Grito por la justicia contra los abusos sexuales
“Los responsables de violencia sexual contra los yazidíes y otras mujeres y niños deben ser perseguidos”, reclamó ayer la activista iraquí de origen yazidí Nadia Murad, antigua esclava del Estado Islámico, al recibir el Nobel de la Paz en Oslo. El ginecólogo Denis Mukwege, que trata a mujeres violadas en la República Democrática del Congo y que comparte el galardón, la acompañó en el clamor contra esta “violencia macabra” como arma de guerra.
“Sin justicia, ese genocidio [contra la minoría religiosa kurda de los yazidíes] se repetirá contra nosotros y otras comunidades vulnerables”, agregó Murad, de 25 años, víctima del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés)
premiada por denunciar los abusos. En la misma línea, el congoleño Mukwege, de 63 años, también galardonado con el Nobel de la Paz, destacó que pese a los esfuerzos en el Congo, la tragedia humana seguirá “si los responsables
no son perseguidos”, ya que solo la lucha contra la impunidad puede romper la “espiral de violencia”.
Murad, quien perdió a su madre y a seis hermanos, denunció que más de 6.500 mujeres y niños yazidíes fueron vendidos y sufrieron abusos y que se desconoce el destino de otros 3.000 en manos de los yihadistas. Ni el Gobierno de Irak ni el de la región kurda, así como tampoco la comunidad internacional, han impedido “el genocidio”, criticó, y, pese a la simpatía de varios países, la amenaza de “la aniquilación” perdura, enfatizó
“Es inconcebible que la conciencia de los líderes mundiales no se haya movilizado para liberar a esas mujeres. ¿Y si fueran un acuerdo comercial, un yacimiento petrolero o un cargamento de armas? No se ahorrarían esfuerzos”, destacó la activista, que agradeció al land de BadenWürttemberg la acogida de un millar de refugiados yazidíes.
Mukwege comenzó su discurso recordando los ataques cometidos hace dos décadas contra su hospital. Las decenas de bebés violados son muestra de un caos “perverso y organizado” que ha resultado en más de seis millones de muertes, cuatro millones de desplazados y cientos de miles de violadas en el Congo.
La causa fundamental de ese conflicto es la riqueza mineral, explicó Mukwege, quien recordó que desde coches hasta joyas y móviles contienen minerales extraídos en su país en condiciones inhumanas y bajo intimidación y abusos sexuales. “Los congoleños hemos sido humillados, maltratados y masacrados por más de dos décadas a la vista de la comunidad internacional”, dijo Mukwege, quien en el hospital de Panzi (al noreste del país) ha impulsado un programa que incluye también apoyo psicológico, legal y socioeconómico a las víctimas.