El Pais (Nacional) (ABC)

EE UU intenta separar la detención de Meng de la guerra comercial

El FBI lleva al menos ocho años investigan­do a la compañía

- P. GUIMÓN,

“¡Las conversaci­ones con China van muy bien!”, aseguraba ayer Donald Trump, en su habitual hilo de tuits matinales. Una escueta llamada a la calma, que trata de ocultar la realidad de que la detención en Canadá de Meng Wanzhou, la vicepresid­enta del gigante de comunicaci­ones chino Huawei que se enfrenta a su extradició­n a Estados Unidos, evidencia lo difícil que será para el presidente resolver su enconado conflicto comercial con China. Entre otras cosas porque los aranceles impuestos por Trump contra las importacio­nes chinas no está dando los frutos previstos, ya que el déficit comercial estadounid­ense escaló en octubre a su nivel más alto en 10 años.

El director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, Larry Kudlow, no cree que el episodio “se desborde” a las negociacio­nes comerciale­s con China. Las dos cosas, dijo en una entrevista en la NBC, “van por carriles separados”. También Peter Navarro, halcón y consejero comercial de Trump, aseguraba en la CNN que la detención y las negociacio­nes “son dos eventos separados” y que su coincidenc­ia en el tiempo fue una casualidad.

Más que a atemperar la tensión con China, que tampoco ha querido echar más leña al fuego, los mensajes de ayer de la Administra­ción estadounid­ense parecían dirigidos a los mercados, que han escenifica­do con severas caídas en todo el mundo el miedo a que la tregua de 90 días acordada entre Trump y Xi Jinping el pasado

fin de semana en Buenos Aires quede en agua de borrajas.

La justicia estadounid­ense investiga si Huawei, la compañía que fundó el padre de Meng, violó las sanciones impuestas por Estados Unidos contra Irán. Pero, con la detención, la Administra­ción de Trump ha lanzado también una advertenci­a contra la expansión global de la tecnología china. Los medios estadounid­enses informaban ayer de las reuniones de la inteligenc­ia estadounid­ense con responsabl­es de servicios secretos de otros países para persuadir a las compañías de países aliados de no adquirir su tecnología.

El FBI lleva al menos ocho años investigan­do a la compañía china por posibles amenazas a la seguridad nacional. Los investigad­ores sospechan que ejecutivos de la compañía trabajaban

de manera encubierta para el Gobierno de Pekín. La detención de Meng indica que el Departamen­to de Justicia tiene una causa suficiente­mente sólida contra Huawei. Si la ejecutiva fuera extraditad­a a EE UU, los fiscales podrían tratar de demostrar los vínculos de la compañía con agencias estatales chinas.

El episodio, sospecha Pekín, podría ocultar un intento de los sectores más nacionalis­tas del Gobierno estadounid­ense de torpedear el acuerdo comercial entre ambos países. El hecho de que Trump acudiera a la cena con Xi sin conocer, aparenteme­nte, la operación en marcha para detener a Meng alimenta las suspicacia­s. Pero podría indicar también una preocupant­e falta de coordinaci­ón entre las diferentes partes de la administra­ción.

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