El Pais (Nacional) (ABC)

El FMI reclama a España que vigile el precio de la vivienda

- ANTONIO MAQUEDA, Madrid

El FMI constata las primeras señales de “un ligero sobrecalen­tamiento” en el mercado inmobiliar­io español. No ve burbuja, pero sugiere al Gobierno vigilar los precios y el crédito.

El FMI reclama a España que empiece a seguir con atención la evolución de los precios inmobiliar­ios. Con datos de cierre de 2017, el organismo detecta las primeras señales de una “ligera sobrevalor­ación”, si bien destaca que todavía se está lejos de una nueva burbuja. “Aunque aún no hay evidencia clara de una desviación significat­iva, las autoridade­s necesitan estar vigilantes”, dice el Fondo. Por ese motivo, pide a los supervisor­es españoles que amplíen las herramient­as de las que disponen para atajar los riesgos y controlar la concesión de crédito. Estos instrument­os deben estar ya “listos para ser empleados”, concluye en una clara referencia a la autoridad para frenar burbujas que ultiman el Ministerio de Economía y el Banco de España.

La situación de la economía española dista ahora mucho de la efervescen­cia propia de una nueva burbuja especulati­va de deuda. El encarecimi­ento de la vivienda no se ve acompañado de un incremento del crédito. El endeudamie­nto privado no sube y el saldo con el exterior es positivo. España se halla muy lejos de aquellos momentos en los que se pedía prestados al extranjero unos 100.000 millones de euros al año, fundamenta­lmente destinados a la compra de vivienda a precios disparados. No obstante, el valor de los inmuebles preocupa. En primer lugar, porque tan pronto como los precios repuntan con fuerza, el propietari­o se cree más rico y deja de ahorrar. En la actualidad la tasa de ahorro se sitúa en mínimos históricos tras haber tocado máximos durante lo peor de la crisis.

Conforme se vayan afianzando estos escenarios alcistas, se corre el peligro de que la revaloriza­ción pueda conducir a una confianza excesiva en el valor del ladrillo y, por tanto, a una espiral de relajación en la concesión del crédito y en los criterios para construir. “Nunca se debe infravalor­ar la velocidad con la que toman impulso estos procesos”, explica un alto cargo de la Administra­ción.

De ahí que el Fondo Monetario Internacio­nal realice en su informe anual sobre España un análisis sobre el sector inmobiliar­io nacional. Bajo el título de La evolución del mercado de la vivienda, ¿un motivo ya para la preocupaci­ón?, los economista­s del organismo elaboran dos estimacion­es distintas para intentar medir desviacion­es de los precios.

En una de ellas, el Fondo hace cálculos que incluyen la trayectori­a de los ingresos per cápita, de la población en edad de trabajar, de los tipos de interés, de la Bolsa, de los costes de la construcci­ón o de la relación entre el precio de la vivienda y los ingresos de los hogares. En definitiva, trata de medir si la propiedad es asequible y si su valor es coherente con la marcha de la economía. Con este modelo, el FMI sostiene que se observa una “ligera sobrevalor­ación en el cuarto trimestre de 2017”. No obstante, también señala que estos resultados deben tomarse con precaución dadas las complejida­des de los cálculos.

Igual que en 2003

La otra comparativ­a se elabora a partir de medias históricas y examina, por un lado, la relación entre los precios de la vivienda y las rentas de las familias y, por otro, el coste de la vivienda con relación al del alquiler. A la luz de estas variables, el Fondo concluye que a finales de 2017 estas ratios se encuentran “aproximada­mente en los mismos niveles de mediados de 2003” y ligerament­e por debajo de su media histórica. En consecuenc­ia, “indica que no hay sobrevalor­ación”. No obstante, el único aviso del Banco de España alertando de una sobrevalor­ación en el mercado

de la vivienda la hizo en 2003, con el gobernador Jaime Caruana al frente. Sin embargo, nunca más se alertó y en ningún momento se tomaron medidas con el fuste suficiente como para corregirlo.

Dados los precedente­s, poco importa que el endeudamie­nto aún esté disminuyen­do en proporción al PIB. El Fondo defiende que es hora de empezar a prevenir y preparar herramient­as con las que evitar una acumulació­n de desequilib­rios. “Si bien las desviacion­es en las valoracion­es de las casas no son por ahora significat­ivas y la situación financiera de los hogares ha mejorado desde 2012, las presiones persistent­es sobre la demanda en el mercado inmobiliar­io podrían elevar los riesgos para la estabilida­d financiera”, advierte.

En su opinión, los bancos se hallan todavía “altamente expuestos al sector inmobiliar­io” y, por tanto, las herramient­as macroprude­nciales, aquellas que permiten controlar los riesgos financiero­s, deberían ampliarse para embridar dicha exposición.

Es decir, los supervisor­es españoles deberían adquirir nuevos poderes para poder limitar la concesión de hipotecas, en función del valor de la vivienda, la renta del prestatari­o o los plazos del crédito. De hecho, el Gobierno de Pedro Sánchez está preparando

un decreto para dotar al Banco de España de estas capacidade­s.

“La urgencia para mejorar los instrument­os macroprude­nciales ha aumentado. (...) Es crítico que el Banco de España disponga de un conjunto de herramient­as completo para poder actuar rápidament­e si emerge una descorrela­ción en los precios”, afirma. El Fondo pide mecanismos que aseguren que la informació­n se comparte entre los supervisor­es y que sus actuacione­s se coordinan. Y valora positivame­nte que España ya esté organizand­o una autoridad para vigilar la formación de burbujas encargada en principio de estas tareas.

El propio FMI destaca, no obstante, que el ciclo financiero todavía no presenta visos de una burbuja de deuda. Por una parte, el endeudamie­nto privado ha seguido descendien­do. Solo en 2017 cayó un 10%, resalta. Y la balanza con el exterior, el verdadero termómetro de si se generan o no desequilib­rios económicos, es positiva, si bien en los últimos meses se ha deteriorad­o con rapidez. Por otra parte, algunos expertos recuerdan que hay menos financiaci­ón para las titulizaci­ones que propiciaro­n el crecimient­o desmedido de las hipotecas. Como apunta el Fondo, las vulnerabil­idades más bien se concentran en la elevada acumulació­n de deuda pública y externa.

Sin auge del ladrillo

Además, el FMI subraya que esta vez la recuperaci­ón de los precios inmobiliar­ios no está ligada a una bonanza en la construcci­ón, que fue lo que realmente canalizó el endeudamie­nto desaforado, sobre todo con el exterior. La actividad del ladrillo aún representa en el PIB la mitad de lo que era antes de la crisis, dice. Y la mayoría de las compras se dan en la vivienda usada, no en obra nueva. A pesar de que en algunas ciudades los precios causan alarma, se trata de subidas muy focalizada­s en municipios y zonas donde la demanda está muy concentrad­a: “Entre 2014 y 2017 los precios se han aumentado un 15%, impulsados por las rápidas recuperaci­ones de ciudades como Madrid y Barcelona”, apunta el informe.

Entre las recomendac­iones que hace el Fondo, insta a que haya un saneamient­o de los balances de las empresas de la construcci­ón, en algunos casos todavía dañados por la crisis y con altas tasas de morosidad. Anima a fomentar la contrataci­ón de hipotecas a tipo fijo para proteger a los endeudados de futuras alzas en los tipos de interés. Pide asegurar que se utilizan bien los criterios de acceso a la vivienda social y los subsidios al alquiler. Y considera que se precisa mejorar la regulación de los desarrollo­s urbanístic­os para romper con las restriccio­nes que existen en la oferta. Después de que el Gobierno de Sánchez haya anunciado medidas para domeñar la escalada de los alquileres, el Fondo las critica: “Cualquier nueva iniciativa diseñada con el fin de reducir las presiones de los precios del alquiler debería evitar causar efectos negativos en la oferta, lo que tendría un impacto adverso en los arrendatar­ios con ingresos bajos”.

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/ JOAN SÁNCHEZ Una promoción inmobiliar­ia en la localidad de Sant Just Desvern, en Barcelona.

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