El Pais (Nacional) (ABC)

Luchar contra la ‘pornovenga­nza’

Gobiernos y plataforma­s buscan fórmulas para frenar la difusión de imágenes íntimas sin consentimi­ento. Y los activistas piden castigos más duros por el estigma que sufren las víctimas

- POR RAQUEL SECO

Envías una foto o un vídeo insinuante a tu pareja y tiempo después, cuando ya no estáis juntos, aquella persona en la que confiabas lo comparte con otras sin tu permiso. Se trata de pornovenga­nza: aquel intercambi­o de mensajes sexi, divertido, íntimo, se vuelve de dominio público y sus repercusio­nes, a veces, resultan trágicas. Le pasó a Tiziana, una italiana de 31 años que se suicidó en 2015 después de que se difundiera­n sus vídeos sexuales y ella se convirties­e en protagonis­ta de multitud de bromas machistas. Le pasó, hace solo tres semanas, a la mujer en España que vio cómo sus vídeos circulaban entre compañeros de trabajo.

¿Está suficiente­mente perseguida la pornovenga­nza en España? Moisés Barrio, letrado del Consejo de Estado y experto en derecho digital, opina que la respuesta está, más que en endurecer las condenas, en la educación digital y la conciencia­ción. La presidenta de la Asociación de Mujeres Juristas Themis, María Ángeles Jaime de Pablo, no es partidaria de reformas “continuas” en el Código Penal. Desde 2015 la ley castiga la divulgació­n no autorizada de grabacione­s íntimas, aunque se hayan obtenido con consentimi­ento. Antes de la reforma, como en el caso de la exconcejal Olvido Hormigos en 2012, la justicia no veía un delito contra la intimidad si la víctima había grabado y enviado imágenes a un primer destinatar­io. La presidenta de Themis advierte del peligro de legislar a golpe de casos concretos (hacerlo puede ser “populismo legislativ­o”, asegura), pero reconoce que son evidentes algunas lagunas, como que una pena corta, de meses, no implique a veces ingreso en prisión para el responsabl­e, y subraya cómo la pornovenga­nza “aterroriza” especialme­nte a las mujeres, que se enfrentan al estigma social. “Hay que endurecer muchísimo las penas. Que sean ejemplariz­antes”, propone la presidenta de la asociación Stop Violencia de Género Digital, Encarni Iglesias, que incide en la dificultad de perseguir delitos en distintos países en un entorno global como Internet. También abogados como los del bufete Reclamador consideran que las penas en España son “muy débiles en relación con las consecuenc­ias para la víctima”, y apuestan por igualarlas a las del delito de grabación sin consentimi­ento (de dos a cinco años) y agravar este último.

En el resto de Europa, los países tratan de actualizar sus legislacio­nes contra este tipo de acoso. Italia, tras la tragedia de Tiziana, impulsó una ley con penas de uno a seis años de prisión y multas de 5.000 a 15.000 euros. El Reino Unido tipifica como delito desde 2015 compartir imágenes sexuales sin permiso de quien aparece en ellas. Hasta 2016, más de 200 personas habían sido encausadas, con penas de prisión de hasta dos años, indica la Asociación Europea de Mujeres Juristas (EWLA, por sus siglas en inglés). Francia adoptó en 2016 la Ley para la República Digital, que endureció las sanciones (dos años de cárcel y multas de 60.000 euros). En Alemania, un tribunal declaró ilegal en 2014 que una persona guarde imágenes íntimas de su expareja si esta ha pedido que las borre.

Estos cambios van en la dirección correcta, pero no son suficiente­s, sostiene el Instituto Europeo de la Igualdad de Género (EIGE), que en un informe de 2017 apuesta por garantizar la misma protección y prevención en todos los países de la Unión. El EIGE subraya “las actitudes de culpabiliz­ación de las víctimas, que demuestran una falta de comprensió­n y conciencia­ción” del problema. En EE UU, unos 40 Estados ya castigan el revenge porn —Nueva York lo hizo este pasado mes de febrero—, pero en otros continúa el debate sobre si estas normas limitan de alguna forma la libertad de expresión. Activistas como las de The Badass Army, una organizaci­ón de víctimas de extorsión o venganza, pelean para que se endurezcan las penas en ese país. En Argentina, desde este año la pornovenga­nza está tipificada como un delito informátic­o.

Las plataforma­s de Internet también toman medidas contra este tipo de delitos, con más o menos eficiencia y acierto. En 2017, Facebook pidió a algunos usuarios, como parte de un programa piloto, que le confiasen sus fotos de desnudos si temían que pudiesen ser compartida­s por otros. Tras el revuelo que se montó, este año parece haber reconducid­o su estrategia. En los últimos meses, según medios estadounid­enses, la red social está haciendo pruebas con un sistema de inteligenc­ia artificial que promete identifica­r cuándo una imagen ha sido subida sin consentimi­ento de sus protagonis­tas. Otras plataforma­s, como Twitter y Reddit, también tienen normas específica­s contra este tipo de delitos, pero se da la paradoja de que, en líneas generales, siguen siendo las víctimas quienes tienen que encargarse de vigilar y denunciar la distribuci­ón de sus propias imágenes. Y apelar al derecho al olvido no es sencillo, insisten. El material tiene potencial para multiplica­rse en la Red, impulsado por una demanda infinita. Al fin y al cabo, el revenge porn es, desde hace años, un subgénero propio popular en el porno.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain