Un inesperado cambio en la ruta habitual
Para la familia de James David Candlin, que falleció en el descarrilamiento, las señales contradictorias no fueron las únicas que perturbaron aquella mañana la conducción del Tren Celta. Lo habitual en aquel servicio era pasar de largo por la estación de O Porriño a la velocidad a la que circulaba el maquinista cuando se produjo el descarrilamiento (118 kilómetros por hora). Sin embargo, ese día Adif decidió desviar el Tren Celta a una vía distinta a la habitual y en la que debía circular mucho más despacio. El objetivo del cambio era permitir a dos operarios de la empresa realizar unas comprobaciones sobre el circuito que avisa si hay trenes en la vía y que había fallado el día anterior. El recurso sostiene que el maquinista se enteró del cambio de recorrido por las señales solo 2 minutos y 15 segundos antes del accidente, pese a que estaba planeado desde el día anterior. La familia de la víctima estadounidense sostiene además que Adif nunca debió realizar esa comprobación técnica con un tren cargado de pasajeros.
La instrucción judicial de la tragedia del Alvia, ocurrida en el verano de 2013, también se cerró en 2015 cargando la responsabilidad únicamente en el maquinista. En ese caso, el conductor tomó la curva de Angrois a casi 200 kilómetros por hora en vez de a 80, pero pronto se supo la causa: se había despistado tres recibir una llamada del interventor del tren.
Las víctimas de aquel accidente también apreciaron desde el principio responsabilidades de Adif por las carencias de seguridad en la curva. En 2016 la Audiencia de A Coruña reabrió el caso y finalmente el ex director de Seguridad en la Circulación de la empresa Andrés Cortabitarte se sentará en el banquillo acusado de 80 homicidios por imprudencia.