El monaguillo denunció el caso por miedo al sida
El niño de 13 años que acusó de abusos a Jordi Ignasi Senabre en 1988 lo hizo ante el temor de haber contraído el sida. Escuchó una charla en el colegio sobre la enfermedad, vio que tenía unos granos en la espalda y entonces decidió contar a sus padres lo ocurrido, según reveló el sumario del caso. La familia decidió entonces presentar una denuncia contra el sacerdote, que tenía unos 40 años, por más de una decena de agresiones.
Según cuenta el coordinador de la Facultad de Periodismo de la Universidad Autónoma de Barcelona, Pepe Rodríguez, en su libro de 2002 Pederastia en la Iglesia católica, el caso hizo que el arzobispado cerrara filas en defensa del cura y la víctima “tuvo que soportar un sinfín de agresiones morales, instigadas desde el clero”. Dos miembros de la asociación de padres del colegio donde estudiaba el niño salieron incluso en defensa del sacerdote con un documento en el que atacaban al menor y le desacreditaban: “Es un muchacho conflictivo, debido a su carácter díscolo, inestable y violento, siendo motivo de queja por parte del profesorado por estas causas y por su bajo rendimiento escolar”. Por el contrario, la directora del colegio, una monja carmelita, defendió al niño como “el más inocente de la clase”. “El mosén ya sabía lo que se hacía; escogió al más débil para dar rienda suelta a sus miserias”, sentenció.