Ayudar a Haití antes del dolor
La desolación, el miedo y la sensación de caos son las notas predominantes tras el terremoto del pasado sábado en un Haití que tiene fresco el recuerdo del devastador seísmo de enero de 2010. Dangelo Néard, director general de la Biblioteca Nacional de Haití, cree que a pesar del desamparo que sufren muchas localidades del país no será el fin del mundo, porque la comunidad internacional se está movilizando. Sin embargo, el autor cree que es necesario plantearse qué podría hacerse para mejorar de verdad la situación de los haitianos, sin dejar de reconocer la importancia de que se preste ahora esta ayuda de emergencia.
Llueven los tuits de apoyo, llegan aviones militares y los gobernantes del mundo sacan la chequera prometiendo su ayuda. A Néard le preocupa que la ayuda de los bomberos, por ejemplo, no llegue antes de que se produzca una catástrofe, lo que al país le serviría para anticiparse y reducir los daños. Lo mismo piensa el autor sobre la actual generosidad de los países amigos de Haití. Se pregunta por qué no han conseguido trabajar conjuntamente para prevenir y anticiparse a las emergencias humanitarias. Néard afirma que la gobernanza de los riesgos de catástrofes naturales en Haití requiere una acción coordinada, inteligente y responsable, y rechaza la utilización de las vidas humanas como un escaparate de la acción diplomática.
Igualmente, cuando ve todo el dinero prometido o ya desembolsado piensa que, en buena lógica, podría haberse utilizado para reforzar las viviendas de los más pobres, las escuelas o los hospitales contra terremotos y huracanes. Néard apunta la posibilidad de prescindir del hormigón como material de construcción en Haití ante la fragilidad sísmica del país y reclama la ayuda en cuestiones de esta naturaleza de los expertos, diplomáticos y asesores que llegan al país por centenares, con el corazón en la mano, cuando la catástrofe ya se ha consumado. Esto le hace preguntarse si no será que es más atractivo publicar en Facebook o Twitter fotos suyas en medio del dolor de un pueblo al que consideran maldito. Deben evitarse los errores de 2010 para no caer en esa dictadura de la emergencia que olvida la actuación estructural.