El Pais (Nacional) (ABC)

Felipe VI, cinco años ceñido a la Constituci­ón

El Rey ha tenido que salir dos veces en defensa de la Ley Fundamenta­l desde su proclamaci­ón

- MIQUEL ALBEROLA,

La Casa del Rey ha previsto aprovechar la entrega de distincion­es de la Orden del Mérito Civil en el Palacio Real el miércoles para conmemorar el quinto aniversari­o de la proclamaci­ón de Felipe VI. En ese tono sobrio no ha querido valorar este periodo: “Nosotros ponemos el sustantivo, no el adjetivo”, soslaya una fuente de La Zarzuela. Felipe VI fue proclamado por las Cortes Generales el 19 de junio de 2014 y sus primeros cinco años como jefe del Estado han sido intensos, con turbulenci­as y una relativa estabilida­d. Pero, sobre todo, han quedado marcados por su actitud, un rumbo que fijó en su discurso de proclamaci­ón hacia “la dignidad de la institució­n”, y por los dos intensos episodios en defensa de la Constituci­ón que ha tenido que afrontar.

“Cuando tengo una duda, me agarro al cuello de la Constituci­ón y no me suelto”. Fue la confesión del entonces Príncipe de Asturias al periodista de EL PAÍS Jesús Rodríguez en el transcurso de un viaje a los Estados Unidos en 1999. La confidenci­a, 15 años antes de llegar al trono, anticipaba el carácter rigorista de su reinado con la Ley Fundamenta­l. Felipe VI es el primer rey de España que ha crecido y se ha formado con la Constituci­ón. Su padre, Juan Carlos I, fue nombrado por Franco, aunque luego él renunció a esa procedenci­a y se legitimó, precisamen­te, con la Constituci­ón. Felipe tenía 10 años cuando fue aprobada. Sus atribucion­es están delimitada­s por ese código, sin saltos al vacío ni lindes difusos.

Pero incluso ceñido a ese ámbi- to, ha tenido que defender su compromiso de “guardar y hacer guardar la Constituci­ón”, establecid­o en el artículo 61.1, en dos ocasiones. Y las dos, pese a su distinta naturaleza, se han producido en un clima de tensión que ha puesto también a prueba su fortaleza como jefe de Estado. La primera ocurrió el 23 de enero de 2016, cuando Mariano Rajoy rehusó el ofrecimien­to para ir a la investidur­a, creando una situación no prevista en el artículo 99 de la Constituci­ón, y le transfirió el problema al Rey. Sin celebrar la primera votación de la investidur­a no se ponía en marcha el proceso, que da dos meses de plazo al candidato para lograr la confianza de la Cámara y, en caso contrario, que el Rey disuelva las Cortes y convoque nuevas elecciones.

El PP había sido el partido más votado, le correspond­ía el ofrecimien­to, pero carecía de apoyos para superar la investidur­a y de voluntad para resolver la situación mediante la política. Rajoy quiso ahorrarse el ígneo tramo de un debate de investidur­a improducti­vo y su partido presionó a la Casa del Rey, incluso invocando un informe a medida del Consejo General de Estado, para que el Rey convocara elecciones ante un colapso inducido que atascaba el proceso. La maniobra causó primero desconcier­to y luego, indignació­n en La Zarzuela.

En ese momento, Felipe VI tuvo que “agarrarse al cuello de la Constituci­ón” con el jefe de la Casa del Rey, el abogado del Estado Jaime Alfonsín, para, sin interferir en el plano político, encontrar una salida en consonanci­a con el espíritu de la Ley Fundamenta­l. La situación era esta: tenía un candidato que cumplía el requisito previo (Rajoy) y se desentendí­a, y otro (Pedro Sánchez) que en la ronda de consultas previa había manifestad­o su voluntad de intentar la investidur­a, aunque con pocas posibilida­des, pero podía descongest­ionar el proceso. Y también tenía el artículo 99.2 por cumplir: “El candidato propuesto conforme a lo previsto en el apartado anterior expondrá ante el Congreso de los Diputados el programa político del Gobierno que pretenda formar y solicitará la confianza de la Cámara”.

Unos días después, el 2 de febrero, el Rey dirigió el ofrecimien­to a Sánchez, con los consiguien­tes mohines en el PP. Fuentes de La Zarzuela razonaron a este periódico que, de no proceder así, se hubiese quebrado el principio de neutralida­d. El artículo 99.2, además, no se hubiese cumplido. Ni tampoco los subsiguien­tes, aunque el resultado final también fue la convocator­ia de nuevas elecciones, pero dentro de los cauces del procedimie­nto. El Rey optó por la Constituci­ón y el episodio provocó tensiones y reproches en privado entre el Gobierno en funciones y La Zarzuela. A pesar del poco tiempo que llevaba al frente de la Jefatura del Estado, el Rey había despejado una situación de gran complejida­d en cumplimien­to de la Ley Fundamenta­l.

La defensa de la Constituci­ón motivó también la que hasta ahora ha sido su intervenci­ón más categórica: su discurso del 3 de octubre de 2017 ante la situación de emergencia creada con el quebrantam­iento del orden jurídico en el Parlament de Cataluña: la aprobación de un referéndum independen­tista, que el Tribunal Constituci­onal declaró ilegal, y la convocator­ia de un pleno para declarar la independen­cia. Estas decisiones del Parlament catalán chocaban con la Constituci­ón. Con su artículo 2: “La Constituci­ón se fundamenta en la indisolubl­e unidad de la nación española, patria común e indivisibl­e de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalid­ades y regiones que la integran y la solidarida­d entre todas ellas”. Y subsidiari­amente, con el 62: “Correspond­e al Rey convocar a referéndum en los casos previstos en la Constituci­ón”. Y con el 92, puesto que la convocator­ia de las consultas por parte del Rey siempre tiene que ser “mediante propuesta del presidente del Gobierno, previament­e autorizada por el Congreso de los Diputados”. Ante el ascendente desafío independen­tista, el Rey había realizado constantes apelacione­s en sus discursos a la Constituci­ón y su prevalenci­a “sobre cualquier quiebra de la convivenci­a democrátic­a”. Pero la crisis constituci­onal estaba servida en medio de un problema creciente y con el Gobierno central con síntomas de desbordami­ento. Entre la última semana de septiembre y la primera de octubre, el Rey canceló sus compromiso­s, despejó su agenda y se encerró en su despacho con el núcleo de sus colaborado­res y con la Constituci­ón para preparar un discurso excepciona­l en su calidad de “símbolo del Estado” (artículo 57.1). “En la preparació­n del discurso había menos personas que dedos tiene la mano”, refiere una fuente de Zarzuela. La tarde del día 3 de octubre, en tono grave y con traje negro, compareció ante las cámaras para instar a los poderes del Estado a “asegurar el orden constituci­onal y el normal funcionami­ento de las institucio­nes” frente al incumplimi­ento de la Constituci­ón y el Estatuto de Autonomía “de una manera reiterada, consciente y deliberada” por parte de “determinad­as autoridade­s de Cataluña”.

El discurso acentuó “el firme compromiso de la Corona con la Constituci­ón y con la democracia” y precedió la aprobación por parte del Senado del artículo 155 de la Constituci­ón para que el Gobierno intervinie­se la Administra­ción catalana. Desde entonces el independen­tismo convirtió al Rey en pararrayos de todas sus iras, con varios episodios de hostigamie­nto y desplantes. Su intervenci­ón, muy aplaudida por constituci­onalistas, levantó sin embargo críticas en sectores contrarios a la independen­cia, que echaron en falta una apelación al diálogo. El núcleo que afrontó la emergencia constituci­onal en La Zarzuela consideró que ya no era momento. El límite se había rebasado.

Sin duda, fue la situación más compleja de Felipe VI en sus primeros cinco años de reinado. “Para esto, mi padre no me dejó apuntes”, se sinceró el Rey ante los asistentes a una audiencia en el Palacio de La Zarzuela tiempo después. Pero, a falta de pautas de su predecesor, disponía del marco resolutivo de la Constituci­ón, el mismo que señalaría a la Princesa de Asturias unos meses después durante la imposición de la Orden del Toisón de Oro, el símbolo de continuida­d de la Corona: “Te guiarás permanente­mente por la Constituci­ón, cumpliéndo­la y observándo­la”.

El rehúso de Rajoy causó tensiones y reproches entre el Gobierno y Zarzuela

La situación más compleja llegó con la crisis constituci­onal del otoño de 2017

 ?? / CRISTÓBAL MANUEL ?? El Rey saluda desde el Rolls Royce Phantom IV tras su proclamaci­ón el 19 de junio de 2014.
/ CRISTÓBAL MANUEL El Rey saluda desde el Rolls Royce Phantom IV tras su proclamaci­ón el 19 de junio de 2014.
 ?? / CASA DEL REY ?? Felipe VI, durante el discurso del 3 de octubre de 2017, dos días después del referéndum ilegal de Cataluña.
/ CASA DEL REY Felipe VI, durante el discurso del 3 de octubre de 2017, dos días después del referéndum ilegal de Cataluña.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain