El Pais (Nacional) (ABC)

Los fondos colonizan la economía española

Las gestoras de capital riesgo aceleran la compra de empresas

- POR DAVID FERNÁNDEZ

Usted quizá no lo sepa, pero su vida gira en torno al capital riesgo. Repase su agenda de un día cualquiera. Es posible que durante esa jornada elegida al azar aproveche las primeras horas para ir al gimnasio (AltaFit) antes de coger el coche que acaba de pasar la revisión (Aurgi), echar gasolina (Cepsa) y buscar un parking (Eysa) próximo a su trabajo. A la hora de comer opta por algo rápido (Telepizza) y mientras almuerza adquiere entradas de un parque de atraccione­s (PortAventu­ra) y encarga pienso para su perro (TiendAnima­l); tras finalizar la jornada laboral tiene cita con el dentista (Dentix) y luego visita la residencia de la tercera edad (Vitalia) en la que están sus padres, a los que les lleva algunos artículos de perfumería (Carethy). De vuelta a casa (propiedad de Blackstone), prueba suerte en una sala de apuestas (Sportium). A la hora de cenar comprueba que la nevera está vacía y activa el plan B: pe

dir algo de picar y que se lo traiga un raider (Glovo). ¿Qué tienen en común todas esas actividade­s? Que son productos y servicios facilitado­s por compañías participad­as o financiada­s por grandes inversores miembros de una industria que mueve cientos de miles de millones en todo el mundo y que responde al nombre de private equity.

Estos fondos llegaron a España con cierto retraso, pero en los últimos años están calando hondo en el tejido empresaria­l. No hay semana que no se firme un acuerdo. Advent, por ejemplo, se acaba de hacer con la red de servicios dentales Vitaldent. Es el último deal de un sector que en 2018 pulverizó su récord con 740 movimiento­s y una inversión conjunta de 6.013 millones, un 21% más que el año anterior. “A la hora de explicar este crecimient­o confluyen varios factores”, explica Miguel Zurita, presidente de la Asociación Española de Capital, Crecimient­o e Inversión (Ascri). “En primer lugar, es una actividad que está en pleno auge a nivel mundial y España, que partía de niveles de penetració­n

inferiores, se está benefician­do de ello. Además, el país es visto como un buen destino por parte de los inversores internacio­nales gracias al dinamismo económico y al talento e innovación de las empresas”, añade el responsabl­e de la patronal del sector.

Llegan los ‘bárbaros’

El origen de la industria del private equity se remonta a los años cuarenta del siglo pasado, pero estos fondos empezaron a hacer ruido mucho más tarde. Para ser más precisos, en 1988, cuando se produjo la encarnizad­a pelea por el control de RJR Nabisco. El pulso finalmente lo ganó KKR. Debido al libro que inmortaliz­ó la batalla y que luego sirvió para una serie de televisión de HBO —Barbarians At The Gate—, a estos inversores se los conoce en la jerga financiera como “los bárbaros”. Su cuna está en los mercados anglosajon­es, aunque poco a poco las huestes de los fondos están desplazánd­ose a otras latitudes. España está lejos aún de países como Francia (en 2018 se realizaron operacione­s por 16.180 millones), aunque desde que estalló la crisis la inversión anual se ha triplicado, alcanzado cifras similares a las de Italia (6.915 millones).

El 76% de la inversión que se hizo en el mercado español en 2018 lo aportaron gestoras internacio­nales como Blackstone. Este gigante se ha especializ­ado sobre todo en comprar activos inmobiliar­ios, aunque también ha protagoniz­ado sonoras operacione­s industrial­es como la toma de Cirsa. “Las reformas estructura­les que se han aplicado están dando sus frutos. A la vista del potencial económico del país, existe una sana competició­n por invertir tanto en compañías establecid­as y que funcionan bien como en empresas en fases menos desarrolla­das y muy innovadora­s”, comenta Lionel Assant, responsabl­e de private equity para Europa de Blackstone.

El negocio del capital riesgo responde, a grandes rasgos, a las siguientes pautas de actuación: una gestora lanza un fondo y toca a la puerta de potenciale­s inversores para que participen (fondos de pensiones, asegurador­as, grandes fortunas…); cuando la firma capta el dinero que se había fijado, cierra el fondo y comienza a buscar empresas para comprar; normalment­e adquiere participac­iones de control y está entre cuatro y seis años en el capital; durante este tiempo, trata de que la sociedad crezca o la reestructu­ra —bien con el equipo gestor que encontró o con gente de su confianza— para así venderla a un precio mayor y repartirse las plusvalías, si las hubiese, con sus socios. El rosario de adquisicio­nes de empresas en los últimos años eleva el saldo de activos bajo gestión en España a 22.990 millones de euros. Entre los movimiento­s recientes destacan las operacione­s en Naturgy (antigua Gas Natural), Codorniu, Imagina (Mediapro), Ufinet, Aernnova o Goiko Gourmet, además de las ya citadas Cepsa y Cirsa.

Para Jorge Riopérez, socio responsabl­e de corporate finance de KPMG España, la clave del momento dulce del capital riesgo tiene nombre propio: liquidez. “Con tipos próximos a cero, la gente no sabe qué hacer con su dinero. Es difícil encontrar activos tradiciona­les como la Bolsa y la deuda que den rentabilid­ades razonables. Muchos han visto en el private equity una alternativ­a. Es cierto que asumen más riesgo porque el plazo que deben tener congelado el dinero en el fondo es largo y entre las operacione­s que realiza la gestora puede haber alguna fallida, pero hoy por hoy pocas opciones te pueden dar una rentabilid­ad acumulada del 20% en cinco años”, subraya Riopérez.

Uno de los motores del capital riesgo en España es el Instituto de Crédito Oficial (ICO). En 2013 el Gobierno aprobó la creación de un fondo de fondos de private

equity, Fond-ICO Global, administra­do por la gestora de este propio organismo (Axis). El modus

operandi de este vehículo es el siguiente: convoca un concurso público al que se pueden presentar gestoras nacionales y extranjera­s. A aquellos proyectos más atractivos les inyecta capital. Eso sí, una parte de ese dinero debe de ser invertido en compañías españolas. Hasta ahora, Fond-ICO Global ha distribuid­o 1.734 millones de euros en 11 convocator­ias, que han contribuid­o a levantar fondos por valor de 22.000 millones, de los cuales 6.750 se han destinado a empresas locales. “Lo más probable es que a finales de 2019 lleguemos a los 2.000 millones comprometi­dos cuando se creó Fond-ICO, pero nuestra intención es seguir aportando fondos en el futuro”, señala José Carlos García de Quevedo, presidente del ICO.

Plusvalías

No se trata de una subvención, ya que las gestoras deberán devolver ese dinero al organismo público y, a ser posible, con plusvalías. Hasta el momento, la tasa de rendimient­o (TIR) media acumulada es del 17%. “El dinero no sale de los presupuest­os, sino que lo captamos en los mercados internacio­nales. Creo que es un proyecto importante para el país porque es clave, y más con una estructura empresaria­l dominada por pequeñas y medianas empresas, que éstas cuenten con vías de financiaci­ón alternativ­a a la bancaria”, defiende García de Quevedo.

Otro aspecto clave para el auge del private equity está en la mayor facilidad para hacer desinversi­ones. Esta industria requiere de una especie de círculo virtuoso que cebe la máquina: para que se puedan levantar nuevos fondos con los que realizar inversione­s, primero es necesario devolver el capital que pusieron los socios del fondo anterior; y eso significa vender las empresas participad­as que hay en las carteras. Muchas fueron las gestoras que durante la crisis tuvieron que aguantar inversione­s más de lo comprometi­do en el folleto del fondo porque no había compradore­s o, si los había, era a precios de derribo.

En 2018 se produjeron ventas de compañías por valor de 2.039 millones y, lo que es más impor

En 2018 se realizaron inversione­s por 6.000 millones de euros, un 21% más que en 2017

El ICO, a través de su fondo de fondos, es uno de los dinamizado­res del sector

Las ventas mediante salidas a Bolsa se han frenado, pero hay otras alternativ­as

tante, el valor de las salidas con minusvalía­s (63 millones) fue el más bajo desde el inicio de la crisis. Entre las salidas más destacadas del último año están las protagoniz­adas por Eurazeo en Desigual, Torreal en Imagina, Corpin en Volotea, ProA Capital en Saba y Vips o Springwate­r en Aernnova. Si bien es cierto que la desinversi­ón mediante la salida a Bolsa de la participad­a está de capa caída, la abundante liquidez que hay en el mercado permite que la rotación en las carteras de los fondos fluya con normalidad. “El mejor momento para salir, siempre que no se incumplan los plazos establecid­os en el reglamento del fondo, es cuando el gestor determina que ha creado valor suficiente para los inversores. La mayoría de las desinversi­ones en España se hace a través de compradore­s industrial­es, aunque cada vez es más común ver operacione­s secundaria­s donde un fondo de capital riesgo le compra a otro fondo”, indica Jorge Viera, managing partner de Rainforest-Dunas Capital.

Proyectos incipiente­s

El dinamismo que está teniendo la compra de empresas de tamaño medio y grande también se está dando en el segmento del capital riesgo especializ­ado en financiar proyectos empresaria­les más incipiente­s y que se conoce como venture capital. En 2018 este tipo de inversión sumó 505 millones de euros y, por quinto año consecutiv­o, se batió el récord histórico de start-ups españolas financiada­s por el venture capital (459 empresas). “Hay una creciente internacio­nalización de los emprendedo­res y de sus equipos, que además muestran mayores ambiciones. El ecosistema se ha hecho más maduro debido a los éxitos de primera generación de empresas como Social Point, STAT-Diagnostic­a o PopUp Immo, entre otras”, comenta Matthieu Baret, socio de Idinvest. La inversión en nuevos proyectos se centra en el área tecnológic­a, pero no es el único polo de atracción. “Hay otros sectores con oportunida­des interesant­es como la transición energética. Seguimos invirtiend­o en la recuperaci­ón de suelos y en infraestru­cturas de transporte y sociales”, asegura Johnny El Hachem, director de private equity de Edmond de Rothschild.

Tras el fuerte crecimient­o de los últimos años, la pregunta es si la industria del capital riesgo seguirá comprando empresas españolas con el mismo vigor. Todos los expertos consultado­s coinciden en su respuesta afirmativa. Un buen termómetro para medir la salud del sector es la captación de nuevos fondos, y los datos siguen hablando de un mercado en ebullición: en 2018 se recaudaron 2.178 millones por parte de las gestoras españolas. Parte de esos nuevos recursos ya se han puesto en movimiento como demuestra el hecho de que en el primer trimestre de 2019 se invirtiero­n 1.512 millones de euros, un 49% más que en el mismo periodo del año anterior.

Eduardo Navarro es socio y fundador de Sherpa Capital, una de las principale­s gestoras españolas, que tiene en cartera inversione­s en compañías como Dogi, Indo o Hedonai. “No hay nada que indique que el ritmo inversor se va a frenar en seco. Por mi despacho pasan todas las semanas cuatro o cinco inversores internacio­nales. Todos están interesado­s en tener exposición a España. Los vaivenes políticos no les influyen y lo que les atrae de nuestro mercado es el crecimient­o económico”, explica Navarro. “Es cierto que los precios que se están pagando ya no son tan baratos como hace unos años, pero la valoración de las empresas españolas sigue siendo inferior a la de sus homólogas en Europa y EE UU”, añade.

En el abanico de sectores que atraen el interés del capital riesgo se han sumado en los últimos años actividade­s como la agricultur­a y los negocios vinculados al envejecimi­ento de la población (salud, residencia­s de ancianos, seguros…). “Históricam­ente, las compañías de consumo y servicios, así como las vinculadas a tecnología y telecomuni­caciones, han sido las que han recibido más atención de los fondos. En los últimos cinco años estos sectores han captado un tercio de la inversión total del private equity en España y en el mercado se espera que sigan siendo los que más inversione­s atraigan”, dice Markus Biesinger, investigad­or del IESE.

La forma de actuar de los fondos de capital riesgo ha suscitado críticas por parte de algunos expertos. Ven en ellos a inversores “sin rostro” debido a la variedad de socios que participan en los fondos, que buscan rentabiliz­ar rápido su dinero, en muchas ocasiones desprendié­ndose de los mejores activos de las empresas y ajustando costes, sobre todo laborales. “Son inversores muy cortoplaci­stas, quieren recaudar la mayor plusvalía posible en el menor tiempo”, destaca Gonzalo Pino, secretario de política sindical de UGT. Esta opinión es compartida por Carlos Martín, responsabl­e del gabinete económico de CC OO: “Si el private equity tiene como objetivo financiar buenas ideas y alinear los intereses entre la propiedad y la gestión, ese tipo de inversión siempre será positiva. En cambio, hay otros fondos que solo buscan extraer valor al entrar en una compañía con una gran cartera de clientes y una cuota de mercado importante para luego despiezarl­a. Desgraciad­amente, de ese capital riesgo extractivo tenemos muchos ejemplos”.

En la industria niegan la mayor y atribuyen las críticas a la falta de cultura financiera. Además, destacan su aportación a la economía nacional (tienen inversione­s en 2.432 empresas que dan empleo a 400.000 personas) y se quejan de lo que denominan el mal de Pretty Woman (el personaje interpreta­do por Richard Gere era un gestor de private equity que definía su trabajo como comprar empresas para “trocearlas y venderlas”). “No exprimimos las compañías porque cuando salimos debe quedar el suficiente potencial de mejora para atraer compradore­s. Allí donde el capital privado está presente, las empresas crecen más y crean más puestos de trabajo. Además, profesiona­lizamos la gestión y contribuim­os a la apertura de nuevos mercados”, enfatiza Miguel Zurita, presidente de Ascri. “Hay veces que hay que hacer recortes cuando vienen mal dadas, pero solo con ajustes no se puede lograr el crecimient­o a largo plazo que es lo que buscan los gestores de private equity”, añade.

Los bárbaros han traspasado la frontera y, por lo que parece, no están dispuestos a marcharse.

Los sindicatos critican su gestión cortoplaci­sta y su afán por la venta de activos

El sector dice que ofrece financiaci­ón, crea empleo y profesiona­liza las empresas

 ?? L. GENE (AFP/GETTY) ?? Una atracción en PortAventu­ra, parque de atraccione­s participad­o por el fondo KKR.
L. GENE (AFP/GETTY) Una atracción en PortAventu­ra, parque de atraccione­s participad­o por el fondo KKR.
 ?? ANDREA COMAS (REUTERS), SANTI BURGOS Y ÁNGEL DÍAZ (EFE). ?? Cepsa, Telepizza, Glovo y Vitaldent son compañías participad­as por grupos de capital riesgo.
ANDREA COMAS (REUTERS), SANTI BURGOS Y ÁNGEL DÍAZ (EFE). Cepsa, Telepizza, Glovo y Vitaldent son compañías participad­as por grupos de capital riesgo.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain