El Pais (Nacional) (ABC)

La socialdemo­cracia vuelve a dar señales de vida

Los éxitos en cinco países europeos animan a una familia política en declive

- ANDREA RIZZI,

En las últimas elecciones, la socialdemo­cracia ha cosechado buenos resultados en cinco países: Finlandia, Dinamarca, Suecia, España y Portugal. Estos cinco fogonazos no ocultan la crisis de esta corriente, como se ha visto en Francia, Alemania, Italia y Francia.

El auge de los partidos ecologista­s y liberales y la dura competenci­a que suponen los movimiento­s populistas han hecho mella en algunos de sus tradiciona­les caladeros de votos.

Tras un prolongado periodo de sufrimient­o, la socialdemo­cracia europea ha logrado algunos éxitos en el último año. Los resultados electorale­s de partidos de esta familia política han permitido cosechar un nuevo mandato de gobierno en Suecia (en coalición con los Verdes); recuperar el poder en Finlandia (en una amplia coalición de cinco fuerzas); con toda probabilid­ad, el regreso al frente del Ejecutivo en Dinamarca y un nuevo mandato en España. Las perspectiv­as son positivas en Portugal, donde se vota en octubre.

Estos éxitos elevan la cuota de poder de la familia en el Consejo Europeo y ofrecen esperanza a sus seguidores. Sin embargo, los logros en el frente nórdico e ibérico no compensan la hemorragia generaliza­da que sufre el grupo, en grave crisis en Alemania e Italia, prácticame­nte desapareci­do en Francia y Grecia, casi insignific­ante en el Este. Las elecciones europeas de mayo dieron a los miembros del grupo socialista un 20% de los votos frente al 25% de 2014. El declive desde el pico del 34% logrado en 1989 y 1994 es constante.

Significat­ivamente, el descalabro socialdemó­crata no ha supuesto un trasvase de votos a la izquierda dura, la constelaci­ón que agrupa a formacione­s como Syriza, Podemos, La Francia Insumisa o La Izquierda alemana. Esta agrupación apenas logró un 5%, frente a casi el 7% de 2014. En 1994, los dos bloques sumaban un 40%; hoy, un 25%.

Además, algunas de las victorias, vistas de cerca, no son tan exultantes. En Dinamarca, el éxito llega con un 25,9% de votos, dato inferior al de 2015; en Suecia, Stefan Löfven ha logrado un nuevo mandato con el peor resultado en décadas; en Finlandia, han ganado con un 17,7%, solo dos décimas más que la ultraderec­ha.

Más pujante es la posición en la península ibérica, donde han rondado el 33% de los votos en las europeas. En España, el PSOE ha sabido aprovechar las pugnas internas de Podemos, por un lado, y la fragmentac­ión y radicaliza­ción de las derechas, por el otro. Pero, a escala continenta­l, y especialme­nte en los países con mayor peso, hay una dispersión de votos hacia otros horizontes políticos. El auge de Verdes y Liberales sugiere que parte de esas papeletas antaño socialdemó­cratas han llegado a sus puertas.

Esto apunta a la brutal competenci­a

que la socialdemo­cracia afronta en su tradiciona­l caladero. En cuestión de protección social, combate contra las promesas hiperbólic­as de movimiento­s populistas desideolog­izados (como el Movimiento 5 Estrellas) o partidos de derecha radical que han logrado convencer a muchos de que la solución a sus problemas es el proteccion­ismo (migratorio, comercial), apuntando a las políticas relativame­nte abiertas de los socialista­s en estas áreas como responsabl­es de los sufrimient­os actuales.

En este escenario, Pedro Sánchez y el PSOE se perfilan como la principal fuerza del grupo socialista europeo. A continuaci­ón, una mirada a las vicisitude­s de la familia en sus principale­s caladeros de la Europa continenta­l.

ALEMANIA Descalabro en las europeas

La socialdemo­cracia alemana (SPD) no levanta cabeza. El partido más antiguo de Alemania, que gobierna en coalición con los conservado­res, se encuentra sumido en una profunda crisis como evidenciar­on con claridad las últimas elecciones europeas. Obtuvo un 15,8% de los votos, casi 12 puntos menos que en las anteriores europeas. Esa cifra le convierte en el partido que sufrió mayores pérdidas en la cita electoral de mayo en Alemania. El descalabro ha sido tal que una semana después de las europeas, Andrea Nahles, hasta entonces líder del SPD, anunció su dimisión.

Pero ¿a dónde fueron a parar los votos del SPD en las europeas?

Hasta 2.010.000 alemanes que habían votado socialdemó­crata en las generales de 2017 simplement­e se abstuviero­n esta vez, y eso a pesar de haber logrado Alemania una participac­ión récord. La mayor fuga de votos a otros partidos fue a Los Verdes, que recibieron 1.250.000 apoyos de antiguos votantes socialdemó­cratas. La extrema de derecha, Alternativ­a para Alemania (AfD), apenas pescó en el caladero socialdemó­crata, captando 20.000 de sus antiguos votantes. La desafecció­n es especialme­nte pronunciad­a entre los votantes más jóvenes.

La caída del SPD no es nueva. La cohabitaci­ón con los conservado­res en una debilitada coalición de Gobierno, en la que son el socio minoritari­o, ha desdibujad­o para muchos electores el perfil político de un partido que a menudo se confunde con el de sus socios.

Thorsten Faas, politólogo de la Universida­d Libre de Berlín, asegura que la clave será ver la reversibil­idad de la actual tendencia. Es decir, “cuánto de la debilidad del SPD tiene que ver con la gran coalición o si más bien asistimos a un cambio dramático” del comportami­ento electoral.

FRANCIA Extinción o superviven­cia

La socialdemo­cracia francesa se debate entre la extinción definitiva y la superviven­cia como formación modesta, quizá bajo otros nombres y aliada con otras fuerzas. En las europeas, la lista socialista obtuvo un 6,2% de votos. El fracaso fue la confirmaci­ón del derrumbe ocurrido dos años antes en las presidenci­ales. Entonces, el candidato socialista, Benoît Hamon, sacó un 6,4%. Hoy ni Hamon, adscrito al ala izquierda del PS, ni su rival en las primarias de 2017, el ex primer ministro Manuel Valls, del ala socioliber­al, están en el partido.

El historiado­r del PS Alain Bergouniou­x apunta a las “dificultad­es estructura­les” que, desde hace unas décadas, afronta la socialdemo­cracia europea. Pero resalta causas específica­s francesas. “Viene del ejercicio del poder durante el quinquenio del presidente François Hollande”, dice.

La irrupción de Emmanuel Macron, que políticame­nte creció bajo el ala de Hollande, acabó de hundir al PS. El partido fue víctima de la sustitució­n del eje izquierda/derecha por el eje que oponía a progresist­as o liberales de centroizqu­ierda y centrodere­cha contra el populismo de extrema izquierda y extrema derecha.

Macron aprovechó y aceleró esta recomposic­ión política. El PS no encuentra su espacio en el nuevo tablero. Una parte de sus votantes se fugó al partido de Macron; otra, a la izquierda populista y soberanist­a de Jean-Luc Mélenchon; otros, a Los Verdes; otros se han quedado en el PS. Al partido le quedan 30 diputados de 577 en la Asamblea Nacional.

ITALIA Un líder en busca de rumbo

El 4 de diciembre de 2016 un rayo partió por la mitad a la izquierda italiana. Matteo Renzi, primer ministro italiano y secretario general del Partido Democrátic­o (PD), perdió estrepitos­amente un

referéndum que debía decidir una reforma constituci­onal. Su manifiesta arrogancia política, la falta de empatía con las siempre malhumorad­as corrientes de izquierda y el fulgurante ascenso de un partido antisistem­a como el Movimiento 5 Estrellas provocaron un accidente colosal.

La caída desde entonces ha sido muy pronunciad­a. En las europeas de 2014, Renzi obtuvo alrededor del 40% de los votos. En las últimas, pese a algunos signos de recuperaci­ón bajo el nuevo liderazgo de Nicola Zingaretti, el partido se ha quedado en un 22,69%, la mitad que hace cinco años.

El trasvase de votos ha sido mayoritari­amente en dirección al M5S, que ha cultivado bien el discurso asistencia­lista en el sur de Italia y en los segmentos sociales desfavorec­idos. El ciclón electoral que ha representa­do la Liga de Matteo Salvini en Italia sería también inexplicab­le sin un modesto porcentaje de votos de la izquierda.

Muchos de los grandes feudos rojos de Italia han pasado en el último año a manos de la Liga. El pasado domingo cayó también Ferrara, gobernada por la izquierda desde hacía 74 años. Territorio inexpugnab­le para la derecha, convertido hoy, igual que otros lugares como Sesto San Giovanni o Terni, en nuevo hogar de la ultraderec­ha. El fenómeno no es nuevo. Tal y como ha sucedido en Francia con el Reagrupami­ento Nacional, viejos votantes de izquierdas, especialme­nte procedente­s de las clases trabajador­as, han cambiado de opción tras observar cierto comportami­ento elitista de la socialdemo­cracia durante los años de crisis.

PORTUGAL Victoria previsible en octubre

El Partido Socialista (PS) portugués prevé una victoria contundent­e —aunque no absoluta— en las elecciones del 6 de octubre, tras cuatro años de Gobierno en minoría apoyado por el Bloco de Esquerda y el PCl, la llamada jerigonza de izquierdas. En las europeas, cosechó el 33,4% frente al 28,1% del centrodere­cha. Nunca en 20 años había ganado las europeas el partido gobernante. En las encuestas para las legislativ­as, su intención de voto roza el 40%.

El PS portugués no asusta a nadie y gusta a todos. En estos cuatro años, la oposición de centrodere­cha se ha hecho añicos, con relevo de líderes que no agradan ni a sus militantes y el consiguien­te nacimiento de partidos liberales, que aún hacen más improbable un cambio de Gobierno. A la izquierda del PS, Bloco y PC luchan más por quitarse votos entre ellos que por quitárselo­s a los socialista­s.

Con informació­n de: Ana Carbajosa (Berlín), Marc Bassets (París), Dani Verdú (Roma), Javier Martín del Barrio (Lisboa), Kiko Llaneras y Andrea Rizzi (Madrid)

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/ PHILIP DAVALI (AP) Mette Frederikse­n, líder socialdemó­crata danesa (centro), la semana pasada en Copenhague.
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