Cientos de miles de brasileñas plantan cara en la calle a Bolsonaro
El líder de las encuestas por la presidencia de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, pudo comprobar ayer hasta dónde llega el rechazo que suscita en buena parte de la población. Cientos de miles de personas contra su discurso autoritario, apego por la dictadura militar, machismo, racismo y homofobia, se manifestaron por todo el país y organizadas por el colectivo al que Bolsonaro más ha despreciado en la vida pública, las mujeres; y todas unidas bajo la proclama #EleNão (#ÉlNo).
“Tengo miedo de las multitudes y esta mañana, cuando me he despertado, he debatido mucho conmigo misma sobre si debía venir o no. Pero mira, aparte de mi voto, este acto va a ser el gesto más importante que puedo hacer en estas elecciones”, contaba ayer Betty, una mujer blanca de 69 años y ojos grises tras unas enormes gafas de sol. A una distancia prudente, unos 20 metros, comenzaba la multitud de mujeres con pancartas, proclamas y batucadas. “No quiero retroceso, quiero un país mejor. Un país en el que Jair Bolsonaro no dé estos resultados en las encuestas”.
En el Largo da Batata, una de las principales plazas de São Paulo, hay congregadas docenas de miles de mujeres esgrimiendo argumentos como los de Betty. Pero llegan a cientos de miles en todo el país. Estefani, de 15 años, por ejemplo, no puede votar y se manifiesta así contra Bolsonaro. O Tatiana, una historiadora en paro que ha venido desde Santo André, una ciudad vecina. O Flavia, de 37, que quiere que sus dos hijos, una de nueve y otro de ocho, vean lo que le pasa a la gente que va por ahí proclamando el odio. O las cientos de miles que se han echado a las calles no solo aquí sino en ciudades por todo Brasil, y en una docena de países extranjeros. Todas participan en lo que supone la culminación del movimiento #EleNão, es decir, el mayor fenómeno político de esta fase final de las elecciones brasileñas.
En pocas semanas, lo que empezó como un modesto grupo de Facebook para mujeres ha logrado nombrar, galvanizar y catapultar un sentimiento, el rechazo a Bolsonaro, que hasta entonces estaba disperso y que ayer recibió el alta hospitalaria. Sin líderes ni jerarquías, sino por células y de forma espontánea, docenas de minorías raciales, sexuales, religiosas y políticas se han ido valiendo de la infraestructura creada en redes sociales por la página Mulheres Unidas contra Bolsonaro. Si se ha podido, es porque esa infraestructura no era pequeña: en cuestión de una semana, la página tenía un millón de miembros. Ahora son tres. Y, a ocho días de la votación de la primera vuelta, todos están llamados a salir a la calle para frenar a un candidato presidencial populista, militarista y también imparable.
Nunca se pensó que la página llegaría a convertirse en un arma política de semejante envergadura. Al menos nunca lo pensó su creadora, una publicista autónoma del Estado de Bahía, Ludimilla Teixeira, de 36 años. “Vi que había un clima de indignación individual contra este personaje, y su discurso de odio. Es un peligro lo cerca que está de ser presidente, para la población, pero sobre todo para mí como mujer. Un día estaba hablando por Facebook con una amiga sobre cómo toda esta indignación debería movilizarse, porque las ideas en las redes pueden ser de alcance muy limitado si se usan de forma individual.
Y pensamos: ‘Vamos a abrir un grupo y convocar una manifestación’. Era 29 de agosto por la noche. Mi amiga, que es más reflexiva que yo, dijo que lo pensásemos. A las 6.30 de la mañana del 30 de agosto yo estaba creando el grupo. En 48 horas teníamos 6.000 miembros. Me conmoví y sentí esperanza”.
Otros colectivos más tradicionales, como intelectuales o sindicatos, publicaron también sus manifiestos contra Bolsonaro. Pero ninguno tuvo el recorrido que han tenido las mujeres y su #EleNão. En parte porque ellas han sido el blanco de las peores barbaridades que el ultraderechista ha dicho durante 30 años de vida política. La única vez que ha sido multado por insultar a alguien fue por decirle, en 2003, a una diputada: “Yo a ti no te violo porque no te lo mereces”. También describió así a su familia: “Tengo cinco hijos. Cuatro varones y en la última ya tuve un momento de debilidad y salió niña”.
“Él encarna al patriarcado. ¿Has visto cómo se refiere a su propia hija? ‘Fue una debilidad”, se lamenta desde Bahía Maíra Motta, profesora de Filosofía de 40 años y una de las primeras moderadoras que tuvo el grupo antes de que su crecimiento se disparase. “Nosotras no somos debilidades, eso es lo que le estamos respondiendo ahora. Mira cuántas mujeres, cuántas débiles, nos estamos uniendo y mostrando que él es la imagen del fascismo en Brasil. Cuando vieron el grupo quisieron estar en él, ser escuchadas, tener voz. No podemos quedar a merced de un tío así”.
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