Francisco abronca a los nuncios: “No se critica al Papa a sus espaldas”
El papa Francisco se reunió ayer con sus 98 embajadores en activo y los 46 que están jubilados. Y, además de reclamarles austeridad por medio de un decálogo encaminado a evitar el lujo, les abroncó por criticarle a sus espaldas. La reprimenda hacía pensar en el arzobispo Carlo Maria Viganò, que acusó al Papa el verano pasado de encubrir abusos del cardenal Theodore McCarrick. El caso, cuya veracidad fue discutida, destapó cómo una serie de altos cargos eclesiales —también nuncios— llevaban tiempo organizándose para atacar a este pontificado desde medios de comunicación financiados, en muchas ocasiones, por la extrema derecha.
El papa Francisco abroncó ayer a sus embajadores y les reclamó lealtad y austeridad. En una reunión con los nuncios, el Pontífice señaló que “criticar al Papa a sus espaldas” es incompatible con la función que deben cumplir, así como “caer en cotilleos”. El discurso ante los representantes del exterior, acompañado de un decálogo que también invita a evitar el lujo, muestra el nivel de internacionalización del acoso al Papa por parte del ala conservadora de la Iglesia.
Francisco suele decir en público muchas de las cosas que piensa. También sobre algunos de sus colaboradores y sus actitudes desleales. Pero sigue llamando la atención que un jefe de Estado como él reúna a sus 98 embajadores en activo y a los 46 que están jubilados y les reprenda públicamente por criticarle por la espalda y organizar conjuras contra él en Internet.
“Es incompatible ser un representante pontificio con criticar al Papa a sus espaldas, tener blogs o unirse a grupos hostiles a él, a la curia y a la Iglesia de Roma”, les advirtió durante la reunión que suele celebrarse cada tres años desde 2013. Los discursos del Papa a sus empleados —sucede igual con el que da a la curia en Navidad— suelen incluir siempre un alto nivel de reprimenda. Es famoso el que ofreció en 2014, donde enumeró las enfermedades que sufre la curia vaticana. Pero el hecho de que esta vez sean sus representantes en el exterior demuestra también el nivel de internacionalización que ha alcanzado el acoso a Francisco por el ala conservadora de la Iglesia, especialmente en Estados Unidos.
La memoria reciente conduce inexorablemente al mayor escándalo que ha vivido Francisco desde que fuese nombrado papa. El pasado verano, el arzobispo Carlo Maria Viganò, nuncio en Washington entre 2011 y 2016, escribió una carta en la que acusaba directamente al Papa de encubrir los abusos del cardenal Theodore McCarrick. El caso, más allá de la discutida veracidad de las acusaciones, destapó también cómo una serie de altos cargos de la Iglesia católica —también nuncios— llevan organizándose desde hace tiempo para atacar este pontificado desde medios de comunicación financiados, en muchas ocasiones, por grupos de poder de extrema derecha.
Francisco les hizo entrega ayer de un decálogo “para realizar mejor su misión”. En uno de los puntos se observaba que “el nuncio es el representante del Papa”. “No criticar al Papa a sus espaldas”, “no caer en cotilleos” y “evitar el lujo”, son algunas de las indicaciones que Francisco ha dado a los nuncios. Entre otros puntos, el decálogo recuerda también que “el nuncio es hombre de Dios” y “no puede caer en cotilleos y calumnias” y “no se puede dejar engañar de los valores mundanos”.
Es una advertencia hacia un estilo de vida que no es nuevo en este pontificado y que, algunas veces, ha ido más allá degenerando en delitos. Hace algo más de un año, Carlo Alberto Capella, un alto cargo de la Nunciatura en Washington, fue detenido por posesión e intercambio de pornografía infantil, un escándalo que terminó meses después con una condena a cinco años de cárcel en el Vaticano.