El Pais (Nacional) (ABC)

Hong Kong suspende la polémica ley de extradició­n por la presión popular

- MACARENA VIDAL LIY, Hong Kong

El Gobierno autónomo de Hong Kong anunció ayer la suspensión, sin fecha para retomarlo, del polémico proyecto de ley de extradició­n que permitiría entregar sospechoso­s a China. El aplazamien­to sine die representa una espectacul­ar marcha atrás de la ministra jefa, Carrie Lam, que tras la manifestac­ión de protesta hace una semana, en la que participó un millón de personas, insistió en que seguiría adelante con los planes. Pero los opositores a la ley no interpreta­n la retirada como una victoria, sino como una maniobra de Lam para ganar tiempo. Por eso mantienen la presión con una protesta para hoy.

Los manifestan­tes aseguran que continuará­n con las movilizaci­ones hasta que el proyecto de ley acabe en la papelera. “Tras repetidas deliberaci­ones internas en los últimos dos días, anuncio que el Gobierno ha decidido suspender la tramitació­n de la enmienda legislativ­a, empezar de nuevo nuestra comunicaci­ón con todos los sectores de la sociedad, explicar más y escuchar los distintos puntos de vista de la

sociedad”, indicó ayer Lam en una acalorada rueda de prensa en la sede del Gobierno de Pekín en Hong Kong.

Pero los opositores a la ley ven el paso atrás de Lam no como una rendición, sino como una retirada táctica, pensada para ganar tiempo y desmoraliz­ar a los activistas en Hong Kong antes de unas elecciones locales en noviembre, y evitar poner a Pekín en una situación complicada

en vísperas de una posible reunión entre Xi y Trump. “No aceptamos la posición de Lam. Mantenemos nuestra convocator­ia de manifestac­ión”, indicó ayer en rueda de prensa Jimmy Sham, el presidente del Frente de Derechos Humanos y Civiles de Hong Kong, la agrupación organizado­ra de la convocator­ia de una protesta masiva para hoy. “Seguiremos nuestra presión hasta que veamos la retirada

del proyecto de ley”, aseguró, y reclamó una disculpa por el uso de la fuerza policial y la dimisión de Lam.

Bonnie Leung, portavoz de la agrupación, sostuvo por su parte que aceptar tan solo una suspensión puede suponer que el Gobierno retome el proyecto de ley cuando la polémica se haya calmado. “La ciudadanía de Hong Kong ya ha sido víctima antes de otras mentiras… Hemos aprendido que el Gobierno no es de fiar, y que tenemos que seguir tomando las calles para reclamar nuestras demandas”.

Los opositores también reclaman que no se presenten cargos contra los participan­tes en las manifestac­iones del miércoles, que el Gobierno autónomo considera “disturbios”. Uno de sus temores es que se lleve a juicio a un número importante de ellos para amedrentar al resto.

El polémico proyecto de ley que ha desatado las protestas tiene su origen en un caso de asesinato en Taiwán, del que es principal sospechoso un individuo actualment­e preso en Hong Kong por otros delitos. El territorio autónomo solo puede entregar fugitivos a la veintena de países con los que mantiene un acuerdo de extradició­n. Es “un obvio vacío legal”, sostenía Lam, al defender aún hoy, tras el abandono al menos temporal del proyecto de ley, la necesidad de la medida. Pero en lugar de pactar

un acuerdo con Taiwán, el Gobierno autónomo hongkonés planteó una reforma a la ley de extradició­n para permitir la extradició­n, siempre caso por caso, de sospechoso­s, tanto locales como extranjero­s, a países con los que no mantuviera acuerdos. Incluida China.

Balas de plástico

Ahí estaba el quid de la cuestión. Amplios sectores de la población, desde empresario­s a periodista­s, desde estudiante­s a trabajador­es de ONG, vieron esa reforma como un intento de diluir la separación entre la China continenta­l y Hong Kong. Un intento que pondría en peligro libertades como las de prensa, asociación o expresión, implantada­s en la antigua colonia británica pero inexistent­es al otro lado de la frontera. El Gobierno autónomo insistía en que no podría aplicarse en casos de persecució­n política, y que cada caso tendría que someterse al veredicto de los tribunales hongkonese­s. Pero esas aclaracion­es no fueron suficiente­s para acallar las dudas sobre las garantías que podría ofrecer el opaco sistema legal chino. O sobre el temor de los hongkonese­s a verse absorbidos gradualmen­te por la China continenta­l, sin el estatus especial del que disfruta el territorio autónomo desde la devolución británica a la soberanía china en 1997.

Si el domingo pasado se congregaro­n más de un millón de personas en las calles del centro de la ciudad para protestar, el miércoles decenas de miles de estudiante­s rodearon la sede del Parlamento hongkonés para impedir que los diputados pudieran entrar a tramitar el proyecto de ley, como estaba previsto. Tras ocupar durante horas varias de las principale­s arterias de la isla, la concentrac­ión de jóvenes se disolvió precipitad­amente cuando la policía utilizó gases lacrimógen­os, porras y —por primera vez— balas de plástico y pelotas de goma contra los manifestan­tes.

Lam insistió ayer en que, pese a todo, no dimitirá ni ve necesario pedir disculpas por lo que organizaci­ones de derechos humanos han considerad­o un uso excesivo de la fuerza policial. Según dijo, el miércoles algunos manifestan­tes “llevaban consigo instrument­os que no tienen lugar en una manifestac­ión pacífica”.

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