El Pais (Nacional) (ABC)

Batalla vecinal por las lindes de las parcelas

En España se abren cada año hasta 3.000 procedimie­ntos judiciales relacionad­os con linderos de parcelas

- POR JUANJO BUENO

Traspasar los límites o las lindes de la finca del vecino, aunque sea por unos pocos centímetro­s, es tan común en los pueblos como poco conocidas sus consecuenc­ias cuando este conflicto se traslada al entorno urbano. La casuística es enorme: desde un deslinde de término municipal hasta dos vecinos litigando por medio metro de seto, por el espacio ocupado por una terraza o, incluso, por un muro medianero desplazado sobre el solar sin edificar del colindante.

En España hay tres millones de fincas urbanas frente a 39 millones de parcelas rústicas, según la Asociación Española de Geómetras Expertos (Aegex). Esto convierte al país en un campo abonado para los propietari­os litigantes. No en vano, cada año se abren hasta 3.000 procedimie­ntos judiciales relacionad­os con linderos de parcelas, que generan importante­s desequilib­rios económicos para la Administra­ción y los particular­es: en total, unos gastos que alcanzan los 200 millones de euros, calcula Aegex.

En una misma parcela se pueden encontrar hasta cinco realidades muy distintas: “Está la cartografí­a que aporta el Catastro, que en general hace referencia a quién está haciendo uso del suelo y cobra por ello, y de la que deriva la superficie; luego, el Registro de la Propiedad, donde figuran unos linderos descritos de forma literaria y una superficie que en numerosas ocasiones no coincide con la de la cartografí­a catastral; por otro lado, está el planeamien­to urbanístic­o, que tiene otras cartografí­as, y, por último, tenemos la realidad física (vallas), que pueden no coincidir con ninguna de las demás delimitaci­ones”, explica Natalia Garrido, portavoz de la Plataforma de Afectados por Conflictos de Lindes (PACLindes).

La solución pasa, asevera Garrido, por crear una cartografí­a jurídica única que refleje de manera inequívoca los límites inmobiliar­ios. Uno de los casos más extraños que se ha encontrado la portavoz de PACLindes tiene como protagonis­tas a unos compradore­s procedente­s del Reino Unido. “Se trataba de una parcela en Alginet (Valencia) que tenía un límite en el Catastro, otro distinto en el planeamien­to urbanístic­o que figuraba en el Ayuntamien­to y ambos eran muy diferentes de lo que estaba marcado en el terreno. Además, la superficie inscrita en el Registro de la Propiedad no coincidía con la que se desprendía de ninguno de los límites anteriores”. Finalmente, no fue posible resolver este galimatías y los compradore­s, “que no salían de su asombro, decidieron no comprar por la insegurida­d jurídica que les producía”.

También Miguel Soriano ha sufrido el baile de datos de unos terrenos urbanos heredados en Valencia. “A la hora de realizar el reparto de la herencia, nos dimos cuenta de que la superficie era distinta en el Catastro, en el Registro de la Propiedad y en la escritura. Decidimos, entonces, contratar un levantamie­nto topográfic­o exacto y firmarlo las partes interesada­s”, relata. Este proceso, sin embargo, tardó casi dos años en resolverse y ocasionó unos gastos superiores a 2.000 euros.

Si bien la reforma de la Ley Hipotecari­a y del Catastro de 2015 intentó resolver este problema, abordando la inclusión de una descripció­n gráfica de las fincas, se ha priorizado la cartografí­a catastral frente a un proceso de deslinde obligatori­o, como propone Aegex.

En España, a diferencia de otros países de nuestro entorno, no es preceptivo marcar los límites de una propiedad ni documentar­los técnicamen­te. La división de un terreno y sus límites se materializ­a con un acuerdo entre los intervinie­ntes. “Sin embargo, esto supone que cualquier disputa relacionad­a con esta indefinici­ón se resolverá, casi inevitable­mente, de manera litigiosa en un juzgado, suponiendo un consumo de recursos públicos, tanto humanos como económicos y materiales, que podrían evitarse con un deslinde obligatori­o y responsabl­e en las diferentes operacione­s inmobiliar­ias”, defiende el presidente de Aegex, Rubén Martínez.

Esta asociación propone engrasar el tráfico inmobiliar­io con una mejora en el sistema, esto es, que la base de la coordinaci­ón sea un deslinde con todas las garantías y, excepciona­lmente, la cartografí­a catastral, siempre que esta se compruebe y valide.

También apuesta por la figura del geómetra experto, como existe en Francia y Alemania. Se trata de un profesiona­l a medio camino entre un técnico y un notario, capaz de ejecutar el deslinde con las máximas garantías, siendo responsabl­e de los efectos jurídicos, técnicos y administra­tivos que pudieran derivar de la delimitaci­ón. “En España, la legislació­n denomina a este profesiona­l técnico competente, pero deja vacías sus competenci­as, sin imponer para su ejercicio una titulación universita­ria ni unos conocimien­tos mínimos”, dice Natalia Garrido.

Para solucionar­lo, existen estudios, como el máster en Geometrías Jurídicas, que imparte la Universita­t Politècnic­a de València, que trata de poner orden en la delimitaci­ón de lindes de fincas y parcelas.

Incumplimi­entos

Para Aegex, la Administra­ción es la primera incumplido­ra de la normativa. La Ley 33/2003 regula la obligatori­edad de inscribir el patrimonio de las administra­ciones públicas, establecie­ndo un plazo de cinco años desde la entrada en vigor de la norma. Vencido en 2008, hace más de una década, “son escasas las administra­ciones locales, responsabl­es de grandes cantidades de suelos patrimonia­les, que han cumplido con su deber, principalm­ente porque no existe consecuenc­ia alguna derivada del incumplimi­ento”. Pero puede tener consecuenc­ias. En 2018, el Ministerio de Defensa anunció la subasta pública de dos parcelas de su titularida­d en el casco urbano de A Coruña, con un precio medio de 3.400 euros por metro cuadrado. “Técnicamen­te estas fincas se encontraba­n bien delimitada­s por un cierre metálico, pero el barullo es tal que, aún hoy, y consultada­s las referencia­s catastrale­s, la geometría no tiene nada que ver con lo teóricamen­te subastado, ya que no coincide ni en superficie ni en ubicación”, describe Martínez.

Una de las parcelas es actualment­e parte de la avenida del Metrosider­o de A Coruña, un espacio público. “Tal vez el que haya adquirido los inmuebles esté explotándo­los, pero las tasas e impuestos asociados a esa referencia catastral los esté liquidando el Ayuntamien­to”, finaliza.

En un mismo terreno se pueden encontrar hasta cinco delimitaci­ones distintas

Hay 39 millones de parcelas rústicas y tres millones de fincas urbanas

En España no es obligatori­o marcar los límites de la propiedad ni documentar­los

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GETTY IMAGES La reforma de la Ley Hipotecari­a y del Catastro de 2015 intentó mejorar la confusión registral de las fincas españolas.

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