Putin destituye a la cúpula policial implicada en el caso del periodista Golunov
Sigue la reacción en cadena por el caso Ivan Golunov. El presidente ruso, Vladímir Putin, destituyó ayer a la cúpula policial implicada en el caso del periodista, acusado la semana pasada de posesión de drogas en un proceso plagado de irregularidades. Los afectados son el jefe de la lucha contra el narcotráfico de Moscú, Yury Devyatkin, y el jefe de policía del área occidental de la capital, Andrei Puchkov, en cuyo territorio se inició el proceso. El Ministerio del Interior, que cerró el caso “por falta de pruebas”, había pedido el cese de Puchkov.
El caso del reportero de investigación de presuntos casos de corrupción Ivan Golunov desató durante estos últimos días una inédita movilización ciudadana en toda Rusia. Y ahora, forzado por la presión social, el Kremlin se ha visto obligado a relevar de su cargo a dos mandos de la Policía. Estos dos agentes que detuvieron al informador Golunov el jueves de la semana pasada están a partir de ahora suspendidos y pendientes de una investigación. Además, se ha abierto un proceso interno que estará bajo la supervisión del Comité de Investigación de Rusia, según informó el Ministerio de Interior ruso.
El caso ha ido cobrado una importante dimensión y ha puesto de nuevo bajo el foco de atención lo que los ciudadanos conocen como “montajes policiales”, destinados a tapar la boca y silenciar a periodistas y activistas incómodos hacia el Kremlin, o a cualquiera que resulte molesto para las esferas de poder. Cuando fue detenido, Golunov, reportero en el medio digital Meduza, con sede en Letonia —país que forma parte de la Unión Europea—, trabajaba en un artículo sobre los enlaces del Servicio de Seguridad Federal (FSB por su acrónimo en ruso) con el negocio de los funerales en Rusia. Y había entregado a la redacción el primer borrador de la historia.
La destitución fulminante de la cúpula policial del caso Golunov llega un día después de que miles de personas salieran a la calle en Moscú y San Petersburgo por lo ocurrido con el reportero y en protesta por lo que consideran una práctica habitual. La policía había afirmado que encontró al periodista una importante cantidad de narcóticos, y que tenía intención de venderlos. Tanto Golunov, de 36 años, como todo su entorno insistieron desde el principio en que todo era falso, que se trataba de una estrategia para retirarle de la circulación. Lo ocurrido despertó improvisadas protestas y un apoyo sin precedentes en los medios y la élite intelectual rusa a la que se fueron sumando, gota a gota, también relevantes figuras en la órbita del Kremlin. Golunov fue exonerado el martes. Llevaba en arresto domiciliario desde el sábado.
Con la popularidad del Gobierno y las cifras de apoyo al presidente Putin mermando cada mes, el Gobierno ha actuado rápido en un caso que ha encendido los ánimos de la ciudadanía, que tiene una desconfianza oceánica en sus sistemas policial y judicial. Solo el 57% de la población confía en la Policía rusa, según loas datos de una encuesta de finales de 2018 del organismo estatal VTsIOM. Un año antes era un 67%.
Varios altos funcionarios han asegurado a los medios rusos que Putin se ha implicado en el caso Golunov, y que empujó su resolución.
El Kremlin ha actuado rápido y al grano. Sin embargo, los activistas y las organizaciones de derechos civiles remarcan que el Gobierno no ha dado señales de haber captado el mensaje general. El miércoles, una manifestación pacífica no autorizada —como casi todas— por la libertad de prensa y contra los montajes policiales se saldó con más de 500 detenidos, según la organización OVD Info, que analiza los arrestos —más de 200, según la Policía—. Y los agentes cargaron contra la ciudadanía que se había reunido en el centro de Moscú, para manifestar su indignación con el caso Golunov y otros similares.