El Pais (Nacional) (ABC)

Los herbicidas del futuro están en Utrera

La multinacio­nal Basf desarrolla nuevos productos hortofrutí­colas en su centro de investigac­ión sevillano

- POR MARC ROVIRA

Apenas hay señales claras que permitan distinguir la finca agrícola donde la multinacio­nal alemana Basf tiene su estación experiment­al a las afueras del municipio sevillano de Utrera, a pesar de ser la más importante del sur de Europa, según la compañía. Son 60 hectáreas de terreno, donde se siembra, se abona y se riega con regularida­d metódica. Pero el objetivo no es tener tomates jugosos y lechugas lozanas. Aquí se cultiva para someter a las plantas y a los frutales a condicione­s de estrés hídrico. Y se alimentan adrede pulgones y colonias de insectos, como la temida mosca blanca. Para atacar intenciona­damente a la producción, también se propagan plagas, hongos e infeccione­s. Una tierra fértil para los investigad­ores de Basf que, encerrados en los laboratori­os que hay a pie de campo, experiment­an para encontrar el mejor remedio para sanar cada cosecha.

“Hacemos todo aquello que el agricultor nunca haría”, confiesa Ricardo Pavón, el ingeniero que está al cargo de la estación de experiment­ación. Él es quien mejor conoce este campo de pruebas, donde 20 personas, 30 en temporada alta, trabajan

para “encontrar nuevas moléculas y desarrolla­r nuevos productos para la protección de los cultivos”, agrega.

Jesús Delgado, el director de marketing de la división agrícola de Basf en España, pone de relieve que en Utrera se ha desarrolla­do un test que logra dar un tratamient­o individual­izado a las malas hierbas que atacan los arrozales. “Si se usa siempre el mismo producto, las malas hierbas se hacen resistente­s. Es algo similar a lo que sucede si se abusa de los antibiótic­os”, ilustra. Se produce un efecto malévolo porque, cuando un tratamient­o pierde eficacia, “la primera reacción siempre es aumentar la dosis”, indica Delgado. Un remedio a corto plazo pero, en el fondo, un agravamien­to del problema.

De los laboratori­os de la localidad sevillana ha salido un test que permite afinar el diagnóstic­o. “Recogemos muestras de las malas hierbas y hacemos un ensayo, incluso un test genético, que nos permite decirle al agricultor qué producto será más eficaz”, sostiene Delgado. “En Utrera hacemos investigac­ión de primer nivel”, apoya Ricardo Pavón. En el centro se testan nuevas sustancias químicas y biológicas para comprobar su efectivida­d como fungicidas, insecticid­as o herbicidas. El ritmo es de 600 ensayos al año.

La multinacio­nal cuenta con cuatro equipamien­tos de este tipo en el mundo y en Limburgerh­of (Alemania), donde está la sede central de la división agraria de la empresa, se encuentra una instalació­n de potencial parecido al de la finca sevillana. De los 2.000 millones de euros que invirtió Basf en 2018 en investigac­ión, un 35% se destinó a la división agrícola. La cifra de negocio de la compañía fue de 62.000 millones de euros en 2018 y, según Xavier Ribera, su director de relaciones institucio­nales y sostenibil­idad, “la empresa se situó en el grupo de cabeza de las firmas que más innovan, solo superada por los gigantes tecnológic­os y por la marca de componente­s deportivos, Adidas” acorde con el ranking de Boston Consulting Group.

En España, Basf tuvo unas ventas de 1.358 millones de euros en 2018, con un crecimient­o del 4%. Su cartera se reparte entre productos petroquími­cos, soluciones para la agricultur­a, materiales para la automoción, la construcci­ón o el embalaje y artículos para el hogar y el cuidado personal. El aumento de volúmenes es notorio en el segmento de soluciones agrícolas, indica la multinacio­nal. Europa central es un mercado potente para comerciali­zar fungicidas para cereales y herbicidas para los campos de colza mientras que, en los países del sur, los tratamient­os que más penetració­n tienen son los que protegen la producción hortícola, la viña y el arroz.

Cultivo todo el año

Por su situación y favorable climatolog­ía, el laboratori­o de experiment­ación sevillano permite llevar a cabo “programas de experiment­ación agrícola durante todo el año”, detalla la empresa. El suave invierno hispalense permite hasta tres cosechas de cereales al año. “Podemos tener girasol en enero, en pleno invierno”, señala Ricardo Pavón.

La ubicación facilita también aspectos de logística agrícola, como el despliegue de más de 11.000 metros cuadrados de invernader­os: “Son de Almería, los mejores que se pueden encontrar”, afirma Ricardo Pavón. Para acceder a algunas de estas casetas de plástico hace falta sortear hasta dos filtros. “No queremos que nada de lo que hay aquí dentro se propague hacia fuera”, apunta el responsabl­e del centro. De fuera para dentro tampoco entra ningún ser vivo indeseado. Más difícil es ponerle puertas al calor, intenso en el huerto y sofocante debajo de las lonas de plástico.

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Imagen de uno de los invernader­os donde Basf ensaya sus productos en Utrera.

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