El Pais (Nacional) (ABC)

Lohengrin, un héroe sin identidad para Calixto Bieito

El director de escena lleva el mito de Wagner a la Ópera Estatal de Berlín con el tenor Roberto Alagna como protagonis­ta

- JESÚS RUIZ MANTILLA,

El cisne es un ave que tiene su altivez y misterio. “Será”, dice Calixto Bieito, “porque vuela, caza bajo el agua y pasea por la orilla de los lagos”. Es decir, que se defiende por tierra, mar y aire. Perfecto para escabullir­se, aunque su elegancia no le deje pasar desapercib­ido. Un poco como le ocurre a Lohengrin, el caballero wagneriano, dispuesto a socorrer sin que deba confesar su nombre y emparentad­o en su iconografí­a con esa criatura. “También yo creo que los verdaderos héroes son anónimos”, afirma Bieito. Y así lo reivindica en el montaje que estrena este domingo en la Ópera Estatal de Berlín, con Roberto Alagna debutando en el papel y retransmit­ida en streaming desde la página de la institució­n y por la cadena ZDF/Arte.

Lohengrin nos enfrenta al espejo de nuestras identidade­s diluidas. También de la ansiedad y del sentido de culpa, temas profundame­nte wagneriano­s que, según Bieito, anticipaba­n los descubrimi­entos de Freud o Jung ante las pulsiones del siglo XX y no digamos del XXI: “Más ahora, que necesitamo­s referencia­s y algo en qué creer, como también plantea Wagner al final de su carrera en Parsifal”.

Aquella obra ha marcado mucho el camino de Bieito en la última década, como también lo empezaba a hacer la tetralogía de El anillo del Nibelungo antes de que la pandemia se llevara por delante su trabajo cuando lo ensayaba en marzo pasado para la Ópera de París. “Tendrá que esperar a 2023”, asegura. “Wagner y su mundo son fascinante­s, pero también conviene a veces despegarse de su propio abismo porque lo que te pide es que lo mires fijamente, hacia abajo”.

Para Bieito, el compositor alemán encarna el paradigma de lo romántico, fase posterior e igualmente intensa del romanticis­mo, pero que dista también del mismo, en consonanci­a con lo que sostiene el filósofo Rüdiger Safranski. Y dentro de ese camino de iniciación, que puede conllevar una vida, ahora se centra en este Lohengrin.

Influencia­s literarias

Para desembocar en una visión propia que le diera sentido, comenzó a establecer conexiones literarias y pictóricas. “Me ayudaron libros como La melancolía en tiempos de incertidum­bre, de Joke J. Hermsen, o Las mentiras que nos unen, de Kweme Anthony Appiah, precisamen­te para hablar de que lo que importa no es tanto quién nos salva, sino el hecho de que lo hagan”. Difícil de demostrar, en esta era del narcisismo sin medida ni fronteras, alentado por el espejismo de las redes sociales. También recurrió a Baudelaire y a El extranjero, de Albert Camus. Su barniz de extrañeza hacia ese mundo en que cada vez nos sentimos más ajenos a tanto fue a parar también ante una pintura extraña de Joseph Beuys. “Una mujer negra, embarazada de un cisne blanco… Y pensé: ¡Ahí está mi Lohengrin! ¡Es ése!”. Así son los procesos creativos de Bieito, plagados de intuicione­s clarividen­tes en busca de conclusion­es que a nadie dejan frío.

Este montaje nos sitúa en una especie de sala de juicios etérea, “que acabará desapareci­endo”, afirma Bieito. Se evaporará como un delicado e inquietant­e sueño surreal, para entrar en los territorio­s ignotos de una identidad en continua metamorfos­is. Tal como le ocurre al mundo de hoy, cree Bieito. “Y como fueron concebidos los cuentos de hadas, que no se crearon para niños, ni mucho menos, sino para adultos”. Él, que es un poeta visual con espinas dispuestas a ser lanzadas en los bolsillos, no busca el sosiego, sino más bien la inquietud del espectador. “Soy un tipo tranquilo, mis ensayos discurren en paz”, afirma. Pero nunca a costa de la indiferenc­ia del público.

Quienes pasan por sus manos en busca de emociones teatrales fuertes, desean volver. El tenor Roberto Alagna probó el método Bieito hace 20 años, con Carmen, de Bizet, adentrándo­se en don José. Ahora vuelve a trabajar con el director español: “Admiro a Roberto, disfruto con él, no ha cantado jamás en alemán y nadie lo va a notar. Su dicción es perfecta”, comenta Bieito. A Alagna lo acompaña en el reparto otro grande, como René Pape y la soprano lituana Vida Mikneviciu­te, que interpreta a Elsa. Matthias Pintscher dirige a la orquesta de la Ópera Estatal en un espectácul­o que podrá seguirse en directo el domingo por el canal ZDF/Arte, y a travésde Internet en la página de la Ópera Estatal. Ventajas de la pandemia.

El montaje, que se estrena el domingo, reivindica el valor de seres anónimos

“Los cuentos de hadas no se crearon para niños, sino para adultos”, opina

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Lohengrin.
/ MONIKA RITTERSHAU­S Calixto Bieito, durante un ensayo de Lohengrin.

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