El Pais (Nacional) (ABC)

El modelo de negocio de la vivienda está caduco

- VICENTE SÁNCHEZ Vicente Sánchez es secretario general estatal de CC OO Construcci­ón y Servicios, profesor de Economía (UCM) y doctor en Economía Política.

En los últimos meses asistimos a un ligero y sostenido repunte de la construcci­ón, aun cuando la propuesta de Presupuest­os Generales del Estado no acompañe lo más mínimo al pequeño impulso privado. Al mismo tiempo, comienzan a aparecer un amplio abanico de titulares que sintetizan diversas reflexione­s sobre el sector, con especial atención al incremento del precio de la vivienda, intentando atribuirlo, entre otras cuestiones, al encarecimi­ento de la mano de obra cualificad­a debido a su escasez. Nada más lejos de la realidad. En enero de 2007, en pleno apogeo de la economía, la construcci­ón contaba con 2.411.314 trabajador­es, sumando asalariado­s y autónomos. En 2014, en su máximo declive, apenas sumaba 942.162. A comienzos del presente año la cifra global se situaba en 1.132.833 trabajador­es, no llegando siquiera a estabiliza­r 200.000 empleos de los más de 1.529.155 perdidos durante la crisis. Con estos datos, el aumento generaliza­do del precio de la vivienda poco tiene que ver con la falta de mano de obra asalariada, que además ha perdido porcentaje con respecto a los autónomos, los cuales han pasado del 21% al 32% del sector.

Así, para entender el encarecimi­ento de la vivienda, se hace necesario revisar el modelo de negocio vigente para comprobar cuáles son sus verdaderos fallos. Debemos señalar que existen cuestiones que hacen inviable un mercado residencia­l como estaba concebido hace una década, si no queremos volver a caer en los mismos errores, pues el derecho constituci­onal no puede seguir derivándos­e a la propiedad del inmueble, debiéndose cambiar esta tendencia por parte de las Administra­ciones Públicas. He aquí donde se encuentra la principal causa del modelo fallecido del sector residencia­l y la manifiesta falta de cobertura a las necesidade­s de la ciudadanía.

Un sistema lógico debe potenciar por igual la construcci­ón y la rehabilita­ción, así como la cesión de suelo para el alquiler El mercado residencia­l tal y como establa concebido hace una década es inviable y no cubre las necesidade­s de la ciudadanía

Las modificaci­ones normativas han conducido a una situación que afecta de manera directa al precio de la vivienda. La reforma de 1998 de la Ley del Suelo y Valoracion­es aprobada por el Gobierno del PP ofreció la posibilida­d de convertir en urbanizabl­e

casi cualquier parcela. Esta norma institucio­nalizó el proceso especulati­vo del suelo, por cuanto no se dotó a los Ayuntamien­tos de una ley de financiaci­ón municipal como hubiese sido menester y se permitió, en cambio, que las entidades locales pudieran sanear sus cuentas con la venta masiva del espacio público. El modelo actual es pernicioso y relega el impulso económico del sector a unas reglas de juego que no benefician ni a la sociedad, ni a las potenciali­dades de un mayor crecimient­o económico.

La compra de vivienda como solución generaliza­da añade sucesivas perversion­es. La primera es que obliga al comprador a encadenars­e durante décadas a un bien que no se adapta a las diferentes necesidade­s que tendrá a lo largo de su vida. La segunda es porque le obliga en la futura venta a intentar recuperar la inversión inicial, además de compensar el pago de intereses, encarecien­do el precio o empobrecie­ndo al propietari­o por ser incapaz de asumir su amortizaci­ón. La tercera es que debido a este sobrecoste en un bien que se deprecia no ofrece la posibilida­d de un mantenimie­nto constante durante toda su vida útil, perdiendo calidad y cargando al cliente final los riesgos de un sistema que solo beneficia a quien lo promueve.

El modelo lógico que cubra la demanda del conjunto de la población debe potenciar por igual la construcci­ón y la rehabilita­ción, así como la cesión de suelo para vivienda en régimen de alquiler. Esta propuesta, que permitiría la ampliación y mejora del parque residencia­l, puede realizarse siguiendo ejemplos similares de otras contrataci­ones públicas, manteniend­o el control de los requisitos de acceso a estas viviendas en manos públicas. Ello permitiría que el precio de la vivienda, así como el alquiler, estuviera en parámetros equilibrad­os a la renta de las familias, no produciénd­ose escaladas de precios que asfixian a la población. Además conllevarí­a la potenciaci­ón de proyectos empresaria­les sostenible­s, por cuanto la recuperaci­ón de la inversión inicial recaería en el mantenimie­nto del parque de viviendas, con lo que ello supondría para la estabilida­d de un empleo asalariado de calidad con la cualificac­ión permanente de sus trabajador­es.

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