Punto de inflexión en el conflicto bilateral
La prensa marroquí dedicó ayer un amplio espacio a la cobertura del discurso de Mohamed VI pronunciado el viernes, destacando la parte dedicada a las relaciones con España. Los rotativos del país vecino coinciden en interpretar las palabras del monarca como un punto de inflexión en la crisis bilateral. Más que un punto de llegada, representan un punto de partida, pues aún hay varios contenciosos abiertos que podrían hacer que pronto las cosas se volvieran a torcer, como la posición de España en la cuestión del Sáhara Occidental, o la clausura de la frontera marroquí con Ceuta y Melilla, que ahoga sus economías.
El cambio de postura de Rabat se ha producido sin que, aparentemente, España haya cambiado su posición de neutralidad en la cuestión del Sáhara, que era el objetivo último de las presiones marroquíes. Sobre todo después de que el pasado diciembre el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump reconociera la soberanía marroquí sobre el territorio en disputa.
Eduard Soler, investigador del centro de estudios CIDOB, considera que el hecho de que España consiguiera implicar a la UE es clave para entender el cambio de actitud de Marruecos. Además, el giro en la posición marroquí se produce cuando aún no ha solucionado su conflicto con Alemania, y experimenta durante los últimos días una escalada de tensión con Argelia.
“Creo que [Marruecos] se ha dado cuenta de que no se puede enfadar con todos a la vez”, apunta en alusión a los conflictos diplomáticos simultáneos con Alemania, Argelia o España. Además, Estados Unidos no lo ha apoyado tanto como se pensaba. La erosión en términos de reputación era grande. Pero solo Mohamed VI estaba en posición de hacer el giro... Y parece que es así”, comenta Soler. De hecho, en su discurso, al mismo tiempo que tendía la mano a España, el rey de Marruecos lanzó velados ataques a Alemania y a Argelia. El monarca advirtió que el país se enfrenta a un ataque deliberado por algunos países, incluidos europeos, que se contaban entre sus socios tradicionales, y que “temen por sus intereses económicos, sus mercados y sus áreas de influencia en la región del Magreb”.