El Atlético nace desde el centro
Koke y Rodrigo lanzan a los rojiblancos con un ejercicio de precisión en el pase
Cuando el martes en sala de prensa del Stade Louis II de Mónaco Diego Simeone pronunció en varias ocasiones las palabras “gran partido”, lo hizo no solo con la intención de describir lo que a su parecer acababa de suceder sobre el césped, sino con la voluntad de que tan escueto resumen quedase claro en la memoria de los jugadores en forma de patrón de comportamiento para el futuro. La consecución de la remontada sirvió de mayor estímulo para un equipo necesitado de un impulso que le ayudase a dejar atrás un comienzo de Liga irregular. Lograron la victoria los rojiblancos a partir del buen funcionamiento de sus centrocampistas, especialmente de Koke y Rodrigo, capitales no solo en la creación sino en la contención de las escasas jugadas de peligro que generó el Mónaco, y a la verticalidad de Correa y Griezmann.
Si bien el planteamiento sobre el césped resultó el mismo que frente al Eibar (con las novedades de Lucas y Correa), un falso 4-4-2 de partida que pronto se transformó en un 4-3-3 sin banda izquierda, la ejecución funcionó mejor. Hizo falta que el error de Saúl en el gol del conjunto francés le hiciera ver lo que supone interpretar mal la posición de centrocampista de contención. Con un césped en rebeldía, lleno de pequeñas madrigueras, el Atlético afinó la puntería tras el golpe y observó la posibilidad de crear sin necesidad de sobrecargar las jugadas. Elaboró más que el Mónaco, 589 pases por 396, pero aseguró las transiciones, lo que le permitió no solo disolver los ataques del rival sino bascular de un lado al otro del campo con eficacia. Entre Koke y Rodrigo iniciaron el juego (83 y 82 entregas con éxito) y se adueñaron de la parcela central por la que rebañaron 23 balones entre ambos, la mayor del encuentro. Su presencia no solo catapultó el juego de ataque del Atlético, sino que demostró una sincronización tan eficaz como estética de la que se benefició especialmente Griezmann, menos obligado a retrasar su posición sobre el campo. “Antoine apareció donde tiene que hacerlo, cuanto más cerca del área más peligro crea”, apuntó Simeone.
Empatado el partido con el gol de Diego Costa en la mejor jugada de ataque de los rojiblancos y consumada la remontada con el cabezazo de Giménez, la puesta en escena de la segunda mitad contribuyó a controlar el
pulso del encuentro. Con la posesión de cara la defensa adelantó la marca situándola a poco más de 30 metros de la portería de Oblak, lo que redujo los espacios de ataque para el Mónaco y permitió una fluidez aun mayor en la salida de balón del Atlético. “Juanfran y Correa realizaron un gran trabajo por la banda derecha. Ángel lleva cuatro años con nosotros, mucho más tiempo que Lemar, y está más integrado en el sistema”, elogió Simeone a sus jugadores, justificando de paso la suplencia del francés. Semejante embotellamiento controlado obligó al Mónaco a lanzarse al ataque, pero ahí apareció la fortaleza aérea del Atlético personificada en Giménez, que completó seis despejes de cabeza de los 16 centros al área de Oblak y marcó su primer gol en Europa, el séptimo con la camiseta rojiblanca.
La expedición del Atlético abandonó Mónaco con gesto de alivio. Uno de los más sonrientes fue Rodrigo, seguramente dándole vueltas a su “gran partido”.