La socialdemocracia vuelve a dar señales de vida
Los éxitos en cinco países europeos animan a una familia política en declive
En las últimas elecciones, la socialdemocracia ha cosechado buenos resultados en cinco países: Finlandia, Dinamarca, Suecia, España y Portugal. Estos cinco fogonazos no ocultan la crisis de esta corriente, como se ha visto en Francia, Alemania, Italia y Francia.
El auge de los partidos ecologistas y liberales y la dura competencia que suponen los movimientos populistas han hecho mella en algunos de sus tradicionales caladeros de votos.
Tras un prolongado periodo de sufrimiento, la socialdemocracia europea ha logrado algunos éxitos en el último año. Los resultados electorales de partidos de esta familia política han permitido cosechar un nuevo mandato de gobierno en Suecia (en coalición con los Verdes); recuperar el poder en Finlandia (en una amplia coalición de cinco fuerzas); con toda probabilidad, el regreso al frente del Ejecutivo en Dinamarca y un nuevo mandato en España. Las perspectivas son positivas en Portugal, donde se vota en octubre.
Estos éxitos elevan la cuota de poder de la familia en el Consejo Europeo y ofrecen esperanza a sus seguidores. Sin embargo, los logros en el frente nórdico e ibérico no compensan la hemorragia generalizada que sufre el grupo, en grave crisis en Alemania e Italia, prácticamente desaparecido en Francia y Grecia, casi insignificante en el Este. Las elecciones europeas de mayo dieron a los miembros del grupo socialista un 20% de los votos frente al 25% de 2014. El declive desde el pico del 34% logrado en 1989 y 1994 es constante.
Significativamente, el descalabro socialdemócrata no ha supuesto un trasvase de votos a la izquierda dura, la constelación que agrupa a formaciones como Syriza, Podemos, La Francia Insumisa o La Izquierda alemana. Esta agrupación apenas logró un 5%, frente a casi el 7% de 2014. En 1994, los dos bloques sumaban un 40%; hoy, un 25%.
Además, algunas de las victorias, vistas de cerca, no son tan exultantes. En Dinamarca, el éxito llega con un 25,9% de votos, dato inferior al de 2015; en Suecia, Stefan Löfven ha logrado un nuevo mandato con el peor resultado en décadas; en Finlandia, han ganado con un 17,7%, solo dos décimas más que la ultraderecha.
Más pujante es la posición en la península ibérica, donde han rondado el 33% de los votos en las europeas. En España, el PSOE ha sabido aprovechar las pugnas internas de Podemos, por un lado, y la fragmentación y radicalización de las derechas, por el otro. Pero, a escala continental, y especialmente en los países con mayor peso, hay una dispersión de votos hacia otros horizontes políticos. El auge de Verdes y Liberales sugiere que parte de esas papeletas antaño socialdemócratas han llegado a sus puertas.
Esto apunta a la brutal competencia
que la socialdemocracia afronta en su tradicional caladero. En cuestión de protección social, combate contra las promesas hiperbólicas de movimientos populistas desideologizados (como el Movimiento 5 Estrellas) o partidos de derecha radical que han logrado convencer a muchos de que la solución a sus problemas es el proteccionismo (migratorio, comercial), apuntando a las políticas relativamente abiertas de los socialistas en estas áreas como responsables de los sufrimientos actuales.
En este escenario, Pedro Sánchez y el PSOE se perfilan como la principal fuerza del grupo socialista europeo. A continuación, una mirada a las vicisitudes de la familia en sus principales caladeros de la Europa continental.
ALEMANIA Descalabro en las europeas
La socialdemocracia alemana (SPD) no levanta cabeza. El partido más antiguo de Alemania, que gobierna en coalición con los conservadores, se encuentra sumido en una profunda crisis como evidenciaron con claridad las últimas elecciones europeas. Obtuvo un 15,8% de los votos, casi 12 puntos menos que en las anteriores europeas. Esa cifra le convierte en el partido que sufrió mayores pérdidas en la cita electoral de mayo en Alemania. El descalabro ha sido tal que una semana después de las europeas, Andrea Nahles, hasta entonces líder del SPD, anunció su dimisión.
Pero ¿a dónde fueron a parar los votos del SPD en las europeas?
Hasta 2.010.000 alemanes que habían votado socialdemócrata en las generales de 2017 simplemente se abstuvieron esta vez, y eso a pesar de haber logrado Alemania una participación récord. La mayor fuga de votos a otros partidos fue a Los Verdes, que recibieron 1.250.000 apoyos de antiguos votantes socialdemócratas. La extrema de derecha, Alternativa para Alemania (AfD), apenas pescó en el caladero socialdemócrata, captando 20.000 de sus antiguos votantes. La desafección es especialmente pronunciada entre los votantes más jóvenes.
La caída del SPD no es nueva. La cohabitación con los conservadores en una debilitada coalición de Gobierno, en la que son el socio minoritario, ha desdibujado para muchos electores el perfil político de un partido que a menudo se confunde con el de sus socios.
Thorsten Faas, politólogo de la Universidad Libre de Berlín, asegura que la clave será ver la reversibilidad de la actual tendencia. Es decir, “cuánto de la debilidad del SPD tiene que ver con la gran coalición o si más bien asistimos a un cambio dramático” del comportamiento electoral.
FRANCIA Extinción o supervivencia
La socialdemocracia francesa se debate entre la extinción definitiva y la supervivencia como formación modesta, quizá bajo otros nombres y aliada con otras fuerzas. En las europeas, la lista socialista obtuvo un 6,2% de votos. El fracaso fue la confirmación del derrumbe ocurrido dos años antes en las presidenciales. Entonces, el candidato socialista, Benoît Hamon, sacó un 6,4%. Hoy ni Hamon, adscrito al ala izquierda del PS, ni su rival en las primarias de 2017, el ex primer ministro Manuel Valls, del ala socioliberal, están en el partido.
El historiador del PS Alain Bergounioux apunta a las “dificultades estructurales” que, desde hace unas décadas, afronta la socialdemocracia europea. Pero resalta causas específicas francesas. “Viene del ejercicio del poder durante el quinquenio del presidente François Hollande”, dice.
La irrupción de Emmanuel Macron, que políticamente creció bajo el ala de Hollande, acabó de hundir al PS. El partido fue víctima de la sustitución del eje izquierda/derecha por el eje que oponía a progresistas o liberales de centroizquierda y centroderecha contra el populismo de extrema izquierda y extrema derecha.
Macron aprovechó y aceleró esta recomposición política. El PS no encuentra su espacio en el nuevo tablero. Una parte de sus votantes se fugó al partido de Macron; otra, a la izquierda populista y soberanista de Jean-Luc Mélenchon; otros, a Los Verdes; otros se han quedado en el PS. Al partido le quedan 30 diputados de 577 en la Asamblea Nacional.
ITALIA Un líder en busca de rumbo
El 4 de diciembre de 2016 un rayo partió por la mitad a la izquierda italiana. Matteo Renzi, primer ministro italiano y secretario general del Partido Democrático (PD), perdió estrepitosamente un
referéndum que debía decidir una reforma constitucional. Su manifiesta arrogancia política, la falta de empatía con las siempre malhumoradas corrientes de izquierda y el fulgurante ascenso de un partido antisistema como el Movimiento 5 Estrellas provocaron un accidente colosal.
La caída desde entonces ha sido muy pronunciada. En las europeas de 2014, Renzi obtuvo alrededor del 40% de los votos. En las últimas, pese a algunos signos de recuperación bajo el nuevo liderazgo de Nicola Zingaretti, el partido se ha quedado en un 22,69%, la mitad que hace cinco años.
El trasvase de votos ha sido mayoritariamente en dirección al M5S, que ha cultivado bien el discurso asistencialista en el sur de Italia y en los segmentos sociales desfavorecidos. El ciclón electoral que ha representado la Liga de Matteo Salvini en Italia sería también inexplicable sin un modesto porcentaje de votos de la izquierda.
Muchos de los grandes feudos rojos de Italia han pasado en el último año a manos de la Liga. El pasado domingo cayó también Ferrara, gobernada por la izquierda desde hacía 74 años. Territorio inexpugnable para la derecha, convertido hoy, igual que otros lugares como Sesto San Giovanni o Terni, en nuevo hogar de la ultraderecha. El fenómeno no es nuevo. Tal y como ha sucedido en Francia con el Reagrupamiento Nacional, viejos votantes de izquierdas, especialmente procedentes de las clases trabajadoras, han cambiado de opción tras observar cierto comportamiento elitista de la socialdemocracia durante los años de crisis.
PORTUGAL Victoria previsible en octubre
El Partido Socialista (PS) portugués prevé una victoria contundente —aunque no absoluta— en las elecciones del 6 de octubre, tras cuatro años de Gobierno en minoría apoyado por el Bloco de Esquerda y el PCl, la llamada jerigonza de izquierdas. En las europeas, cosechó el 33,4% frente al 28,1% del centroderecha. Nunca en 20 años había ganado las europeas el partido gobernante. En las encuestas para las legislativas, su intención de voto roza el 40%.
El PS portugués no asusta a nadie y gusta a todos. En estos cuatro años, la oposición de centroderecha se ha hecho añicos, con relevo de líderes que no agradan ni a sus militantes y el consiguiente nacimiento de partidos liberales, que aún hacen más improbable un cambio de Gobierno. A la izquierda del PS, Bloco y PC luchan más por quitarse votos entre ellos que por quitárselos a los socialistas.
Con información de: Ana Carbajosa (Berlín), Marc Bassets (París), Dani Verdú (Roma), Javier Martín del Barrio (Lisboa), Kiko Llaneras y Andrea Rizzi (Madrid)