El Pais (Nacional) (ABC)

Seis trayectos poco razonables en tren

En España siguen faltando conexiones esenciales ferroviari­as como alternativ­a sostenible al coche o el avión

- CLEMENTE ÁLVAREZ MIGUEL ÁNGEL MEDINA,

Este 2021 es el Año Europeo del Ferrocarri­l, con el que se pretende potenciar este modo de transporte como la alternativ­a más sostenible para largas distancias. España lleva años apostándol­o todo a la alta velocidad, pero siguen faltando conexiones esenciales de tren, no quedando más remedio para muchos trayectos que utilizar el coche o el avión, que según Greenpeace contamina hasta 20 veces más que un tren eléctrico alimentado con energía renovable. Ahora mismo, por ejemplo, no existe ningún convoy que una de forma directa Madrid y Lisboa o Madrid y París, algo fundamenta­l para un país que vive en buena parte del turismo.

La pandemia llevó a Renfe a suprimir muchos servicios y, aunque algunos están volviendo, los trenes nocturnos no se van a recuperar. Y eso pese a que el Parlamento Europeo pidió en octubre de 2020 “promover la red europea de trenes nocturnos”. Mercedes Vidal, de la asociación Promoción del Transporte Público y experta en el sector, se queja: “El coronaviru­s ha sido una excusa para eliminar servicios por los que ya no se apostaba desde hace años”. Con este cóctel, el desplazami­ento sobre raíles entre algunas ciudades es una verdadera odisea. Y no solo entre urbes pequeñas.

Madrid-Lisboa (625 km).

Quien quiera viajar este verano de Madrid a Lisboa puede hacerlo por carretera (cinco horas y 40 minutos) o en avión (una hora y 25 minutos de vuelo), pero que se olvide del ferrocarri­l. Dado que ahora mismo no existe una conexión directa por raíles entre estas dos capitales de países fronterizo­s, si se quiere utilizar este medio de transporte hay que completar un cansino trayecto de 11 horas que requiere enlazar tres trenes distintos, como incide un informe de Europe on Rail.

Hace falta un billete para ir de Madrid a Badajoz, otro para conectar Badajoz y la ciudad portuguesa de Entroncame­nto y un tercero para seguir de Entroncame­nto hasta Lisboa. Según Víctor Viñuales, director de la Fundación Ecodes —integrada en Europe on Rail—, resulta difícil pensar que el ferrocarri­l pueda desplazar otras formas de transporte más contaminan­tes cuando ni hay buenas conexiones entre capitales vecinas. “Para que la gente quiera viajar en tren en lugar del coche o el avión, hay que ofrecer alternativ­as razonables y reales”, recalca.

Hasta marzo de 2020, la mejor opción en ferrocarri­l entre Madrid y Lisboa era el tren hotel Lusitania, operado por Renfe y la empresa lusa CP, que realizaba este recorrido de noche en cerca de nueve horas, mientras el viajero iba durmiendo. Este es uno de los muchos servicios suspendido­s hace casi un año y medio por la covid que no han vuelto a recuperars­e. “Estamos restaurand­o los servicios en función de la demanda”, explica una portavoz de Renfe. Según la empresa, los servicios públicos —regionales y media distancia— se encuentran ya a un nivel similar al de 2019 (cifras que ponen en duda los sindicatos), mientras los servicios comerciale­s —AVE y larga distancia— están al 73%. Los trenes hotel se consideran servicios comerciale­s, pero no se ha recuperado ninguno. “Trenhotel presentaba los peores ratios de demanda y ocupación y acumulaba pérdidas de 25 millones en 2019”, justifica la portavoz.

Madrid-París (1.276 km).

Tampoco es posible subirse a un tren en Madrid y bajarse del mismo en una estación de París, dado que ya no existe un itinerario directo. En 2013 se suprimió el tren hotel Francisco de Goya, operado de forma conjunta por Renfe y su homóloga francesa, SNCF, que permitía a una persona subirse en Madrid por la tarde y bajarse a primera hora de la mañana en París, después de viajar unas 15 horas por la noche con servicio de restaurant­e y cama. Como explica Renfe, este tren hotel fue eliminado cuando se puso en marcha la alta velocidad entre los dos países.

Sin embargo, para completar el viaje en alta velocidad hay que realizar primero el trayecto Madrid-Barcelona, esperar cerca de una hora en la estación, y luego tomar otro tren para cubrir Barcelona-París; en total, entre 11 y 12 horas en horario diurno. Más o menos lo que se tarda en coche.

En avión, en cambio, este viaje se cubre en unas dos horas. Las empresas ferroviari­as ven este cambio como una evolución lógica de los nuevos tiempos en los que se prima la rapidez pero, paradójica­mente, en Europa va creciendo una corriente que pide la recuperaci­ón de los trenes nocturnos. “En muchos países europeos han considerad­o estos trenes como servicio público y están creando corredores internacio­nales a través de servicios nocturnos. En España no hay ni previsión de hacerlo”, critica Diego Martín, portavoz del sindicato de maquinista­s Semaf.

A Coruña-Barcelona (1.100 km).

Algo similar ocurre con la línea ferroviari­a entre A Coruña y Barcelona. Hasta la llegada de la pandemia, existía un tren que enlazaba ambas ciudades en 15 horas durante la noche. “Los trenes nocturnos pueden ser muy confortabl­es y competitiv­os, porque sustituyen una noche de hotel, son adaptables y pueden sustituir al avión”, explica Mercedes Vidal. En cambio, sí permanece el mismo trayecto en horario diurno, algo mucho menos competitiv­o. Un vuelo hace lo mismo en una hora y 40 minutos. La alternativ­a ferroviari­a es hacer la ruta A Coruña-Madrid (algo más de cinco horas), cambiar de estación (llega a Chamartín y hay que tomar el siguiente en Atocha), esperar una hora y media y luego coger un AVE hacia Barcelona (dos horas y media). En total, unas 10 horas de camino.

Valencia-Almería (437 km).

Este es uno de los viajes más difíciles de realizar en tren: unir en línea recta Valencia y Almería. Son ciudades grandes del litoral Mediterrán­eo —entre las dos suman un millón de habitantes—, a una distancia en carretera de unos 437 kilómetros, poco más de cuatro horas en coche. Sin embargo, no hay un ningún ferrocarri­l directo. “Todas las conexiones de esta esquina del sudeste español están fatal”, comenta Adrián Fernández, coordinado­r del área de Movilidad Greenpeace.

La única ruta disponible consiste en ir desde Almería hacia Linares-Baeza (más de tres horas), esperar una hora y cambiar hacia el convoy Torre del Oro, que llega a Valencia en cuatro horas y 20 minutos. En total, unas ocho horas y 30 minutos, más del doble que en coche. Fernández critica estas carencias: “En estos casos se ve que el servicio no responde a las necesidade­s de la ciudadanía. Tenemos derecho a recibir un buen servicio. No se pueden quitar trenes y ampliar aeropuerto­s, como se va a hacer en Madrid y Barcelona, y más en un contexto de emergencia climática”.

Granada-Murcia (280 km).

Estas dos grandes urbes del sur suman casi 700.000 habitantes (Granada, 233.000; Murcia, 460.000) y están bastante cerca. Un trayecto en coche las enlaza en autovía en menos de tres horas. En tren, en cambio, es un suplicio. Si se sale de Granada, hay que hacer un viaje a Madrid de 3 horas y 35 minutos, esperar como mínimo media hora y hacer luego otro trayecto similar hacia Murcia. En total, casi ocho horas. El recorrido es tan absurdo que Renfe ni siquiera vende este viaje combinado.

Es uno de los servicios que se dejaron morir: Adif confirma que la línea Granada-Murcia estuvo en funcionami­ento hasta 1985. El Ministerio de Transporte­s explica que se ha licitado un estudio informativ­o para ver si sería factible recuperar el corredor ferroviari­o Lorca-Guadix, que culminaría enlazando ambas urbes.

Con motivo de la covid se han suprimido servicios nocturnos

La apuesta por la alta velocidad ha postergado la mejora de enlaces

La duración de los viajes favorece el uso de vehículos más contaminan­tes

Teruel-Madrid (310 km).

La España vacía tiene su propia problemáti­ca: hay pocos servicios —menos aún con la pandemia— y tardan mucho, lo que los hace poco competitiv­os. De Teruel a la capital se puede ir en coche en unas 3 horas y 30 minutos. En tren, en cambio, hay que coger primero un regional que tarda 2 horas y 30 minutos en llegar a Zaragoza, esperar como mínimo dos horas y luego tomar un AVE a Madrid. Cinco horas de trayecto.

Es una problemáti­ca similar a la que se vive en Extremadur­a: un viaje de la capital a Badajoz tarda algo menos de 4 horas en coche, pero 5 horas y 30 minutos en tren. Vidal lo explica así: “España lo apuesta todo al AVE y las grandes capitales, dejando fuera la Media Distancia, que vertebra el territorio. El ferrocarri­l es un servicio público que debería ser alternativ­a al coche en esos trayectos”.

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/ C. GARCIA (EFE) El tren Lusitania a su paso por la frontera entre Fuentes de Oñoro (España) y Vilar Formoso (Portugal), en 2020.

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