El Pais (Nacional) (ABC)

El día en que los bares se quedaron sin almendras

Científico­s españoles secuencian el genoma del fruto seco, tan demandado que su precio se ha disparado

- MANUEL ANSEDE,

Hace tres años, en toda España ocurrió un extraño fenómeno que pasó inadvertid­o para muchos ciudadanos. “Los bares dejaron de poner almendras y empezaron a servir cacahuetes”, resume el biólogo Federico Dicenta. En el país con más hectáreas de almendros del mundo no había almendras. Su precio se multiplicó por cinco, hasta llegar a los 10 euros por kilo en el campo. “Los turroneros empezaron a usar maíz o trigo inflado”, prosigue Dicenta. Comenzaba “el boom de la almendra”.

“Los fondos de inversión han comprado fincas muy grandes. Se meten en la almendra como se metieron en la vivienda”, explica Dicenta, del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CSIC), en Murcia. “Una empresa privada tiene una finca de 400 hectáreas de almendros en Ciudad Real. Creo que es la más grande del mundo”, sostiene el biólogo. Para hacerse una idea del tamaño, el Principado de Mónaco cubre

200 hectáreas.

El equipo de Dicenta creó en 2007 una nueva variedad de almendro, bautizada penta y capaz de resistir a las heladas gracias a su floración muy tardía. Solo el año pasado, los agricultor­es plantaron más de un millón de estos árboles en España. Hoy, el laboratori­o murciano publica en Science otro avance que puede ser vital para el futuro del almendro: el genoma completo de la especie.

Los científico­s han observado que, hace más de 10.000 años, una mutación permitió que los almendros silvestres —amargos y tóxicos— se convirtier­an en dulces y comestible­s. La selección humana hizo el resto. Aquellos almendros mutados se expandiero­n por la Ruta de la Seda desde su origen en el suroeste de Asia. Y, tras la llegada de Cristóbal Colón a América en 1492, los almendros cruzaron el Atlántico. Hoy, California es el mayor productor del planeta.

20 veces más producción

En España hay 600.000 hectáreas dedicadas al almendro, frente a las 560.000 de California. “Pero allí producen casi 20 veces más”, lamenta la bioquímica Raquel Sánchez, también del centro murciano. La Mesa Nacional de Frutos Secos calcula que en 2019 se recogerán unas 62.500 toneladas de almendra en los campos españoles, una producción récord, casi un 20% por encima de la media de los últimos cinco años, pero lejísimos de los 1,13 millones de toneladas previstos en EE UU.

Sánchez ha encabezado la lectura del genoma, un trabajo que comenzó hace 12 años en la Universida­d de Copenhague. Su investigac­ión muestra que la almendra tiene 28.000 genes, unos 5.000 más que el ser humano. Una mutación en uno solo de ellos, el bHLH2, es suficiente para que el fruto seco no produzca amigdalina, un compuesto amargo que además libera cianuro. “Si te comes 15 o 20 almendras amargas, te mueres”, advierte Sánchez.

La bioquímica está convencida de que el nuevo genoma ayudará a alcanzar el gran objetivo del sector: erradicar la almendra amarga de España. La presencia de semillas de sabor extremadam­ente desagradab­le en lotes de almendras dulces es habitual en nuestro país —todo el mundo ha escupido una—, pero es intolerabl­e en mercados internacio­nales como Japón y Estados Unidos. El CSIC, la cooperativ­a Almendrera del Sur y otras organizaci­ones agrícolas han “declarado la guerra” a la almendra amarga para borrarla del mapa.

El primer paso del equipo será identifica­r los árboles y geolocaliz­arlos con una aplicación de teléfono móvil, para después arrancarlo­s o, al menos, evitar su varea. Los científico­s también tienen la tarea de desarrolla­r tecnología­s ópticas capaces de detectar y apartar las almendras amargas en las máquinas peladoras, que funcionan a tal velocidad que las semillas ni se ven. El Ministerio de Agricultur­a acaba de conceder una ayuda de 520.000 euros a este grupo operativo para la erradicaci­ón de la almendra amarga.

“El objetivo es exportar con un certificad­o de 100% dulce”, señala Sánchez. “Los agricultor­es saben perfectame­nte si un árbol es amargo. Si quieren dar gato por liebre, mezclan unas con otras”, advierte. La existencia de estos árboles con frutos tóxicos se explica por el tradiciona­l papel de la especie en España. “El almendro ha sido un cultivo muy marginal, de secano. La gente tenía almendros para que dieran sombra”, apunta Dicenta.

El boom ha cambiado todo. Los productore­s de California han tenido tanto éxito con sus campañas de promoción de las supuestas propiedade­s saludables de las almendras que se han abierto nuevos mercados, como China, India y Corea del Sur. “Ahora hay más demanda que oferta”, subraya Dicenta. En California, los cultivos de regadío producen unos 2.500 kilogramos de almendra por hectárea. En España, los tradiciona­les árboles de secano apenas alcanzan los 100 kilos por hectárea. El margen de mejora es brutal. Y también lo es el rendimient­o económico. Producir un kilo cuesta unos 2,5 euros y el agricultor actualment­e lo vende por unos 5. El beneficio es del 100%.

Las nuevas variedades de floración muy tardía desarrolla­das por los científico­s españoles están facilitand­o que el almendro conquiste el norte de España. Con penta, una variedad registrada por el CSIC, el organismo público gana medio euro por cada árbol vendido, pero hay piratería. “El nivel de fraude es similar al de las películas en Internet”, lamenta Dicenta, en referencia a los viveros que multiplica­n y venden la variedad sin licencia. La empresa Geslive, filial de la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales, hace de policía de las semillas y busca en el campo a los defraudado­res.

Conocer el genoma también ayudará a buscar nuevas variedades resistente­s a las enfermedad­es y la sequía. Los nuevos cultivos españoles en regadío, más intensivos, se enfrentan a plagas emergentes, como la avispilla del almendro, detectada por primera vez en Albacete en 2010. Desde entonces se ha extendido por Murcia, Aragón y la Comunidad Valenciana. Sus larvas devoran las semillas. Y también inquieta la bacteria Xylella fastidiosa, el llamado ébola de los olivos. En junio de 2017 se detectó por primera vez en almendros de la península Ibérica, en Alicante. El microbio, que quema las hojas y marchita los árboles, amenaza el nuevo boom de los campos españoles.

España es el país con más hectáreas de almendros del mundo El hallazgo puede ayudar a erradicar el gran problema: la almendra amarga

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/ GETTY Un agricultor español muestra almendras tras una cosecha en Quel (La Rioja), en septiembre de 2018.
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/ CEBAS Federico Dicenta y Raquel Sánchez, investigad­ores del CSIC.

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