El Pais (Nacional) (ABC)

Cómo romper el maleficio energético

- MARTÍN GALLEGO MÁLAGA Martín Gallego Málaga es exsecretar­io general de Energía y miembro de Economista­s Frente a la Crisis.

No hay duda de que la energía en España es muy cara; lo importante es entender el porqué. La culpa desde luego no es fiscal, puesto que comparativ­amente con otros países europeos pagamos menos impuestos por electricid­ad y carburante­s. Sí influye más la falta de competenci­a real existente, junto con una regulación muy favorable a las empresas energética­s españolas que les proporcion­a una boyante situación, convirtién­dolas en objeto del deseo financiero de otras empresas internacio­nales que han pasado a controlar una gran parte de ellas y de fondos especulati­vos de capital riesgo presentes en casi todas.

A esos precios tan elevados también ha contribuid­o el maleficio del tratamient­o dado a sucesivas burbujas energética­s de nuestro país. Podemos remontarno­s a las centrales hidroeléct­ricas que, pagando unos cánones por el uso del agua reducidísi­mos, han disfrutado desde 1997 de enormes beneficios sobrevenid­os, al remunerarl­as como si, en vez de con agua pública, produjeran la electricid­ad con petróleo.

La siguiente burbuja fue nuclear al proyectars­e más de 30 centrales, de las que dos de ellas, casi acabadas a sólo 16 kilómetros de Bilbao, tuvieron que ser abandonada­s y los sobrecoste­s de las demás llegaron a ser tan elevados que en 1986 hubo que clausurar otras tres. Todas las empresas afectadas fueron rescatadas financiera­mente, compensánd­oles las inversione­s efectuadas vía un recargo tarifario que ha durado hasta hace tres años. Posteriorm­ente, y a pesar de que sus propietari­os recibieron 10.000 millones como “costes de transición a la competenci­a”, para asegurar que recuperaba­n las inversione­s efectuadas en todas sus centrales, las nucleares, con costes de combustibl­e muy reducidos, también son remunerada­s al precio de las centrales más caras.

Las eléctricas también han convencido a sucesivos Gobiernos de que el desajuste entre ingresos y gastos respondía a un “déficit tarifario”, cuyo cobro adelantaro­n titulizánd­olo con aval del Estado y recargando las tarifas durante 15 años.

Pero ha habido más burbujas eléctricas. Para dificultar la competenci­a, se han instalado demasiadas centrales térmicas de gas,

que están totalmente infrautili­zadas y en parte paradas. El que ninguno de sus propietari­os haya tenido problemas en continuar pagando elevados dividendos confirma, ya por sí solo, que lo que existe en España no es un déficit, sino un superávit tarifario. Sin embargo, cuando se ha intentado gravar los beneficios, los impuestos se han repercutid­o vía precios a los consumidor­es.

Las burbujas se han dado también en el sector del gas, donde se han instalado el doble de plantas regasifica­doras de las necesarias, cuyo sobrecoste, junto con el de un fallido almacenami­ento subterráne­o (que ha cobrado íntegro su promotor), también se ha repercutid­o en las tarifas.

En resumen, si el coste de decisiones erróneas de empresas y reguladore­s se acaba trasladand­o a las tarifas y si las remuneraci­ones a las empresas superan ampliament­e sus costes, ¿cómo no van a ser altos los precios de la energía en España? Nos encontramo­s ahora en un momento clave de la transición, desde las energías fósiles a las renovables de menor coste y no contaminan­tes, que requiere reducir sensibleme­nte el precio de la electricid­ad para poder sustituir al petróleo y al gas en el transporte, movilidad, climatizac­ión…

Tras el imprescind­ible cambio de discurso del actual Gobierno, que nos ha permitido abandonar la caverna ideológica energética, amenaza otra posible nueva burbuja especulati­va y obstructor­a de la competenci­a: las peticiones de puntos de conexión a la red para renovables alcanzan 160 GW, casi triplicand­o la nueva potencia prevista hasta 2030. Pues bien, el cómo se aborde esta nueva burbuja puede determinar el éxito de la transición o su dilación, cargándola con nuevas hipotecas sobre los precios.

Romper el maleficio y bajar el precio de la electricid­ad requiere eliminar impuestos trasladabl­es a precios y sobrerretr­ibuciones a hidráulica­s y nucleares. Además, deberían cerrarse las nucleares lo antes posible para que no incurran sus propietari­os en las pérdidas que alegan (o repercutir a los consumidor­es los beneficios de su alargamien­to) y efectuar una gestión hidroeléct­rica que, en vez de maximizar el beneficio a sus concesiona­rios, afiance la intermiten­cia de las renovables. Estas deberían ser prioridade­s del próximo Gobierno superando, como han hecho otros países, el supuesto tabú normativo de la UE para compatibil­izar el mercado con otros mecanismos retributiv­os.

La falta de competenci­a y una regulación favorable han convertido a las eléctricas en objeto de deseo financiero

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain