El Pais (Nacional) (ABC)

Los acusados del ‘procés’ cierran el juicio con un alegato político

El caso contra los líderes catalanes independen­tistas queda visto para sentencia después de cuatro meses

- R. RINCÓN / P. ORDAZ,

El juicio contra los líderes políticos catalanes que impulsaron el procés independen­tista quedó ayer visto para sentencia, y el tribunal se enfrenta ahora a la emisión de un fallo que tendrá resonancia histórica. Los doce dirigentes sentados en el banquillo emplearon su último turno de palabra para lanzar alegatos políticos. Sin contradeci­r su estrategia de defensa, prefiriero­n centrarse en animar a la justicia a contribuir a una supuesta solución política para el conflicto territoria­l.

Oriol Junqueras insistió en el carácter pacífico del movimiento secesionis­ta, e hizo un llamamient­o a “devolver” la búsqueda de soluciones al territorio “de la buena política de la que nunca debía haber salido”. El exconsejer­o de Interior Joaquim Forn abundó en esa idea: “Si estamos aquí es por un fracaso de la política”. Jordi Sànchez dijo al tribunal: “Tienen una responsabi­lidad que es no agravar la crisis política”. Ninguno de los acusados hizo autocrític­a. Aún más, Jordi Cuixart dijo: “No hay ningún tipo de arrepentim­iento”.

Termina así un juicio que ha celebrado 52 sesiones durante cuatro meses, en las cuales defensas y acusacione­s han mantenido un duro forcejeo en torno a si hubo violencia, y en qué grado, durante la intentona independen­tista.

Visto para sentencia tras cuatro meses. El tribunal que juzga a los líderes independen­tistas ha escuchado durante 52 sesiones los dos relatos del procés: el de los acusados, para quienes lo vivido en Cataluña en el otoño de 2017 fue un ejercicio colectivo y pacífico de derechos fundamenta­les, y el de las acusacione­s, para las que se produjo un alzamiento violento o al menos tumultuari­o. Los acusados aprovechar­on ayer su último turno de palabra para pedir una “solución política” al conflicto. El Supremo afronta ahora la tarea de dictar una sentencia que será el relato judicial del procés y tendrá una resonancia histórica.

Jueces, fiscales y abogados suelen decir que nunca un acusado ha sido absuelto por lo que haya dicho en su último turno de palabra, pero algunos sí han sido condenados. Sus defensas se lo recordaron durante los últimos días a los 12 líderes del procés que se han sentado durante cuatro meses en el banquillo del Tribunal Supremo. Pese a tales advertenci­as, todos optaron ayer por aprovechar esa última oportunida­d de dirigirse al tribunal. Y aunque ninguno contradijo su estrategia de defensa ni desveló hechos nuevos que les pudieran incriminar, coincidier­on —con matices— en las principale­s ideas que llevan defendiend­o desde hace meses: son presos políticos, víctimas de un juicio por sus ideas cuando su pretensión era ofrecer a los catalanes la oportunida­d de expresarse en las urnas.

Las intervenci­ones de los 12 acusados supusieron un compendio de sus personalid­ades y de las formas de entender su actuación en el procés. Los dos principale­s acusados de ERC (el exvicepres­idente de la Generalita­t Oriol Junqueras y el exconsejer­o de Exteriores Raül Romeva) evocaron, como ya hicieron en su primera intervenci­ón en la vista, sus conviccion­es pacíficas para reclamar su inocencia. “Mi dedicación a la política ha sido tardía y nació de la voluntad de servicio, de ser útil, de construir un mundo más libre y mejor”, aseguró Junqueras. Pese a ser el acusado para quien la Fiscalía pide la pena más alta (25 años de cárcel como líder de la rebelión, agravada con malversaci­ón), la suya fue quizá la intervenci­ón más breve y más vacía de contenido jurídico. Junqueras solo se salió de ese guión para hacer una apelación directa a “devolver” el procés al terreno de la política. “De la buena política de la que nunca debía haber salido”, sostuvo. No llegó a asumir ninguna responsabi­lidad por su actuación, aunque admitió que cualquier político “comete errores”.

El líder de ERC fue el primero en invocar una pretendida solución política en sus últimas palabras ante el tribunal, pero no el único. Fue una de esas ideas en las que coincidier­on los 12 acusados, cada cual a su estilo. “Si estamos aquí es por un fracaso de la política. Hoy estoy más convencido que nunca de que solo desde el diálogo seremos capaz de convencer”, afirmó el exconsejer­o de Interior Joaquim Forn, autor de uno de los alegatos más pragmático­s: negó que su actuación como miembro del Govern tuviese como objetivo “liquidar” el orden constituci­onal, rechazó haber alentado el uso de la violencia y separó sus deseos a favor de la independen­cia de su papel como responsabl­e político de los Mossos d’Esquadra. “Nunca recibieron por mi parte ni por parte del Govern una instrucció­n para

dejar de actuar como policía jurídica”, aseguró.

En ese alegato a favor de una solución política, algunos acusados buscaron la complicida­d del tribunal con la supuesta responsabi­lidad que la política ha endosado al Supremo al “traspasarl­e” el reto de solucionar el conflicto catalán dictando sentencia. “Es injusto que este tribunal tenga que resolver un problema político. Ustedes no pueden resolverlo, pero tienen una responsabi­lidad que es no agravar la crisis política. No me gustaría estar en su piel”, espetó Jordi Sànchez. “Deben ser muy consciente­s de que de su sentencia se va a derivar también la lectura sobre el límite de derechos políticos como el de expresión o de reunión. Eso es fundamenta­l no solo para nosotros 12, sino para el futuro de la democracia en Cataluña y España”, añadió el exlíder de la ANC.

Otros no solo recordaron al tribunal esa responsabi­lidad más política que jurídica que supuestame­nte se les ha atribuido, sino que advirtiero­n a los magistrado­s sobre los efectos personales de la decisión que han de tomar. “Hasta ahora, con sus resolucion­es ustedes han decidido que yo no pueda ver crecer a mis dos hijos, de diez y cuatro años. Pero, sea cual sea su sentencia, no van

a impedir que yo les pueda dejar algo más valioso. La dignidad de unas ideas legítimas y nobles”, dijo el exconsejer­o de Territorio y Sostenibil­idad Josep Rull sin apartar la mirada de los miembros del tribunal. La extitular de Trabajo Dolors Bassa, de 60 años, llegó a recordarle­s que la sentencia va a determinar “la etapa final” de su vida.

Los tres acusados que obtuvieron un escaño el 28-A por Junts per Catalunya (Jordi Turull, Rull y Sànchez) y fueron luego suspendido­s en sus funciones parlamenta­rias son los que optaron por un discurso más lleno de reproches al Estado y al Poder Judicial. “No niego ante un tribunal que me considero víctima de una injusticia. De una injusticia y un dolor que han causado los poderes del Estado. A algunos este juicio les ha parecido largo. A toda esa gente les invito a pensar cómo deben ser de largos 604 días encerrados en una prisión”, afirmó Sànchez, quien se halla en prisión preventiva desde el 16 de octubre de 2017.

Turull atribuyó en exclusiva al Estado la culpa de lo que considera un fracaso político: “Siempre hemos apostado por el diálogo para buscar un acuerdo; el Gobierno nos ofreció el silencio o el desprecio, la amenaza como bandera y la resignació­n como camino”.

Salvo esos “errores” generaliza­dos que citó Junqueras, ningún acusado hizo la menor autocrític­a, si bien Jordi Cuixart, el único procesado que nunca ha ejercido como político, llegó a confesar que volvería a hacer lo que hizo. “No hay ningún tipo de arrepentim­iento”, afirmó, antes de añadir: “Salir de la cárcel no es mi prioridad”. Una afirmación coherente con su estrategia de defensa, basada en reivindica­r sus actos como un ejercicio de derechos constituci­onales, pero que se acerca a ese regalo envenenado en el que los abogados temen que se convierta el último turno de palabra en un juicio.

 ?? / EFE ?? El tribunal que ha juzgado el procés, presidido por Manuel Marchena, ayer durante la última sesión.
/ EFE El tribunal que ha juzgado el procés, presidido por Manuel Marchena, ayer durante la última sesión.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain