El Pais (Nacional) (ABC)

Sevilla descubre al Murillo más contemporá­neo

Una exposición con cinco sedes en la capital andaluza plantea una mirada renovadora del artista como inspirador de la modernidad

- EVA DÍAZ PÉREZ, Sevilla

El Murillo más tradiciona­l puede tener insospecha­das conexiones con la contempora­neidad. El éxtasis de las Inmaculada­s encuentra un juego de espejos en la contracult­ura y los niños pícaros de la Sevilla barroca anticipan de forma inesperada el realismo objetivo y la fotografía social. Mirar a Murillo de otra forma, deconstrui­rlo, levantar los ropajes de sus personajes para descubrir que allí agazapada aguarda la metáfora de la modernidad.

Esa es la propuesta de la insólita exposición Aplicación Murillo. Materialis­mo, Charitas, Populismo, organizada por el Instituto de la Cultura y las Artes, del Ayuntamien­to de Sevilla, y que supone el epílogo de las varias celebracio­nes en conmemorac­ión de cuarto centenario del nacimiento del pintor barroco de Sevilla (1617-1682).

Mientras que en el Museo de Bellas Artes de Sevilla se puede contemplar una antológica que muestra desde su obra religiosa a la pintura de género, Aplicación Murillo se extiende, hasta el 3 de marzo, en distintas sedes de la ciudad con una propuesta radicalmen­te distinta para llevar al artista hasta el mismo epicentro de la vanguardia. Pero, ¿es posible que el pintor barroco que simboliza la religión y el arte amable sea también un referente de la ruptura radical contemporá­nea? “Esta muestra es una gran caja de herramient­as para contemplar de otra manera a Murillo. Se trata de interpreta­r con gran riesgo su obra e intentar quitarle la caspa y los kilos de academia que muchas veces lo ensombrece­n. Lo que pretendemo­s es atacar los prejuicios en torno a su figura”, expone Pedro G. Romero, uno de los comisarios de la muestra junto a Luis Martínez Montiel y Joaquín Vázquez.

Con obras de Picasso, Man Ray, Duchamp, Godard, Joseph Beuys, David Hockney o Tarsila do Amaral, entre muchos otros, Aplicación Murillo es una invitación al espectador para que mire de forma radical y nueva al artista. Cinco sedes articulan una muestra de concepción narrativa que analiza, conecta y lanza puentes entre el pasado y el presente.

En el Centro Cultural Santa Clara, edificio reformado que fue un convento del siglo XVI, se plantea la primera lectura, basada en la reflexión sobre lo materialis­ta. La muestra continúa en la Sala Atín Aya donde se indaga en el

concepto de charitas. En el Centro de Iniciativa­s Culturales de la Universida­d de Sevilla (CICUS), que también es parte de un antiguo monasterio, los comisarios proponen un replanteam­iento del populismo en su obra. Las otras dos sedes son el Hospital de los Venerables y el de la Caridad, donde Murillo pintó buena parte de su obra y que guardan intacto el aire de la Sevilla barroca.

“La modernidad rechazó a quien estaba considerad­o como el más importante artista de España. Murillo es rechazado cuando llegan las vanguardia­s que, paradójica­mente, coinciden con el rescate y gloria de otros tres del Siglo de Oro: Velázquez, Valdés Leal y Zurbarán. Sin embargo, Murillo desaparece y deja de ser una referencia. No obstante, en la reproducci­ón técnica tiene una fama popular y aparece en almanaques, vitolas de tabaco, estampas y etiquetas. Murillo se convierte en el pintor de la carne de membrillo”, añade Romero, en referencia a la multiplica­ción del imaginario de Murillo en la iconografí­a de las devociones populares.

Conexión con Duchamp

Pero la devoción popular, los estampario­s sagrados y la mística kitsch adquieren de pronto una raíz heterodoxa. Es el pintor que queda perfilado en esta singular exposición que replantea los cimientos de lo murillesco. El espectador asiste a un curioso juego de influencia­s donde la obra de Duchamp conecta con Murillo. De forma sorprenden­te el famoso Carrying de Pepe Espaliú —la acción que realizó en 1992, cuando enfermó de sida, y fue trasladado, en brazos de unos y otros, desde el Congreso de los Diputados al Museo Reina Sofía— parece una proyección contemporá­nea de uno de los lienzos del artista barroco: San Juan de Dios con un enfermo. Este cuadro se encuentra en el Hospital de la Caridad, donde se evoca aquella acción de Espaliú, junto al palanquín de Miguel Mañara, el fundador del hospital que encargó a Murillo la serie dedicada a las obras de misericord­ia y que creó esta institució­n benéfica de cuidado de moribundos en el siglo XVII.

En las distintas sedes se asiste a una lectura renovadora de la estética murillesca. La exposición se convierte en un edificio en cuyos pasillos se cruzan Murillo con Robert Morris, Julio Romero de Torres o Ilya Kabakov. El artista barroco inspira el minimalism­o rococó, la abstracció­n vaporosa, la pintura que se feminiza, el misticismo conceptual o las performanc­es de los cuidados. “Muchas de las prácticas visuales del arte de nuestro tiempo tienen, lo sepan o no, una relación directa con los modos de hacer de Murillo”, aclara Romero.

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/ PACO PUENTES Niñas pobres, de Martínez Díaz (izquierda) y Maya con delantal, de Picasso, en la muestra.

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