos sociópatas en el poder”
El singular realizador finlandés recibe la medalla de oro del Círculo de Bellas Artes
No hay un cineasta europeo como el finlandés Aki Kaurismäki (Orimattila, 1957), quien desde 1980 lleva realizando películas sin bajar un ápice la calidad de su obra. Comprometido con los más débiles de la sociedad —los sin techo, los refugiados o los parados—, con un estilo austero en plasmación de emociones y marcado en el uso de los colores y el espacio, Kaurismäki recibió ayer por estos méritos la medalla de oro del Círculo de Bellas Artes, un honor que previamente recayó en Jordi Savall, Salman Rushdie y Michael Haneke, entre otros creadores. O Luis Buñuel, como apuntó en el discurso de introducción Juan Miguel Hernández León, presidente de la entidad, un referente del surrealismo del que ha bebido Kaurismäki.
Como ejemplo de su compromiso con el surrealismo, Kaurismäki llegó media hora tarde al acto, para desesperación de sus anfitriones, que minutos antes habían anunciado: “Pedimos perdón. Os podemos confirmar que está en Madrid, pero no sabemos exactamente dónde”. Y ahí apareció el legendario bebedor, conspicuo fumador (ahora de cigarrillo electrónico) y artista sin pelos en la lengua: “Llego tarde a todo. Lo haré a mi propio funeral y no importará, porque no habrá nadie. Yo mismo cavaré mi tumba”.
En los últimos años, se ha convertido en un clarividente analista de la actualidad social y política, tanto en la pantalla, y así lo muestra El otro lado de la esperanza, como en sus declaraciones: “El poder está en manos del capital, que está conducido por idiotas. El mundo está en las peores manos posibles. Voy a ponerme serio, aunque esto conlleve caer en la tristeza. El problema de los refugiados no ha hecho más que empezar. Cuando era niño confiaba en Europa. Hoy es una vergüenza para Europa que no se haga caso a este drama. Las potencias prueban sus armas en Siria y Putin así lo ha confirmado. Este planeta nunca tuvo tantos sociópatas e idiotas en el poder. El presidente Eisenhower dijo que había que evitar la unión entre el capital y la industria armamentística, que es lo que hoy ocurre”.
El director señaló con sus palabras a Naciones Unidas: “El principal problema es el Consejo de Seguridad de la ONU y el poder del veto allí de EE UU. Porque el resto son unos payasos. El 90% de la población quiere vivir, plantar su huerto, criar a sus hijos, y no puede. El 10% restante son esos sociópatas que tienen el poder. La UE también tiene la culpa por priorizar la economía, y por cerrar la puerta a esta gente, convirtiendo
a Siria en un campo de concentración. En cuanto tengan la tecnología para enviar en cohetes a ese 10% a Marte, yo estaré encantado de pagar mi parte”.
Y remató con un chiste marca de la casa: “Es una pena que los yanquis, que tenían esa gran tradición de asesinar a sus presidentes, la hayan perdido. Lo hacían con los buenos y no lo hacen ahora con los malos”. Dicho lo anterior, elevó el tono: “Pero esta no es una reunión para rendirnos. La esperanza mueve montañas y sin la esperanza solo nos quedan los bares. Vamos a un bar”.
¿Se retirará pronto? ¿Se acabará el mundo en 2021, como dijo en la Berlinale hace dos años? “En mi vida y en mi cine no tengo esperanza. Por ello, imito a los mejores, y siempre quiero volver a Ozu, Chaplin, Bresson, Buñuel, Buster Keaton, Raoul Walsh... Sin embargo, por mi falta de talento nadie se da cuenta. Yo quiero dejar de hacer cine, pero el cine no me deja. Me gustaría dirigir una película más y así llegar hasta las 20 películas. Es que 19 no es un buen número”, responde. ¿Y cuándo se acabará el mundo? “He cambiado de fecha. Será en 2027, porque mi carnet de conducir caduca ese año, así que...”.