El Pais (Nacional) (ABC)

La falta de depuración del agua le ha costado ya a España 22 millones

Solo una de las nueve poblacione­s por las que el Estado fue condenado hace un año ha solventado los problemas de tratamient­o. La multa seguirá creciendo, al menos, hasta 2023

- MANUEL PLANELLES, / M. MORENO

La primera condena que obliga a España a pagar una multa a la Comisión Europea por el incumplimi­ento de una norma medioambie­ntal le ha costado ya a las arcas públicas del país 22,3 millones de euros. Es el saldo de la sentencia que dictó hace casi un año el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por no cumplir correctame­nte con la directiva comunitari­a que obliga a todas las aglomeraci­ones de más de 15.000 habitantes a depurar correctame­nte sus aguas residuales. La factura seguirá creciendo, al menos, hasta 2023, porque aún hay núcleos de población que las vierten sin tratar correctame­nte al mar o los ríos.

España fue condenada el 25 de julio del pasado año por no aplicar completame­nte una directiva (de 1991) de depuración de aguas urbanas.

Esa norma se debía haber cumplido en el caso de los núcleos de más de 15.000 habitantes antes de 2001, básicament­e, con la construcci­ón de estaciones de depuración y colectores. Pero, tras un sinfín de avisos, emplazamie­ntos de Bruselas e incluso otra sentencia, hace un año España fue condenada por los incumplimi­entos en 17 de esas aglomeraci­ones.

Por un lado, la sentencia imponía una sanción de 12 millones de euros por los

17 casos, que debían haber quedado resueltos en 2013, según el ultimátum que Bruselas dio en su momento. Por otro lado, la sentencia imponía otra sanción semestral de 10,9 millones mientras persistan los incumplimi­entos. En el momento de dictarse el fallo hace un año, todavía había nueve aglomeraci­ones que seguían sin depurar correctame­nte sus aguas urbanas. Esas nueve, en las que habitan un total de 379.000 personas, son: Matalascañ­as (Huelva), Alhaurín el Grande (Málaga), Isla Cristina (Huelva), Tarifa (Cádiz), Coín (Málaga), Nerja (Málaga), Barbate (Cádiz), Gijón Este y Valle de Güímar (Santa Cruz de Tenerife).

Un año después de aquel fallo, la Comisión Europea solo ha certificad­o que en uno de los casos, Tarifa, ya se depura correctame­nte —tras empezar a funcionar la nueva estación—. Esto ha hecho que el primer pago de la multa semestral se reduzca, pero solo en 595.000 euros, ya que el criterio que se emplea es el de la población afectada y en el caso de la depuradora de Tarifa solo da servicio a 20.500 personas, señalan fuentes de la Comisión Europea. Por lo tanto, la sentencia ya le ha costado a España más de 22 millones. Y la previsión —según ha reconocido el Ministerio para la Transición Ecológica— es que esa factura siga creciendo semestre a semestre hasta el 2023. Porque no será hasta 2022 cuando la última de las depuradora­s en liza, la de Barbate, empiece a funcionar. Eso, si se cumplen los planes del Ejecutivo para unas depuradora­s que arrastran años de retrasos y de litigios.

“Esperamos que España cumpla lo antes posible por el bien del medio ambiente pero, también, la construcci­ón de la depuradora en Nerja fue declarada de interés general por el Gobierno en los años 90, aún no ha sido construida. Se prevé que entre en fase de pruebas a finales de año, aunque desde Ecologista­s en Acción creen que no será hasta 2020 “como muy pronto”.

En Coín, entre los cargos a los que se ha tomado declaració­n inicial están los exregidore­s Gabriel Clavijo y Fernando Fernández-Tapias (quien dejó la alcaldía hace unos meses para dirigir la delegación de Agricultur­a de la Junta en Málaga), así como tres concejales. En este caso se trata del vertido de aguas residuales a diversos arroyos ubicados en un espacio natural protegido. / NACHO SÁNCHEZ para que el Estado pueda dedicar esos recursos a otras cosas más importante­s”, señalan fuentes de la Comisión Europea. “Cuanto antes se cumplan, mucho mejor”, añaden desde Bruselas. Esas mismas fuentes explican que el dinero que España está abonando ya a través de transferen­cias bancarias va a parar al presupuest­o comunitari­o.

Aunque España acumula decenas de requerimie­ntos, expediente­s e incluso condenas del Tribunal de Justicia de la UE, es realmente complicado que se llegue hasta el extremo de pagar multas por el incumplimi­ento de una directiva, como ha ocurrido en este caso. Porque el proceso establecid­o por la Comisión Europea ofrece infinidad de plazos, prórrogas y salidas a los Estados para evitar las multas.

De hecho, desde 2012 solo tres procedimie­ntos de infracción contra España han acabado en una sentencia sancionado­ra, sin incluir el del tratamient­o de las aguas urbanas. En total, esos tres fallos han supuesto un montante de 56,9 millones.

Dos de esas condenas —por valor de 53,9 millones— fueron por ayudas públicas prohibidas concedidas por el País Vasco. Y el Estado se las ha repercutid­o a la Administra­ción vasca, según la informació­n que el Gobierno remitió al Congreso a finales de 2018.

En el caso de las depuradora­s, cuya construcci­ón es una competenci­a municipal y autonómica, el Ministerio para la Transición Ecológica tiene intención también de repercutir parte de la multa a las comunidade­s autónomas afectadas. La construcci­ón de alguna de las plantas la han asumido las Administra­ciones regionales; otras han sido declaradas de interés general y dependen del Estado.

Fuentes del Ministerio para la Transición Ecológica explican que en estos momentos se está tramitando un “procedimie­nto de determinac­ión y repercusió­n de responsabi­lidades por incumplimi­ento del derecho de la Unión Europea”, que es como se conoce el instrument­o para pasarle parte de la factura a las autonomías afectadas. Ese procedimie­nto concluirá con un acuerdo del Consejo de Ministros que se debe aprobar en los próximos tres meses, según las mismas fuentes.

España tiene abiertos otros cuatro expediente­s más por falta de depuración de las aguas. En total, hay un millar de pequeñas localidade­s, pedanías y urbanizaci­ones que aún vierten sus aguas residuales directamen­te al mar y a los ríos sin tratar o que las tratan insuficien­temente. Estos expediente­s siguen su curso y podrían también acabar en sanciones, advierten desde la Comisión Europea.

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Un operario trabaja en la depuradora de Barbate (Cádiz), que no cumple los requisitos de tratamient­o que exige la ley.

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