La sociedad civil ultima una hoja de ruta de transición al margen del poder en Argelia
La sociedad argelina, diversa y dividida a veces, está haciendo un esfuerzo pacífico, inédito y prolongado para desalojar al régimen. La pregunta es cómo echar a los viejos jerarcas. ¿Mediante una asamblea que redacte una nueva Constitución o vía elecciones presidenciales sin el control de las autoridades actuales? La sociedad civil ha debatido durante semanas sobre esas dos vías hasta que el lunes llegó a un preacuerdo. Los detalles se anunciarán mañana tras una gran conferencia nacional que contará con más de 150 participantes.
Lo que está sucediendo desde el 22 de febrero en Argelia puede marcar un hito en el mundo musulmán. Decenas de asociaciones humanitarias, religiosas y sindicales llevan semanas organizando el encuentro de mañana, donde se pretende esbozar una hoja de ruta para emprender la transición. Se han formado tres grandes bloques: el Foro Civil por el Cambio, la Confederación de Sindicatos y el Colectivo por una Transición Democrática. Said Salhi, vicepresidente de
la Liga Argelina por la Defensa de los Derechos del Hombre, pertenece al Colectivo y responde al teléfono desde Argel. Explica que la conferencia es solo la primera etapa de un proceso donde hay “varias sensibilidades”.
¿Y en la calle? Cientos de miles de personas piden cada viernes en público la dimisión de las dos B. “Nosotros hemos trabajado sobre un Estado general de la sociedad civil”, explica Salhi. “De forma paralela, los partidos políticos de la oposición organizarán
una conferencia nacional. Habrá una segunda etapa donde tendremos que buscar los puntos de convergencia entre todos. Después, iremos hacia una larga negociación con los ocupantes del sistema para iniciar la transición y la organización de su partida”. De momento, resume Salhi, estos grupos intentan organizar la sociedad civil sin pretensión de hablar en nombre de la calle.
Por el momento gobiernan los mismos hombres que Buteflika dejó: el presidente interino Abdelkáder Bensalá, de 77 años, y el primer ministro, Nordín Bedoui, de 59.
Dentro del Colectivo hay asociaciones de derechos humanos, de mujeres, de jóvenes, de desaparecidos en la década negra (los de la guerra civil de los años noventa). Salhi fue muy criticado por subir fotos a su Facebook en las que solo había hombres, cuando las mujeres abundan en las protestas de los viernes. “En nuestra organización hay muchas mujeres, sobre todo, estudiantes”, señala. No obstante, admite que en los otros dos grandes grupos (Foro Civil por el cambio y Confederación de sindicatos) la representación femenina “no es fuerte”.
Lejos de la igualdad
Salhi reconoce que hay muchos puntos de divergencia sobre la Argelia del futuro, hasta el punto de que a veces ha peligrado el diálogo. “La cuestión de la igualdad entre hombres y mujeres no está solucionada”, admite. Las primeras citas comenzaron en las redes sociales, siguieron en las calles y continuaron en grandes salones con mesas que daban cabida a más de 70 asociaciones. Lo que salga de esa conferencia nacional organizada al margen del poder chocará inevitablemente con él.
El hombre fuerte del país, el general Ahmed Gaid Salah, de 79 años, se aferra a la actual Constitución. El régimen sigue obstaculizando las protestas de los viernes, deteniendo a los primeros manifestantes que se dan cita en Argel, impidiendo a algunos medios de prensa internacionales la entrada en el país o limitando para otros la cobertura.
Como medida para salir de la crisis actual, Salah impulsó unas elecciones presidenciales para el 4 de julio gestionadas por las autoridades de siempre, las mismas que apoyaron el quinto mandato de Abdelaziz Buteflika (1999-2019) y han sido acusadas de fraude durante los 20 años de su presidencia. La calle rechazó unos comicios en esas condiciones. Y fue tan contundente que no se presentó ningún candidato que reuniera unas mínimas condiciones legales exigibles. El régimen renunció a esos comicios. Y aún no ha ofrecido una fecha alternativa para otros.