Chevrolets con cirugía plástica
Desde hace 60 años, los estadounidenses tienen prohibido hacer turismo en Cuba debido al embargo. Solo 12 categorías de ciudadanos podían viajar legalmente a la isla hasta ahora: cargos oficiales en misión de trabajo, investigadores y académicos, periodistas, participantes en competiciones atléticas, cubanoamericanos en visita familiar, personas con licencia religiosa, etcétera.
El modelo de turismo people to people (contacto entre pueblos), fomentado a partir de 2015 por el presidente Barack Obama para promover el contacto directo con los cubanos, permitió en la práctica a los estadounidenses visitar la isla sin trabas. Bastaba comer en un restaurante privado,
subirse a un coche clásico o visitar un museo para cumplir el requisito. En solo tres años, el turismo estadounidense se disparó hasta convertirse en el segundo país emisor de viajeros (640.000 en 2018, la mayoría cruceristas), solo por detrás de Canadá, con un millón de visitantes. Al calor de aquella apertura, y sabiendo que a los gringos les encanta pasear por la ciudad en viejos descapotables, los dueños de autos típicos estadounidenses se inventaron un suculento negocio: transformar con ayuda de un chapista espabilado los coches de techo duro en apetecibles convertibles, como el Chevrolet 1954 que maneja Luis Manuel Pérez. “Es lo que nosotros llamamos un clásico con ‘cirugía plástica”.
La prohibición de los cruceros y del people to people ha puesto ahora en crisis el negocio de estos visionarios.