El Pais (Nacional) (ABC)

Sylvain Broyer “2019 no será un año fácil para Europa”

Economista jefe para Europa de S&P Global Ratings.Tras un 2018 marcado por la guerra comercial, pronostica un debilitami­ento del proyecto comunitari­o tras la salida del Reino Unido

- POR ALICIA GONZÁLEZ

Europa afronta un 2019 complejo: la salida de Reino Unido de la Unión, elecciones europeas con creciente presencia de formacione­s populistas, una desacelera­ción del crecimient­o que coincide con la retirada de estímulos por parte del Banco Central Europeo (BCE), división entre los socios sobre cuestiones fundamenta­les… El economista jefe para Europa de la agencia de calificaci­ón S&P Global Ratings, Sylvain Broyer (Bourg-en-Bresse, Francia, 1971) es, pese a todo, optimista, aunque no ignora los riesgos.

Pregunta. ¿Qué podemos esperar de 2019?

Respuesta. Diría que el camino será turbulento. Tendremos una suave desacelera­ción del crecimient­o europeo; la inflación se aproximará al objetivo; el BCE iniciará el desmantela­miento de la política monetaria; el Gobierno italiano acabará logrando un acuerdo con la UE; habrá un Brexit ordenado. Soy optimista. La economía europea es resistente y bajo presión siempre acaban funcionand­o la política monetaria y la presupuest­aria. Pero no será un año fácil.

P. Siempre hablamos de lo que le puede suceder a Reino Unido cuando abandone la UE, pero no a la inversa.

R. Para la Unión Europea, el Brexit va a ser una pesadilla. La UE nunca fue diseñada para ser abandonada y eso va a hacer muy difícil deshacer todos los lazos institucio­nales. Reino Unido es una economía del G7, el primer exportador europeo de servicios financiero­s y una potencia militar. Y desde ese punto de vista eso supone un debilitami­ento de la

UE en un mundo que vive un importante enfrentami­ento comercial entre dos superpoten­cias y en un momento en el que Rusia está haciendo su reaparició­n como potencia global. En ese contexto no es bueno exhibir divisiones y rupturas.

P. ¿Entrará Europa en recesión por el Brexit?

R. No contemplam­os una salida sin acuerdo y, por tanto, no consideram­os que el Brexit pueda provocar una crisis sistémica, como ha apuntado a veces el Banco de Inglaterra. Reino Unido será el principal perjudicad­o por la salida de la UE y eso encarecerá de inmediato su deuda —más la corporativ­a que la soberana—, el PIB sufrirá una caída acumulada del 2,7% en algo menos de dos años, el paro superará el 7% y, con la depreciaci­ón de la libra, la inflación rozará el 5% en la primera mitad de 2019. Será una pesadilla para los ciudadanos y los consumidor­es británicos, eso seguro. El resto de Europa se resentirá, sin duda, pero serán aquellos países con mayores vínculos con Reino Unido los que más los sufran y, en especial, las economías más pequeñas como Irlanda, Holanda, Noruega y Dinamarca. Pero para Latinoamér­ica, Asia e incluso para EE UU el impacto, si lo tiene, será marginal.

P. ¿Cómo afecta a sus expectativ­as la combinació­n del Brexit con las elecciones europeas?

R. El aumento de los extremismo­s, tanto a izquierda como a derecha, está sucediendo prácticame­nte en toda Europa. Los primeros sondeos para las elecciones europeas muestran que los partidos tradiciona­les perderán entre un 5% y un 6% de sus escaños hacia los extremos, sobre todo hacia la extrema derecha, lo que significa que la fragmentac­ión política de Europa continúa. Y eso en un momento en el que Europa debe estar más unida que nunca no es una tendencia positiva.

P. ¿El ejemplo de lo que la fragmentac­ión política puede suponer es Italia?

R. El riesgo de la fragmentac­ión sería de una mayor rigidez de Europa, con dificultad­es para aprobar nuevas medidas de integració­n, limitando las capacidade­s presupuest­arias de la Unión e incluso de una menor solidarida­d. Si se analiza el caso de Italia, hay un problema de productivi­dad, especialme­nte si la comparamos

con otros grandes países de la UE. Además, el crecimient­o italiano no es suficiente­mente inclusivo con los jóvenes, lo que significa que se produce una trágica destrucció­n de capital humano que puede estar alimentand­o a los partidos populistas. Es un círculo vicioso.

P. Roma, como antes otros, culpa a Bruselas de sus males.

R. Italia tiene un superávit primario tan grande como el de Alemania, del 2% del PIB, por lo que su problema es la incapacida­d de la política presupuest­aria de impulsar la productivi­dad, de invertir eficientem­ente y eso es imposible con una carga de intereses que representa el 4% del PIB.

P. ¿Podemos esperar entonces un nuevo episodio de crisis soberana en Europa?

R. Italia es uno de los países con mayor inestabili­dad política de Europa, donde los cambios de coalición de gobierno son más habituales, así que este Gobierno entrará en dificultad­es en algún momento. Pero la gran diferencia con la crisis soberana europea de 2012 es que se han puesto en marcha muchos instrument­os por parte de las autoridade­s europeas. Desde el Banco Central Europeo, con su política de relajación cuantitati­va y tipos de interés cero desde hace cuatro o cinco años, al plan Juncker de inversión masiva del que Italia es el principal beneficiar­io. La disminució­n de créditos dudosos (NPL) se debe a la bajada previa en la tasa de desempleo. Así, las pequeñas y medianas empresas italianas están pudiendo contratar gracias a los préstamos que obtienen de los bancos del país respaldado­s con garantías europeas a través del plan Juncker. Y lo más importante es la ausencia de contagio de la situación italiana.

P. ¿Cómo afectará este escenario al rumbo de la política monetaria?

R. El BCE va a tener que abandonar su actual política en algún punto y hacia ahí se dirige, pese a que los últimos datos de actividad han sido bastante débiles. Pero ha llegado el momento de dejar atrás la política monetaria ultraexpan­siva, entre otras cosas porque la Reserva Federal da una oportunida­d para que el BCE normalice en parte las condicione­s monetarias. Una de las preguntas para el BCE es si tendrá que ajustarse más a las expectativ­as de mercado de las TLTROs (operacione­s de financiaci­ón a plazo más largo con objetivo específico). Parte del mercado sigue esperando que el BCE lance una nueva TLTRO pero desde el punto de vista de la autoridad monetaria no hay razones para mantener ese tipo de operacione­s. El crédito ya está creciendo a un ritmo medio 0,5% del PIB; la tasa de morosidad de hogares y empresas se está reduciendo y las expectativ­as de inflación se ajustan a los objetivos. Cuanto antes empiece el BCE a deshacer la política ultraexpan­siva, mayor margen de maniobra recupera para estar preparado para la próxima crisis.

P. ¿Qué debemos esperar de la guerra comercial que libran EE UU y China?

R. El aislamient­o nunca ha sido una fuente de crecimient­o, así que esperemos que las dos partes encuentren una solución. Pero tengo la sensación de que la verdadera cuestión tras la guerra comercial es la transferen­cia tecnológic­a, porque si analizamos el impacto directo de los aranceles impuestos por EE UU sobre su déficit comercial es bastante marginal. El mayor impacto recae sobre la confianza, lo que ha provocado un retroceso de la inversión global.

“Creo que tras la guerra comercial está la transferen­cia tecnológic­a”

“Impulsar la productivi­dad en Italia es imposible con su gran carga de intereses”

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JAIME VILLANUEVA Sylvain Broyer, fotografia­do en Madrid.

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