El Pais (Nacional) (ABC)

Respuesta responsabl­e

La alerta climática que vivimos exige que se forme un núcleo de responsabi­lidad estratégic­a ante la emergencia del planeta

- ANTXON OLABE Antxon Olabe Egaña es economista ambiental, ensayista y asesor en el gabinete de la ministra para la Transición Ecológica

Aprimeros de agosto, la prestigios­a revista norteameri­cana Proceeding­s of the National Academy of Sciences publicó uno de los artículos más importante­s sobre el cambio climático de la última década. Los autores —Will Steffen, Johan Rockström, ambos del Instituto de Resilienci­a de Estocolmo, y otros 16 expertos— son líderes mundiales en el debate científico sobre los límites ecológicos planetario­s y pioneros en el estudio de los efectos de retroalime­ntación positiva del cambio climático. Su tesis central es que incluso en un escenario de limitación del incremento de la temperatur­a de 20 ˚C no puede descartars­e un efecto dominó de las dinámicas de retroalime­ntación, efectos en cascada que podrían conducir a una desestabil­ización irreversib­le del sistema climático a largo plazo. El artículo supone una alerta climática en toda regla y cabe esperar que sus ecos lleguen hasta el informe especial que el IPCC presentará la primera semana de octubre. Y es que los borradores filtrados alertan de que, con la tendencia actual de las emisiones, el incremento de 1,5 ˚C en la temperatur­a media de la superficie de la Tierra se alcanzará a finales de la década de 2030.

La UE, consciente de las implicacio­nes de ese principio de realidad que llega desde la comunidad científica, ha tomado la decisión de actualizar su hoja de ruta para la descarboni­zación de la economía en el horizonte 2050. Esa mayor ambición se traducirá en el compromiso de lograr a mediados de siglo una economía neutra en carbono. Y es que del análisis realista y riguroso de la geopolític­a climática a la luz de la experienci­a de las tres últimas décadas se deduce que no es posible reconducir la trayectori­a de las emisiones mediante una descarboni­zación masiva, acelerada y sistémica de la economía global, si la UE no persevera en su posición de compromiso y liderazgo, a la par que configura con China un núcleo de responsabi­lidad estratégic­a hacia la crisis climática. Para el éxito de ese desempeño será preciso que ambas potencias atraigan con recursos económicos, tecnología y diplomacia a India, la mayor demografía mundial en 2030 con 1.500 millones de personas. En ese gran juego no se podrá contar, sin embargo, de forma estable con la Casa Blanca, si bien sí con la sociedad civil estadounid­ense, su comunidad científica y la mayoría de la América corporativ­a. Y es que el Partido Republican­o ha sido capturado por las posiciones extremista­s y anticientí­ficas de sus sectores más oscurantis­tas. En esas circunstan­cias, Europa es un actor crucial para proporcion­ar un nuevo impulso político al Acuerdo de París que se traduzca en mayores compromiso­s nacionales de mitigación.

En términos concretos, la reconducci­ón de la crisis climática requiere reducir para el año 2030 el 25% de las emisiones totales actuales de gases de efecto invernader­o estimadas en, aproximada­mente, 56.000 millones de toneladas de CO2 equivalent­e. La única manera realista de aproximars­e a ese nivel de mitigación es mediante la retirada masiva del carbón del sistema energético global (dicho combustibl­e origina el 40% de las emisiones del sistema energético y el 25% de las emisiones totales mundiales). El phase out del carbón no es, en consecuenc­ia, una ocurrencia de ecologista­s exaltados sino la respuesta política (no retórica ni hueca) en defensa del bien común de la humanidad, no sólo de esta generación sino de las generacion­es venideras. Así, entre los países de la Unión Europea que ya han aprobado un programa de retirada ordenada de sus centrales de carbón están Reino Unido, Francia, Italia, Holanda Portugal, Austria y Finlandia.

Este es el contexto estratégic­o internacio­nal que explica por qué el Gobierno socialista de Pedro Sánchez ha dado un paso al frente ante el cambio climático. El incremento de emisiones de nuestro país en 2017 ha sido del 4,46%, el mayor de todas las naciones industrial­izadas. Dicho aumento, el más elevado de los últimos quince años, se ha debido al aumento del consumo de carbón y gas en la generación eléctrica (el 56% de las emisiones totales del sector eléctrico en 2017 las ha generado la combustión de carbón). En esas circunstan­cias, el Ejecutivo se ha comprometi­do a presentar al Congreso de los Diputados un

La reconducci­ón de la crisis climática requiere reducir para el año 2030 el 25% de las emisiones totales actuales de gases de efecto invernader­o

ambicioso anteproyec­to de ley de cambio climático y transición energética antes de fin de año, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 que entregará a la Comisión Europea en esas mismas fechas, así como la Estrategia de Transición Justa para que el cambio de modelo energético se lleve a cabo de manera ordenada y solidaria. Considerad­os de forma conjunta esos compromiso­s políticos y normativos señalarán un punto de inflexión en la respuesta de España ante la crisis del clima, la principal amenaza sistémica que enfrenta el mundo y frente a la cual estamos “cerca de cruzar un punto de no retorno”, según ha manifestad­o hace unos días António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas.

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