La Navidad da miedo en ‘Into the Dark’
El cineasta español Nacho Vigalondo dirige uno de los capítulos de la serie de terror
La Navidad es momento de reuniones familiares, de comilonas, de celebraciones con los amigos, de luces y villancicos. El espíritu navideño trae de la mano el espíritu consumista. En la Navidad que propone la serie Into the Dark, el muñeco de moda que todos los niños quieren es Pooka, una especie de oso marrón con grandes ojos redondos que cambian de color y capaz de repetir algunas frases de su dueño como si tuviera vida propia.
Pooka también es el protagonista del tercer capítulo de esta serie que hoy estrena HBO España —y que llega con sus tres primeros episodios disponibles—, una producción con una propuesta bastante peculiar: estará compuesta por 12 capítulos de larga duración (entre 80 y 90 minutos), uno cada mes, con historias independientes, directores, guionistas y actores diferentes, y que solo comparten el hecho de tener como telón de fondo una celebración popular. Eso y su género: el terror.
Tras los episodios dedicados a Halloween y Acción de Gracias, respectivamente, el de diciembre está ambientado en Navidad. “Nos dijeron que, más allá del nexo temático, la idea era que la serie se disfrutara al final como un festival de cine de terror que dura un año, y que cada propuesta tendría su propia identidad”, cuenta a EL PAÍS el director español Nacho Vigalondo, encargado de este capítulo navideño.
Aunque la relación del realizador con esta época del año es complicada (“represento el arquetipo de gente que cierra los ojos y espera a que pase lo antes posible”), encontró interesante la vinculación con el consumismo y la huida de la iconografía habitual en esta época. “Me resulta aburrido usar los símbolos navideños, ya sea para rendirles tributo como para transgredirlos. Me aburre tanto Papá Noel como Papá Noel fumando un porro”, explica. Por eso voló a Los Ángeles para rodar en solo 17 días un episodio que, por duración y concepción, se acerca más a una película que a un capítulo de una serie. “Parte del atractivo de aquello era rodar Navidades en agosto”, añade.
Cuando se unió al proyecto, su mayor preocupación era el planteamiento y el diseño del muñeco, que en el capítulo aparece tanto en versión juguete como en un disfraz del tamaño de un hombre. Para Pooka, Vigalondo aportó diferentes referencias, desde animales hasta máscaras de tribus antiguas. “Quería que sonase contemporáneo, con la estética kawaii que viene de Japón, pero también que tuviera algo ancestral. Y también que tuviera cierta inexpresividad. La inexpresividad de la máscara en cine es muy jugosa, porque, según cómo la iluminas y encuadras, puede ser amigable o siniestra. Pooka tenía que ser en unas secuencias muy amenazante y, en otras, muy ridículo e infantil”, cuenta el director.
En los últimos años, el género de terror ha vivido una explosión en la pequeña pantalla con diferentes propuestas, que van desde las series con temporadas con historias independientes entre sí, como American Horror Story o Channel Zero, hasta el drama familiar mezclado con terror de La maldición de Hill House. Para Vigalondo, esta mayor presencia del género en la televisión tiene explicación: “El terror deriva mucho de la experiencia formal, exige mucho lenguaje, y durante mucho tiempo, la televisión más accesible tenía que someterse a un lenguaje muy estricto, y eso ya no es así”, argumenta el director. “No me cabe duda de que la televisión ya no representa los clichés que se asociaban a ella durante tanto tiempo”, completa.