México facilitará visados a migrantes centroamericanos
El Gobierno mexicano está convencido de que la migración supone un desafío que va más allá de contemporizar con los tuits de Donald Trump. Por ello, desde la victoria presidencial de Andrés Manuel López Obrador en julio, ha trabajado en un plan para mejorar las condiciones de los migrantes junto a Guatemala, El Salvador y Honduras. El plan, elaborado con la CEPAL y que se presentará en Marrakech, incluye flexibilizar los visados a los migrantes centroamericanos. El reto es convencer a EE UU para dotar al plan de mayor peso.
El objetivo de México es convertir en oportunidad lo que, hasta ahora, se ha considerado un problema. Se calcula que más de 200.000 migrantes transitan de forma irregular cada año por el país. A la crisis económica se suma la violencia y la inestabilidad política en países como Honduras y el aumento en los migrantes climáticos que huyen de Guatemala. Ante la insostenible situación institucional de Centroamérica, México pretende erigirse en garante de sus vecinos para lograr los recursos necesarios.
El plan que se presentará en Marruecos tiene numerosas aristas. México pretende flexibilizar las condiciones de los centroamericanos para obtener un visado y poder permanecer legalmente el país. Con casi 130 millones de habitantes, solo hay un millón de
migrantes, de ahí que el Gobierno considere que puede incorporar al mercado de trabajo no solo a quienes han ocupado estos días las noticias al atravesar juntos el país en una caravana hoy estancada en Tijuana, sino a los que están por llegar. Con esa flexibilidad, el Gobierno calcula que la migración crecerá entre un 10% y un 15%. El plan de regularización permitiría a todos ellos acceder a los programas de salud a educación pública y proyectos sociales.
Otro de los frentes que pretende el plan es la puesta en marcha de varios megaproyectos de obras públicas. En cada una de esas obras, según los datos que maneja la Cancillería, se emplearían a unos 10.000 trabajadores y, al menos la mitad, serían centroamericanos.
El éxito del plan, no obstante, pasa por convencer a Estados Unidos de que se involucre con inversión directa en los países de origen y en el sur de México. Para lograr esa suerte de plan Marshall que se negocia en paralelo con la Casa Blanca, en México confían en el liderazgo de López Obrador y en una fructífera relación con su homólogo estadounidense, que ambos han celebrado pero que aún no se ha llevado a la práctica. Un escalón por debajo, el canciller, Marcelo Ebrard, maneja dos interlocuciones, la del secretario de Estado, Mike Pompeo y la de la secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, con una posición más dura que el primero. “Escepticismo” es la palabra que más se repite entre los allegados a López Obrador sobre el futuro de las conversaciones.