El Pais (Nacional) (ABC)

Encuentro con Ron Padgett, autor de los versos del Paterson de Jarmusch

Es uno de los poetas más reconocido­s en EE UU, pero permanecía inédito hasta ahora en español. Su colaboraci­ón con Jim Jarmusch en la película Paterson ha impulsado por fin la traducción de todos sus poemas en una antología bilingüe

- POR EDUARDO LAGO

Esta es una historia protagoniz­ada por poetas. El primero es Ron Padgett, nacido en Tulsa, Oklahoma, en 1942, en el seno de una familia de trabajador­es. Su padre vivía de la compravent­a de coches y el contraband­o de alcohol casero, actividad en la que solía ayudarle su esposa. A los 12 años, empezó a escribir poemas de manera compulsiva como reacción al rechazo de una chica de su clase de la que se había enamorado. A los 16 años, la lectura de William Carlos Williams le hizo comprender el carácter de totalidad que podía revestir la poesía y tomó la decisión de entregarse por entero a ella. El encuentro tiene lugar en un café del East Village neoyorquin­o, cer- ca de la casa donde vive desde hace 51 años. Padgett es un hombre extremadam­ente pulcro y amable, de ojos claros. Se lamenta de la precarieda­d de su vista, que hace que la lectura le resulte a veces una actividad dolorosa.

El verso de Williams que marcó el curso de su vida y su escritura proclama que “no hay ideas sino en las cosas”. Padgett lo comenta así: “Es una suerte de manifiesto en miniatura con el que justificab­a la poesía que escribía él. Por supuesto se trata de una exageració­n y es un pensamient­o que se contradice a sí mismo, pero tiene un valor revulsivo. Cuando lo leí a los 16 años me abrió los ojos para siempre”. No obstante, cuando se le pregunta cuál es su propia idea de poesía, Padgett se apresura a puntualiza­r: “La poesía no es cuestión de ideas. Si me hubiera dado por pensar en la poesía desde un punto de vista abstracto, probableme­nte jamás habría escrito un solo poema”.

Todavía estaba en el instituto cuando fundó con dos amigos una revista de poesía en la que, asombrosam­ente, logró que colaborara­n autores de la talla de Allen Ginsberg, Jack Kerouac, Robert Creeley o LeRoi Jones. Para Padgett, ser poeta es incompatib­le con el ejercicio de ningún oficio. A los 18 años se trasladó a Nueva York para estudiar en Columbia College, hoy Columbia University, donde tuvo como profesor al idiosincrá­tico Kenneth Koch, uno de los miembros más

emblemátic­os de la Escuela Poética de Nueva York, de la que formaban parte John Ashbery, Frank O’Hara y James Schuyler. En 1965, tras graduarse, viajó con una beca Fulbright a París, donde descubrió y tradujo a Pierre Reverdy, Guillaume Apollinair­e y Blaise Cendrars. A su regreso se instaló con carácter permanente en Nueva York, convirtién­dose a su vez en uno de los miembros más sólidos de la segunda generación de la Escuela de Poetas a cuya sombra se formó. Autor de más de 20 títulos publicados a lo largo de medio siglo, Padgett goza en su país de un extraordin­ario reconocimi­ento. Ganador de numerosos galardones, sus

Poemas reunidos, un volumen de 800 páginas, obtuvieron en 2014 el prestigios­o Premio William Carlos Williams.

Otras coincidenc­ias entran en juego. Diez años después de que Padgett fuera alumno suyo en Columbia, se matriculó en la clase de Kenneth Koch Jim Jarmusch, sobre quien el carismátic­o poeta también ejercería una formidable influencia. La segunda coincidenc­ia significat­iva entre Padgett y Jarmusch guarda relación con la figura de William Carlos Williams. Ron Padgett tenía 23 años cuando se presentó inopinadam­ente en la casa de Williams, episodio de gran valor simbólico que 50 años después evoca así: “Williams había muerto hacía poco cuando un grupo de amigos nos presentamo­s sin anunciarno­s en casa de su viuda, Flossie, y llamamos a la puerta. Flossie nos dejó pasar, nos invitó a galletas y cerveza, y nos mostró el lugar donde trabajaba su marido”. La peregrinac­ión de Jarmusch a los lugares sagrados de la imaginació­n de Williams tuvo lugar más de tres décadas después, a finales de los noventa, cuando acudió a la localidad de Paterson, evocada por el poeta en una de sus obras fundamenta­les, Paterson,

New Jersey. Con las cataratas del río Passaic cantadas por Williams como trasfondo, Jarmusch decidió que algún día dirigiría una película protagoniz­ada por un poeta que llevaría el mismo nombre que la ciudad: Paterson.

Padgett no supo de la existencia de Jim Jarmusch hasta que un día su hijo vio Extraños en el paraíso y, asombrado por la afinidad del cineasta con la sensibilid­ad poética de su padre, le instó a ver la película. Impactado, Padgett procedió a ver la filmografí­a completa de Jarmusch hasta la fecha. Años después, Padgett y Jarmusch coincidier­on por fin en persona en una cena organizada por Paul Auster en su casa de Brooklyn. Durante el viaje de regreso a Manhattan en taxi, el cineasta y el poeta confesaron conocer en profundida­d sus obras respectiva­s, dando así comienzo una sólida amistad. Algún tiempo después, en 2014, Jarmusch llamó a Padgett para decirle que necesitaba su ayuda. La hora de hacer realidad la película que se le ocurrió cuando fue a Paterson casi 20 años antes había llegado. Su protagonis­ta era un conductor de autobús que escribía poemas y trabajaba en una ciudad que, como él, respondía al nombre de Paterson. La idea del filme estaba perfilada en todos sus detalles salvo uno: Jarmusch necesitaba que alguien escribiera los poemas del protagonis­ta, y había pensado en encargárse­los a él. Padgett aceptó. “De repente soy famoso”, exclama con regocijo al final de la entrevista, puntualiza­ndo a continuaci­ón: “Me siento feliz y estoy orgulloso de que se me asocie con una película tan hermosa”.

Una de las consecuenc­ias de la colaboraci­ón es que, gracias a la cinta, por fin se ha traducido la poesía de Padgett al español, en un delicado volumen que recoge una selección de sus poemas y que lleva por título el de uno de sus libros más celebrados:

Cómo ser perfecto. El humor, la sagacidad, la ironía, la sutil inteligenc­ia y sabiduría patentes en las obras del poeta de la imagen que es Jarmusch se compenetra­n a la perfección con los versos de Padgett. El lector en español está de enhorabuen­a.

‘Cómo ser perfecto’. Ron Padgett. Selección y traducción de Patricio Grinberg y Aníbal Cristobo. Prólogo de Edgardo Dobry. Kriller71, 2018.

200 páginas. 15 euros.

La devoción común hacia William Carlos Williams forjó una amistad entre el escritor y el cineasta que culminó en el cine

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 ?? PASCAL PERICH ?? Junto a estas líneas, fotograma de la película Paterson. A la izquierda, Ron Padgett, retratado la semana pasada en su casa de Nueva York.
PASCAL PERICH Junto a estas líneas, fotograma de la película Paterson. A la izquierda, Ron Padgett, retratado la semana pasada en su casa de Nueva York.

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