El escándalo de la gente guapa
Ibercorp implicó a nombres de la élite financiera
A principios de 1992, año de los Juegos de Barcelona y de la Expo de Sevilla, saltó el caso Ibercorp al descubrirse que la agencia de valores del grupo, gestionado por Manuel de la Concha, había manipulado un listado de clientes para proteger a varias personalidades. Los principales accionistas —De la Concha, Jaime Soto y Benito Tamayo— fueron condenados a un año de prisión por realizar operaciones especulativas en Bolsa y de autocartera con el fin de sostener la cotización de las sociedades del grupo para su enriquecimiento personal. El quebranto se calculó en 7.100 millones de pesetas.
El caso Ibercorp es un ejemplo de la cultura del pelotazo. Las cantidades defraudadas no llegan a las de otros escándalos, pero algunos de los implicados pertenecían a la beautiful people, como el gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, o el exministro Miguel Boyer.
A finales de 1986, el agente de Bolsa Manuel de la Concha, que era el síndico presidente de la Bolsa de Madrid, quiso convertir su despacho en algo más que un chiringuito financiero. La Guerra del Golfo golpeó a Ibercorp. Se produjo una huida hacia adelante en medio de la caída de las cotizaciones. La idea fue intentar una fusión y proceder a una nueva colocación, pero se frustró y algunos clientes perdieron sus ahorros.
La CNMV pidió una lista de clientes y De la Concha elaboró una en la que Rubio y Boyer aparecían con sus segundos apellidos. Rubio continuó en el cargo hasta que expiró su mandato en julio de 1992. Dos años después, se supo que tenía una cuenta secreta con 130 millones que le gestionaba De la Concha. El escándalo implicó también al ministro de Agricultura, Vicente Albero, que tuvo que dimitir.
Afloraron deudas tributarias por valor de 1.600 millones de pesetas. De la Concha, Soto y Tamayo fueron inhabilitados cinco años. E Ibercorp, multada con 1.300 millones por manipulación de precios, simulación de transferencia de acciones y resistencia a la inspección.