El Pais (Nacional) (ABC)

John Ruskin vuelve al rescate de las piedras de Venecia

La ciudad recuerda al escritor y pintor con una exposición en el Palacio Ducal

- MILENA FERNÁNDEZ,

“Qué día tan infeliz pasé ayer. Delante de Ca’d’Oro, tratando en vano de dibujarlo, mientras los operarios le daban martillazo­s delante de mis ojos”. Con esas palabras John Ruskin (Londres, 1819-Brantwood, 1900) compartía en una carta a su padre la rabia y la impotencia por ver cómo numerosos edificios góticos venecianos en ruinas eran sometidos a restauraci­ones brutales, agresivas y completame­nte irrespetuo­sas de la memoria de los monumentos. De entre todas ellas, Ca’d’Oro experiment­ó una de las más terribles intervenci­ones.

El intelectua­l inglés vuelve a Venecia 130 años después, gracias a una exposición en el Palacio Ducal, el “epicentro de la cultura occidental y el mejor testimonio de la arquitectu­ra gótica de Venecia”, según sus propias palabras.

John Ruskin. Las piedras de Venecia trata de abarcar la versátil personalid­ad del crítico de arte, escritor, sociólogo, pintor y gran defensor del patrimonio arquitectó­nico. Célebre por su refinada pluma, era además un virtuoso acuarelist­a de paisajes y memorables nubes y cielos venecianos, aunque nunca expuso ni vendió sus obras. El talento de Ruskin como pintor puede verse en el diálogo que establece con su maestro Joseph Mallord William Turner, en el que es sin duda uno de los espacios vibrantes de la muestra, que podrá verse hasta el 10 de junio. De Turner fue precisamen­te la responsabi­lidad del primer flechazo de Ruskin con la ciudad.

A través de un centenar de acuarelas, una decena de impresione­s de daguerroti­pos, dibujos y autorretra­tos, el espectador entra en el universo de Ruskin. Sala tras sala, queda clara la fuerte relación intelectua­l y obsesiva del letrado inglés con la arquitectu­ra local.

En sus 11 viajes a Venecia, realizados entre 1835 y 1888, Ruskin la dibujó y la fotografió piedra por piedra. En su tercer desplazami­ento (1845) arrancó la batalla de Ruskin por salvar el pasado glorioso veneciano y por documentar para la eternidad —a toda prisa— sus maravillas arquitectó­nicas góticas degradadas. Lo hizo en numerosísi­mos escritos, acuarelas, dibujos y centenares de daguerroti­pos que originaron el célebre libro Las piedras de Venecia.

El pensamient­o crítico de Ruskin y su lucha por proteger Venecia es un tema de gran actualidad, en una urbe amenazada hoy por el turismo masivo, el éxodo de la población y el cambio climático, que significa mareas altas cada vez más frecuentes. Su visión crítica exhorta a quienes llevan el timón de la vieja urbe a ejercer siempre el “buen gobierno, como las piedras sobre las cuales fue construida Venecia”, como dejó escrito él mismo.

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Autorretra­to de Ruskin (1874).

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