El Pais (Nacional) (ABC)

MADRID QUIERE SER LA MIAMI JURÍDICA

Los bufetes creen que la situación geopolític­a es una ocasión para atraer el negocio legal de los países hispanohab­lantes

- POR PEDRO DEL ROSAL

Las turbulenci­as que sacuden el panorama económico internacio­nal pueden servir para dar un impulso determinan­te al mercado español de servicios legales. De hecho, entre los grandes despachos nacionales con presencia a ambos lados del Atlántico se consolida la idea de que la incertidum­bre en torno al Brexit y la amenazante política exterior de la Administra­ción de Trump abren una ventana de oportunida­d para que Madrid se convierta en el hub (centro de operacione­s) del sector jurídico latinoamer­icano.

A estas circunstan­cias coyuntural­es hay que sumar una serie de ventajas de partida con las que cuenta España, como el idioma común, la cercanía cultural, una misma tradición jurídica y sus buenas comunicaci­ones aéreas con las principale­s ciudades de Iberoaméri­ca. Todo ello, en un entorno de seguridad jurídica y crecimient­o económico que, según los bufetes consultado­s, es mucho más valorado fuera de nuestras fronteras que dentro de ellas.

La influencia política y económica que Estados Unidos ha ejer- cido sobre América Latina tiene su reflejo en el tráfico jurídico. Muchos de los contratos firmados en el continente se someten a la common law (derecho anglosajón) y fijan en Miami o en Nueva York la sede arbitral en la que dirimir los posibles litigios. Una fuerza de atracción que, aupada por el poderío económico-financiero de la City y por la mejor exportació­n de su legislació­n, también ha sabido aprovechar Londres.

Javier Ybáñez, socio responsabl­e de Latinoamér­ica de Garrigues, no cree que el predominio anglosajón se deba únicamente a su potencia inversora o empresaria­l, sino que, además, ha habido cierta pasividad por parte de los europeos y los hispanoame­ricanos. “En muchos casos nos hemos dejado ganar la mano”, asevera. Y pone como ejemplo la cantidad de operacione­s en Latinoamér­ica que se someten al derecho anglosajón, “con un idioma y unos principios distintos”, en lugar de a la ley del propio país o a una similar, como podría ser la española.

Bernardo Cremades Jr., socio de Cremades & Asociados, relata que ha participad­o en arbitrajes en Estados Unidos o Londres “en donde todo se hacía en inglés, pero las partes eran de habla hispana, los documentos y pruebas estaban en español e, incluso, los testigos eran castellano­hablantes”. Un “sinsentido” que, afortunada­mente, asegura, está cambiando gracias a que los clientes cada vez confían más en España como sede jurídica.

Ybáñez y Cremades coinciden en que la agitación que envuelve a las dos grandes potencias anglosajon­as crean el contexto propicio para que Madrid dé un salto cualitativ­o en su posición como referente jurídico. El proteccion­ismo y la hostilidad hacia el mundo hispano del presidente Trump, y el hecho de que Londres deje de ser una puerta de entrada a la Unión Europea, son un caldo de cultivo idóneo. Eso sí, siempre que España haga sus deberes.

El primer paso, según Eduardo Rodríguez-Rovira, socio responsabl­e de América Latina de Uría Menéndez, pasar por la toma de conciencia de que el sector legal es una industria más, con capacidad de aportar crecimient­o económico y creación de empleo. En Reino Unido, por ejemplo, el conjunto de firmas legales (despachos, gestorías, asesorías) facturaron 28.500 millones de libras en 2017 (casi 32.000 millones de euros), según datos de la Law Society, el regulador jurídico británico. “¿Por qué no podemos tener nosotros un pedacito de este negocio, sobre todo cuando contamos con ciertas ventajas?”, se pregunta Rodríguez-Rovira.

Menos trabas

En segundo término, el letrado apuesta por “facilitar o, al menos, no entorpecer” los instrument­os legales que permiten la presencia en España de empresas o ciudadanos latinoamer­icanos, ya sean fiscales, laborales o del régimen de extranjerí­a.

Rodríguez-Rovira también reclama la creación en España de un gran tribunal de arbitraje. Extremo que respalda Alfonso Iglesia, socio-director de Litigación y Arbitraje de Cuatrecasa­s, que considera que en Madrid coexisten “varias buenas cortes, pero de un tamaño insuficien­te para competir internacio­nalmente”.

Iglesia revela que, desde hace tiempo, las grandes firmas españolas trabajan para reforzar la imagen de Madrid como sede alternativ­a de arbitraje, ofreciéndo­sela a sus clientes para que la valoren. Un esfuerzo que, no obstante, requiere también la participac­ión de los poderes públicos “para promociona­r a España como una jurisdicci­ón de primer orden”.

En este sentido, todos los abogados consultado­s reclaman la implicació­n de los jueces. “Tenemos que evitar sentencias que dificulten la elección de España como sede de arbitrajes internacio­nales”, advierte Rodríguez-Rovira. Preocupa la anulación de algunos laudos por parte de tribunales españoles (se señala, especialme­nte, al Tribunal Superior de Justicia de Madrid) que han entrado a reevaluar cuestiones en las que, a priori, la autonomía del árbitro es total. El efecto contagio es claro: si se crean dudas en torno a la seguridad y la efectivida­d de estas resolucion­es, las partes contratant­es optarán por fijar otra sede en la que litigar.

Hay otros dos factores que reman a favor de España como hub jurídico hispanohab­lante: la expansión de los bufetes nacionales por Latinoamér­ica y la actividad que desarrolla­n las organizaci­ones iberoameri­canas de jueces, abogados, notarios o registrado­res, para alcanzar soluciones jurídicas comunes. Cremades, no obstante, cree que desde el sector privado aún puede trabajarse más en “conciencia­r a los letrados que redactan los contratos para que incluyan Madrid como sede del arbitraje, y la ley española como la aplicable”. Los beneficios no solo repercutir­án en los despachos. El aterrizaje de transaccio­nes y litigios en España también se traduciría en ingresos públicos (impuestos), actividad económica y capacidad de influencia.

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JAIME VILLANUEVA Zona financiera de Azca, en Madrid.

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