Las mujeres se abren paso en las elecciones de Guatemala
Las candidaturas femeninas marcan la campaña en el país centroamericano
Guatemala celebra hoy unas elecciones en medio de un ambiente enrarecido. Dos de las principales candidaturas han sido anuladas, medio centenar de aspirantes se han enfrentado a problemas legales y los jueces han tenido más relevancia casi que los aspirantes a la presidencia. No obstante, si ha habido un gesto inédito en la carrera es el papel que han jugado las mujeres. De hecho, de no haberse prohibido la participación de dos candidatas por problemas judiciales, estaría casi garantizado que de las urnas saldría la primera presidenta guatemalteca.
En un país conservador, con patrones machistas, donde solo hay 20 parlamentarias en un Congreso de 158 escaños, la candidatura a la presidencia de cuatro mujeres, de diferentes tendencias ideológicas, supone un cambio. Sandra Torres parte como favorita en todas las encuestas en la primera vuelta electoral de hoy. La candidata cobró relevancia en la arena política durante el mandato de su exesposo, Álvaro Colom. Desde el primer día de la presidencia de Colom (2008-2012), Torres ejerció de facto como primera ministra, una figura inexistente en la política guatemalteca. Hace cuatro años cayó en segunda vuelta ante un novato Jimmy Morales.
Sobre Torres pesa una demanda de financiación electoral no declarada, según la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala y la Fiscalía Especial contra la Impunidad. No obstante, la fiscal general, Consuelo Porras, dejó pasar durante semanas el expediente contra Torres y no lo envió al Tribunal Electoral hasta que fue inscrita gozando por tanto de inmunidad.
La candidata es abiertamente rechazada por sectores como la patronal, que la acusa de haber militado en la guerrilla. Con todo, tras lustros en la política, tiene detrás una estructura partidaria muy sólida.
La principal rival de Torres no estará en las papeletas. La candidatura de Thelma Aldana, la ex fiscal general del país y la opción de cambio más clara, fue vetada. Aldana, que permanece por razones de seguridad fuera de Guatemala, reiteraba recientemente a EL PAÍS que su candidatura fue bloqueada por el miedo a rendir cuentas que prima entre los grupos que mantienen secuestrado al Estado. “Mi candidatura era molesta para las mafias”, dijo. Aldana, quien alcanzó notoriedad por lograr que grupos hasta ahora intocables terminaran en la cárcel, es pesimista con respecto a que una mujer llegue a la presidencia. “Es muy difícil que en 50 años una mujer pueda alcanzar el poder en Guatemala”, cierra.
La otra candidata a la que se privó de participar en la contienda es Zury Ríos, hija del exdictador Ríos Montt, a quien se le aplicó el artículo 186 de la Constitución, que prohíbe aspirar a la presidencia “a los parientes dentro de cuarto grado de consanguinidad (…)” de quienes hayan llegado al poder como resultado de un golpe de Estado.
La última sorpresa ha sido el fulgurante ascenso de la candidata de origen maya Thelma Cabrera, de 48 años. Es una aspirante a la que por su doble condición de indígena y mujer nadie daba la menor posibilidad. Goza, eso sí, de las simpatías de los indígenas, que, aunque son mayoría, no representan una amenaza para el establishment. Cabrera, cuyo idioma materno es el mam, ha insistido en que, de llegar a la presidencia, será respetuosa con la propiedad privada, pero que revisará los contratos de las empresas extractoras que empobrecen al país y dañan el medio ambiente.